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Los discursos y las cifras que no desaniman a las que alzan la voz

Daniela Trujillo

Foto cortesía
Diana María Fuentes

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Pese a los discursos que han logrado mantenerse en el tiempo, y a las cifras de baja representatividad en escenarios para la acción y la toma de decisiones, Tatiana Henao y Diana Fuentes encontraron la forma de resistir, movilizarse, reconocerse y representarse como mujeres, como lideres.

Jean Jacques Rousseau, uno de los filósofos y escritores más destacados de la Ilustración, señalaba que “la mujer debe ser pasiva y débil, pues está hecha para complacer los deseos, caprichos y pedidos del hombre”.  Esta frase, sin duda machista y misógina, representa no solo el pensamiento de uno de los teóricos más importantes de la época, sino, además, de la sociedad de este entonces.

También, Aristóteles, filósofo de la Antigua Grecia, considerado por muchos como el Filósofo de filósofos, se refería a las mujeres como “meras vasijas vacías del recipiente del semen creador”.

Así como Aristóteles y Rousseau, son varios los pensadores y académicos que han deslegitimado a la mujer y la han limitado a tener un accionar en el ámbito de lo privado, al servicio de la familia y las necesidades del hogar.

Sin embargo, así como este discurso ha logrado mantenerse y prevalecer en el tiempo, otros se han planteado como una forma de resistencia, de movilización y de reconocimiento frente a temas como el sexismo, el machismo y el patriarcado.

Justamente, en el parque Juanes de la Paz, ubicado en el barrio Castilla de Medellín, un grupo de mujeres se reúnen al son de tambores, aullidos y reflexiones, con cada puesta de la luna llena, para recargar energías y reivindicar sus luchas… las llaman el Círculo de Mujeres Luna Llena.

Espacios de juntanza femenina

Tatiana Henao Fuentes es de Bogotá, pero hace cuatro años está radicada en Medellín. Es psicóloga y terapeuta gestáltica y ha hecho de los círculos parte de su vida y de su identidad: participa del Luna Llena de Castilla y del de la Universidad de Antioquia, donde con flores, cánticos, tambores, sahumerio y un banquete de alimentos, mujeres de distintas edades, profesiones y pensamientos se congregan y comparten experiencias, se entregan a la luna y debaten temas como las etapas de la menstruación y las medicinas a través de las plantas y la ancestralidad.

Círculo de Mujeres Luna Llena (Castilla) 2018. Foto por Carolina Mejía Mejía.

Para Tatiana los encuentros entre mujeres son importantes porque hay mayor complicidad en este tipo de espacios exclusivos, lo que permite mayor libertad a la hora de expresarse.

Aunque muchos podrían considerar un sesgo al ser los círculos espacios de encuentro entre mujeres feministas, Tatiana, al menos, no se considera feminista y expresa con seguridad que, “el feminismo se ha ido enfocando en un lado erróneo, dado que está trabajando desde la separación, la división de géneros y la violencia».

“He asistido a eventos donde se excluyen a los hombres y, además, se habla del tema de victimizarse. Yo no estoy de acuerdo con eso”, expresa Tatiana.

Ella cree firmemente que es importante la juntanza entre mujeres, pero sin fanatismo. “Las mujeres ganan poder y estatus con hechos, haciendo cosas por la comunidad, demostrando que somos inteligentes, al igual que los hombres”, dice.

Su proceso inició hace algunos años, precisamente, cuando conoció el Círculo de Mujeres Luna Llena de Castilla, y empezó a asistir a eventos, marchas y capacitaciones. Sin embargo, cuenta que se retiró por un tiempo puesto que no estaba de acuerdo con las reflexiones que sus compañeras tenían acerca del feminismo.

Sin embargo, no abandona su interés por los círculos y lo que representan. Por eso, además de los ya mencionados, participa del círculo de arte terapia.

“Ahí el feminismo funciona muy bien, pero el feminismo desde el arte. A ellas sí se les ha permitido el empoderamiento, son conscientes y están haciendo un cambio”, expresa Tatiana.

Las luchas de las mujeres que quieren ser escuchadas

Ese cambio del que tanto habla Tatiana hace parte del discurso actual que muchos colectivos y grupos de mujeres han adoptado en Colombia, esto en una intención de elegir cómo quieren ser representadas, cómo quieren ser escuchadas y cómo quieren ser recordadas. Sin embargo, aunque han sido muchas las luchas por alcanzar la igualdad de géneros, las mujeres aún se enfrentan a tratos desiguales en esferas como la social, la política, la educativa y la económica.

En una ciudad como Medellín, por ejemplo, donde las mujeres representan cerca del 53 % de la población, la mayor participación en escenarios institucionales relevantes para la toma de decisiones, como el Concejo, sigue siendo para los hombres.

Según los datos de la Registraduría Nacional del estado civil de Colombia Para 2018, 18.725.205 mujeres, correspondientes al 52% del total de personas están habilitadas para ejercer el derecho al sufragio y de acuerdo con las estadísticas y datos preliminares del preconteo de las elecciones para Congreso 2018-2022, 25 mujeres lograron un escaño del total de 108 curules posibles en el Senado, equivalente al 23,4%; mientras que, en Cámara de Representantes, de 172posibles curules, sólo 31 mujeres lograron una curul, agregando apenas el18,1% del total de curules. La variación en la participación efectiva de la mujer en estas corporaciones fue mínima, comparada con el
periodo 2015-2018 y teniendo en cuenta que en dicho periodo la participación femenina fue de 22,5% en Senado y 19,9% en Cámara, siendo estos porcentajes muy bajos en la participación nacional.

Sin embargo, la inferior representatividad en la esfera política parece no desanimar a quienes desde otros ámbitos trabajan incansablemente por la defensa de los derechos, la cultural, la tierra y la identidad.

Diana María Fuentes Jaramillo es una pastusa que hace 20 años se dejó seducir por la cultura paisa y, desde entonces, vive en el departamento de Antioquia. Es mujer, madre, directora artística, actriz, payasa, cantante y creadora de una empresa artística que fusiona la música y el teatro para desarrollar productos y servicios con enfoque de género que aporten a la equidad y al buen vivir. Allí, cuenta, su misión es desde el arte es social y poderosa: lleva mensajes de transformación de imaginarios de género, eliminación de violencias, equidad y empoderamiento femenino.

“Dirijo la empresa a nivel creativo y de gestión de mercadeo. Me encargo de gestar las ideas creativas, de crear propuestas artísticas y de dirigir los espectáculos junto a un grupo de personas que aportan sus ideas y que, de forma conjunta, trabajamos para fortalecer las obras. También me encargo de generar lazos con los clientes, las ventas y crear necesidades en ellos”. Afirma con voz de orgullo.

Diana resalta su capacidad creativa de poner en escena temas relacionados con género, empatía y trabaja ameno. Esta mujer a la que le gusta crear en la confianza y en la comodidad de un ambiente familiar y tranquilo, combina su vida profesional con su papel de mamá, aprendiendo cada día de ello.

A ese discurso de Rousseau y Aristóteles, que aún se escuchan en medio de conversaciones cotidianas, y a esas bajas cifras de representatividasd femenina, en diferentes esferas, mujeres como Tatiana y Diana le han puesto contraste: han decidido alzar la voz y pasar a la acción, es el momento de ellas, de las mujeres, de todas… es ahora.

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