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La presión en el agua: la magia del nado sincronizado

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La presión en el agua: la magia del nado sincronizado

Texto por Adriana Patricia Rodríguez Batista, Albeiro Alfonso Pizarro Bello, Carolina González Agudelo, Deisi Valeria Gómez Aristizábal

Estefanía Álvarez Piedrahíta tiene 27 años y es nadadora artística olímpica colombiana. Es egresada de la Universidad Nacional, con un pregrado en Estadística, y en este momento está cursando un posgrado en la Universidad EAFIT. Ha participado en numerosas competencias de nado sincronizado y ha llevado en alto el nombre del país. Resaltan sus participaciones en las olimpiadas de Río de Janeiro en 2016 y en Tokio 2020, que por cuestiones de pandemia se llevaron a cabo este 2021. De sus rutinas destacan la dedicación y el empeño que definen a Estefanía como mujer y que la han ayudado a convertirse en una destacada deportista de alto rendimiento.

Durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, el mundo se puso a bailar al ritmo de la salsa con la participación del dueto colombiano de nado sincronizado conformado por Estefanía Álvarez Piedrahíta y su compañera Mónica Arango. “Desde la entrada la gente decía: ‘¡Guau, ¿Qué van a hacer?!’ Porque claro, todo el mundo va con música clásica o con banda sonoras de películas, música a la que están más acostumbrados, y llegan estas niñas con salsa y en la entrada se ponen a bailar”, dice Estefanía.

El éxito de sus rutinas recae en la creatividad con la que estas son creadas. “Nosotros llegamos incluso a las competencias y eran como… pero, ¿qué están haciendo?, ¿qué es eso? Los duetos de otros países quedaban impresionados e intentaba bailarlo, nos contagiaron, se notaba que lo disfrutaban”. En esta ocasión, nos reunimos con Estefanía para conversar sobre su participación en los juegos olímpicos, su desempeño en el nado sincronizado y sobre los retos que se han presentado a lo largo del camino. 

 

¿Cómo nació el interés por el nado sincronizado?

Cuando yo era chiquita, más o menos a la edad de 8 años, empecé a hacer porrismo en el colegio. No tenía que ver para nada con el alto rendimiento, era más bien un hobbie en la época escolar, pero sí me gustaba mucho la idea de bailar y de relacionarme con la música. En ese momento también estaba aprendiendo a nadar. Me encantaba la piscina y cuando mi profesora me enseñó a nadar, le dijo a mi mamá: ‘Ella tiene ciertas habilidades para el deporte de alto rendimiento’. Después me llevaron a la Liga de Natación de Antioquia, a un programa que se llama el CIFAR, que es un centro de iniciación y formación para el alto rendimiento. Me hicieron unos estudios para ver qué recomendación de deporte me podían dar. Escogí la natación artística porque se relaciona de cierta manera con el porrismo, la música y el baile, pero era dentro del agua, lo que me encantaba muchísimo. Desde el principio fue algo muy recreacional, la verdad nunca pensé que fuera a llegar hasta este punto y que las cosas fueran a avanzar tan rápido, ni siquiera mi familia lo pensó.

 

¿Cómo empezó su proceso de entrenamiento de alta competencia?

Empecé entrenando dos días a la semana y luego tres, cuatro, cinco, hasta los sábados me tocaba madrugar a las 5 de la mañana. Pero cuando resultó todo esto, se ha ido desenvolviendo muy bien y, en parte, he ido aceptando el camino que me ha puesto la vida en la natación artística.

 

¿Cómo se siente representar en varias ocasiones al país en los Juegos Olímpicos?

Cada vez que represento ya sea mi club, la liga, mi departamento y a Colombia, no sé si suene muy común que uno siente mucha emoción y mucho orgullo. Cada vez que uno se pone el uniforme, cada vez que recibe la bandera, cada vez que se tiene la oportunidad de escuchar el himno de Colombia en el pódium, es una emoción de orgullo y felicidad. Pero siempre hay una manera diferente, porque todas las preparaciones son distintas, las concentraciones, lo que uno como persona tiene que pasar para llegar a cada uno de los campeonatos, pero para mí siempre será un orgullo, incluso hasta el momento sigo sorprendiéndome más, ya que digo, “bueno, lo hago porque me gusta”, y luego resulta que nos ganamos algo o superamos algún reto, entonces es como ¡guau! De verdad puedo seguirme superando.

Revisa aquí un documental realizado por la Federación Colombiana de Natación sobre la participación de Estefanía Álvarez en los Juegos Olímpicos de Río 2016, lo cual significó para Colombia su primera clasificación de nado sincronizado en unas olimpiadas https://www.youtube.com/watch?v=IF27CoqKLeY

 

¿Cómo ha sido su papel como mujer en el mundo deportivo?

Lo dije en el congreso de EnFemenino en EAFIT, mi punto de vista es muy diferente, porque yo vengo de un deporte en el que en Colombia ha sido femenino. En el que de pronto han llegado hombres que han querido participar en el deporte unos años atrás y se les ha negado la oportunidad. Entonces digamos que ahorita que ya hay competencias oficiales con hombres es un reto para mí. Uno vive como mujer ciertas dificultades en otros ámbitos, por ejemplo, en mi caso en el ámbito laboral, ya más externo en el deporte, pero en general en la natación artística no he sentido la desigualdad, ya que como dije anteriormente en Colombia ha sido un deporte principalmente femenino, pero que ahorita que los hombres están entrando, eso me ha ayudado mucho a tratar de comprender cómo hacerlo bien.

 

Al ser un deporte practicado en su mayoría por mujeres, ¿cómo ha sido para los hombres entrar a la natación artística? 

Ellos también se han visto afectados. Conozco de muchos a quienes se les negó la oportunidad durante muchos años. Incluso ahora hay competencias que no se les permite entrar a los hombres, por no poder hacerlo en las mismas condiciones que tenemos las mujeres. Entonces es un reto, que ahora lo veo mediante ese punto de vista en el que sí, yo ahorita estoy en esa condición de mujer en el que en algunos ámbitos me ha tocado más difícil, pero no quiero eso mismo para los hombres en la natación artística.

 

¿Cuáles fueron los mayores retos que se presentaron a la hora de representar al país en un evento tan importante como las olimpiadas? 

En este caso en específico, para llegar a Tokio hubo un reto muy grande para todos los atletas; primero que la pandemia llegara y que estuviéramos aislados tanto tiempo del entrenamiento en el que venimos acostumbrados, ya que nosotras estuvimos alejadas 6 meses de la piscina. Pero más que eso creo que fue el reto mental al tú saber que tenías que entrenar un año más, que llegáramos a junio y que dijeran: “Los Juegos Olímpicos no se van a hacer en el 2020, sino que se van hacer en el 2021”. Fue un punto de quiebre increíble para mí, porque la preparación es muy fuerte no solo física, sino también mentalmente. Tantas horas de entreno y también la convivencia; en la parte física todo llega a un punto de desgaste, donde tú estás programado para entrenar cuatro años y de un momento a otro simplemente se convierte en cinco, pero ya cuando uno lo ve desde esta perspectiva de haber pasado por los Juegos Olímpicos, uno dice: “Es increíble lo que uno aprende después de pasar por esas circunstancias”.

 

¿Cómo influenció la pandemia en la preparación para las olimpiadas?

Veníamos de un punto en el que estábamos muy agotadas. Mentalmente, sobre todo. Y llega la pandemia y hay que entrenar, pero desde la casa. Nuestra entrenadora hacía de todo para reinventarse día a día y ver cómo podíamos entrenar. Nos reuníamos por Zoom para que ella nos revisara y en tierra buscábamos la manera de hacer cosas que ella pudiera corregirnos y en el momento en el que dieran la apertura nosotros pudiéramos entrar al agua y fuera como, bueno, vamos a tener que recuperar, pero vamos a tener algún avance en algún otro trabajo en el que tendríamos que invertir tiempo. Entonces eso fue lo que hicimos.

 

¿Cómo se reinventaron para seguir practicando en plena pandemia? 

Hicimos clases de baile, salsa, aprender a contar ese ritmo. Invertimos en todo lo que podíamos hacer en tierra para que cuando llegara el momento nos enfocáramos en el trabajo que es específico en agua, así teníamos un poco avanzado en lo que nos iba a gastar el tiempo en tierra. Estuvimos seis meses fuera de una piscina, pero llegamos y no les miento que en tres semanas sentíamos como si no hubiéramos salido de vacaciones sino dos semanas.

 

¿De qué manera la ha apoyado el gobierno?

El gobierno me ha apoyado mucho. Nosotros desde que entramos a cierto nivel recibimos un apoyo mensual y, aparte de eso, nos apoyan en todos los campeonatos, pero es totalmente cierto el hecho de que hay otros deportes que son más apoyados. 

 

¿Por qué no hay tanto apoyo para el nado sincronizado?

Pienso que va muy de la mano del desconocimiento. Muchas personas ni siquiera conocen mi deporte, ni siquiera saben qué es lo que hacemos. Entonces, ¿cómo podemos buscar más apoyo si las personas ni siquiera saben que existen? Es uno de los retos que tenemos ahora.

 

¿De qué otro medio recibe apoyo?

Todos los atletas hemos tratado de vincular la empresa privada, pues los recursos del gobierno no alcanzan. El deporte necesita mucha inversión. Entonces, cómo hacer para tener más posibilidades es vincular a la empresa privad, pues haciendo que las personas conozcan el resto de los deportes, que entiendan cómo se hace, cómo se entrena. Ha sido un proceso muy grande desde Río, que fue la primera vez que clasificamos a unos olímpicos. Mucha gente ha conocido más de la natación artística, pero aun así el porcentaje de gente que no sabe lo que nosotros hacemos es muy grande.

 

¿Cuál es la reacción de las personas cuando saben que es una deportista olímpica?

Les cuento una anécdota: estaba yo con un conductor que me recogió en las piscinas, entonces obviamente vinculó el ser deportista y empezamos a hablar de los Juegos Olímpicos y él me dice: “No, es que me pareció muy mediocre la participación de los deportistas de en Tokio, porque la cantidad de medallas que trajeron no son las mismas que traían antes”. Y yo, como, qué haces tú como para venir a sacar ese comentario. Entonces siento que todavía hay mucha ignorancia, y también es trabajo de nosotros. Tenemos una ayuda increíble que son los periodistas, que nos ayudan a llegar a mucha gente, pero es un trabajo que requiere de años. Y creo que no es solo en la parte deportiva, en muchos campos la gente habla sin tener el conocimiento.

 

¿En algún momento pensó en renunciar a su pasión?

La gente en realidad nunca se imagina lo que en la mente de un deportista le pasa y la verdad es que uno muchas veces piensa en renunciar. Cada vez que estoy cansadísima, que estoy en la piscina haciendo una resistencia y que me falta el aire y siento que me voy a desmayar digo: “¿Por qué estoy en esto? Pues, me quiero salir” O no sé, “estoy muy cansada, quiero estudiar, quiero viajar, quiero hacer otras cosas”. Uno no toma la decisión por ese compromiso que uno ya tiene de cumplir una meta. En esta ocasión que dijeron que iban a aplazar los Juegos Olímpicos, dije; “N no aguanto más. En serio, me quiero salir, no lo soporto”. Pero el equipo de trabajo ayuda a que esos momentos se hagan más pasajeros y que pasen más rápido. 

 

¿Cómo es el proceso creativo detrás de las rutinas?

La rutina que llevó cuatro años para organizar fue la rutina que llevamos a Río, mapalé. Para Tokio dijimos cambiemos la rutina libre, llevemos algo colombiano, algo que motive, así como hicimos en Río y hagamos bailar a la gente. En ese momento sale la idea de bailar salsa, lo cual nos parecía imposible. Hace 4 años practicamos mapalé y ahora tenemos un año para practicar la salsa. De ahí empezamos a tener clases de baile con nuestra profesora de salsa, nos enseñó a contar, a bailar. Incluso ella nos enseñó esa entrada en la piscina, que es de muy pocos segundos. Fue un proceso lindo, pero que valió la pena totalmente, no solo por el hecho de hacer la rutina en sí, sino de hacer algo colombiano, para mostrar lo bueno que tiene Colombia, somos campeones mundiales de salsa, entonces ¿Por qué no hacerlo nosotras? 

¿Cuáles cree que son las bases de un buen trabajo en equipo?

Con Mónica estoy andando junta desde 2012. Son muchos años y realmente es como una relación, creo que es mi relación más estable. Lo que ha llevado a que nosotras tengamos éxito, aparte del profesionalismo, es que somos demasiadas diferentes, emocional y físicamente, nadando nos dicen que somos hermanitas, pero físicamente somos diferentes: Mónica es mona, con ojos azules, y yo soy súper morena, súper india y es aprovechar eso, hasta las habilidades de agua de Mónica son diferentes a las mías. Mónica y yo no es que seamos las mejores amigas, pero somos muy profesionales y aprovechamos lo que tenemos de bueno para compartírselo a la otra y para que el momento para mostrarlo sea un equipo que muestre esas potencialidades.

 

Si no se dedicara a la natación sincronizada, ¿qué otro deporte le gustaría practicar?

A principios de este año descubrí el kitesurfing, otro deporte de agua, para el lago o en el mar, con una cometa, estuve tres días intentando aprender y me enamoré mal de él. En Medellín no hay, en Guatapé no se puede hacer porque no hay suficiente viento, pero creo me dedicaría a eso, me enamoré de lo que uno puede sentir, te estás desplazando simplemente con el viento y eso fue lo que me gustó de él.

 

¿Cómo se siente representar al país en los Juegos Olímpicos?

Mucha gente tenía los ojos encima, mucha presión. Nosotros somos muy realistas con los resultados que podemos tener, porque somos un deporte de apreciación, uno no escala 10 puestos de un campeonato a otro. Son mis segundos Juegos Olímpicos, y con los primeros creo que aprendí demasiado, fui la más primípara. En los dos sentí el mismo susto, pero de maneras diferentes, eran situaciones diferentes, pero en este sí dije, me lo voy a gozar de principio a fin, disfruté la competencia, disfruté estar en una villa olímpica. Miré a qué otras competencias de colombianos podía ir a hacer barra, aunque era prohibido, me colé. No sé ni siquiera si van a ser mis últimos olímpicos, pero me los voy a gozar de principio a fin, porque ha sido mucho lo que se ha entrenado para llegar acá.

Revisa aquí cómo fue el proceso de Estefanía Álvarez y Mónica Arango para alcanzar su sueño olímpico https://cnnespanol.cnn.com/video/tokio-2020-juegos-olimpicos-natacion-artistica-estefania-alvarez-monica-arango-colombia-deportes-cnn-pkg/

 

¿Cómo ha sido balancear el estudio y el deporte?

Bueno, fue súper difícil, para mí el pregrado fue una época muy dura, porque los entrenamientos eran muy fuertes, la universidad es muy dura, y listo, tú eres capaz de estudiar, pero uno después de un entreno de cuatro horas, llegar a sentarte dos horas a ver álgebra lineal, uno es como lo único que quiero es dormir, se me cierran los ojos. Uno trata de no entrar en esa comparación, pero es imposible. Mis compañeros pueden estar acá, estudiar. No he tenido tiempo, no he podido. Empiezan las calificaciones y uno es como ¿qué hago? En mi mente nunca estuvo la posibilidad de dejar de estudiar. Sea como sea, viendo una materia, viendo dos materias, tengo que seguir estudiando, ese fue un reto que me puse, no les voy a negar, fue súper duro. Tengo mi diploma y digo ¿cómo lo hice? Ahorita estoy estudiando en EAFIT una especialización. Son dos días a la semana, que aún me desgasto horrible, pero el entreno lo he bajado un montón, porque ya no estoy preparándome, ya pasaron los Juegos Olímpicos. Es difícil porque lleva mucha responsabilidad, disciplina, pero sobre todo ese compromiso mental que uno tiene, hay que recordarlo siempre, porque es muy complicado hacer las dos cosas al mismo tiempo.

 

¿Cuáles son los retos de bailar bajo el agua?

Son ciertas habilidades entre equilibrio, técnica y fuerza que uno hace, que uno tiene desde pequeño, porque les digo, uno para una semana y ya se siente tieso. Las rodillas no me estiran, el empeine no me dobla, empiezan los calambres, pero digamos que sí, son ciertas habilidades que uno va cogiendo, incluso mucha gente no sabe qué nosotros incluso nunca podemos tocar el piso, todo lo hacemos con los brazos. Nosotros giramos con los brazos, nos sostenemos con los brazos. Cuando estamos arriba estamos haciendo una patada, la llamamos batidora. Porque mucha gente dice, no pues se están pegando del piso. No, nunca podemos tocar el piso, porque nos da penalización. Uno siempre está desarrollando esa habilidad de estoy mamada, me falta el aire, estoy ahogada y tengo salir a sonreír, a tomar aire rápido y mostrar lo feliz que me siento. Es un deporte que requiere muchas horas de entreno, más que otros. Al ser un deporte que se necesita sincronizar requiere de muchas horas al día. 

 

¿Cuáles son sus planes a futuro? 

Ahora que ya pasó el estrés de Tokio, empezó el de París, porque todo el mundo es, ¿y entonces para París qué? Estoy muy enfocada en mi estudio, en mi trabajo y quiero darle prioridad a eso en estos momentos y creo que el resto de los años que tengo en el futuro. Estoy muy contenta estudiando en EAFIT, haciendo mi maestría, en mi trabajo y siento que toda mi vida le he dado esa prioridad al deporte y que ahora quiero dársela a eso otro. He vivido lo que he querido, han sido mis decisiones, y estoy contenta y orgullosa y no me arrepiento de nada de lo que he hecho en el deporte. Tengo de meta cercana seguir en la especialización, graduarme el próximo año de especialización y de maestría y ver cómo puedo ayudar tanto con mi carrera profesional como con mi carrera como atleta a los próximos atletas y aportar al deporte colombiano.

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