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Hablando de equidad de género con Carolina Soto Losada

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Hablando de equidad de género con Carolina Soto Losada

Texto por Sofía Cardona, Ana Isabel Marroquín, Carolina Arango, Alejandro Bravo. 

El pasado 7 de octubre se llevó a cabo el panel de En Femenino, en la Universidad EAFIT, un espacio de conversación entre mujeres que se han destacado en diferentes ámbitos. Allí, las invitadas hablaron de los retos, las historias y los obstáculos que han tenido mujeres que ahora son muy exitosas.

 En el panel de Liderazgo Femenino participó Carolina Soto Losada, economista de la Universidad de los Andes, con máster en Economía de la misma institución y otro en Administración y Políticas Públicas de la Universidad de Columbia. Soto fue co-directora del Banco de la República, viceministra general de Hacienda, vicepresidenta ejecutiva de Fasecolda, economista de la Corporación Andina de Fomento (CAF), directora general del Presupuesto Público Nacional y, además, se destacó como Alta Consejera para la Competitividad y el Sector Privado del presidente Juan Manuel Santos.

 En su intervención habló de cómo había superado los obstáculos que el machismo le había puesto, ya que, además de ser madre y esposa, es una mujer con muchos reconocimientos a lo largo de su vida profesional. Bitácora la entrevistó por Zoom para profundizar sobre estos asuntos y nos encontramos con una mujer dispuesta, capaz y consciente de su valor en la sociedad. Nos dio “tips” para lograr una equidad de género, también nos reveló cosas de su vida personal y cómo no permite que el machismo entre a su hogar.

¿Cuáles son las cualidades de una mujer empoderada y con cuáles se identifica?

 Lo primero, es que ella misma tenga consciencia de sus capacidades y de su potencial. Es reconocernos a nosotras, mujeres, como iguales, como capaces y como líderes en muchos de nuestros frentes como en nuestros hogares o comunidades. Lo segundo, es contar con oportunidades de capacitación, educación, formación, y que en caso de no tenerlas, nos sobre la participación para que nuestra voz sea escuchada, que seamos un referente, que no nos quedemos minimizadas y seamos conscientes de nuestro papel y participar. Formarnos en la medida de lo posible y aprovechar todas las oportunidades, ser una voz tan válida como la del hombre, pero sobre todo sentirnos y saber que somos pares a ellos.

 ¿Ha experimentado algún tipo de discriminación de género en su trabajo? ¿Cómo ha abordado la situación?

 Honestamente siempre me creí igual, no había sentido discriminación por fortuna. Crecí en un hogar donde mis dos papás trabajaban, donde había mucha igualdad en general entre hijos e hijas, excepto, cuando mi hermanito menor empezó a ser adolescente, ahí me di cuenta de que mi papá empezó a ser mucho más permisivo con él que con mi hermana y conmigo. Empecé a notar que en el resto de los temas siempre fuimos tratados igual, mis papás siempre nos consideraron iguales y nunca nos encasillaron en ese rol de género. Pero hoy en día que tengo un hijo de 12 años me cuestiono si él fuera mujer si siguiese siendo igual de permisiva con él o no, de pronto no, porque tengo esos sesgos.

 ¿Cuál fue el detonante para luchar por el feminismo?

 Crecí muy tranquila, sin mucha conciencia de esas inequidades, y en el colegio también veía a mis compañeros como pares. Luego trabajé muchos años en el sector público y siempre me dieron la oportunidad de trabajar a la par y sin notar algún tipo de discriminación o, más bien, sin ser consciente de ella. Después, cuando estaba en la presidencia de la República, me tocaba relacionarme mucho con el sector privado y ahí me di cuenta de que casi todas las reuniones eran con hombres, por lo general las cabezas de las empresas eran hombres, cuando veía mujeres notaba una particularidad y era que normalmente estaban ahí porque esas empresas eran de sus familiares, de igual forma cuando había una vacante la lista de nombres era de hombres.

 ¿Cree que se vive más la discriminación a la mujer en el trabajo en el sector privado o en sector público?

 

En el sector privado no he tenido tanta experiencia, la verdad nunca he trabajado en una empresa. Trabajé en Fasecolda, que es una agremiación de compañías de seguros, se puede decir que sí es privada, pero es un gremio. Viendo las estadísticas, el sector público lleva la delantera con la participación del 50 % de las mujeres, quitando el sector militar, mientras en el sector privado había un sesgo hacia los hombres, así que es un tema más de nuestra sociedad y cultura que en el sector público ha venido ganando, tal vez por la regulación, pero hoy en día en el sector privado han entendido que dentro de su objeto social no puede dejar de lado el aporte a su comunidad.

 ¿Cómo hizo para tomar la decisión de renunciar a Fasecolda?

 A mí me parecía muy difícil limitar mi tarea, entonces fue una consideración personal, y soy de pronto un poco radical en eso, pero sí considero que es mejor actuar sin conflictos de interés, porque como saben, renuncié a este cargo por el nombramiento de mi esposo como ministro de Salud.

 Ahora, después estuvo en el Banco de la República y también renunció, ¿cómo tomó esta decisión?

 Fue una decisión muy difícil, porque para un economista es un sueño hacer parte de la junta del Banco, con su autoridad monetaria, en este pequeño grupo, y ser la tercera mujer en haber llegado a esa posición. Legalmente habría podido quedarme, esto implicaba que no podía acompañar a mi esposo a ningún acto, porque lo que sí prohíbe la ley a los miembros de la junta directiva del Banco es participar en proselitismo electoral o político, entonces yo podría haberme quedado, pero no participar es prácticamente aislarme, todo podía ser interpretado como proselitismo. Entonces, eso era demasiado difícil, también veía que, para el Banco de la República, que es una entidad que ha construido una credibilidad de las más altas en las instituciones del Estado, podía ser un riesgo que yo estuviera adentro, porque podía poner en entredicho sus decisiones, algo como “entonces la codirectora está votando, así porque le conviene para el próximo gobierno”.

 ¿Recibió comentarios negativos cuando decidió dejar algún cargo importante?

 

No, por el contrario, en los dos casos sentí mucho respaldo en general. Primero, cuando me fui de Fasecolda, más bien los comentarios fueron como “qué exagerada”, “eso se podía manejar”, “no había necesidad”, pero ninguno referente al género, tipo refiriéndose a que le toca seguir al esposo, no. Ahora, cuando tomó la decisión de renunciar a la junta del Banco de la República, más bien los comentarios fueron muy positivos, mucho respaldo, mucha comprensión de la gente. Creo que las dos fueron bien recibidas, en serio, todos los comentarios fueron de apoyo y casi de admiración.

 ¿Qué factores cree que influyen en que algunas mujeres no luchen por la igualdad de condiciones en ámbitos laborales?

 Primero, es uno ser consciente de que no me están dando la misma oportunidad, de que mi voz no está siendo escuchada y, segundo, también está en cuáles son las consecuencias de pronunciarse. Muchas veces hay temor, qué tal que yo levante mi voz, me queje y pierda mi trabajo. Ese temor sigue siendo un factor determinante en la limitación de las mujeres y esto va ligado con la autonomía que la mujer tenga en distintos frentes, sobre todo el económico. Si la mujer tuviera solucionado su tema de ingresos, no tendría problema en levantar la mano, pero muchas veces cuando esta posibilidad de generar ingresos se ve en riesgo, también se limita esa participación de la mujer, de ahí la importancia de contar con espacios de interacción para las mujeres, al interior de las empresas, donde las mujeres puedan encontrar un respaldo a sus situaciones.

 ¿Cuáles son esas actividades o acciones que realiza a diario en las que pone en práctica y demuestra ese empoderamiento femenino del que se habló en la charla?

 Asumir una actitud distinta, tanto en las decisiones técnicas sobre la conducta monetaria o crediticia, como al notar las actitudes de discriminación, siempre manifestarlo. Por ejemplo, si tú, siendo mujer, dices una idea nadie le presta atención, pero si un hombre dice la misma idea, ahí sí es brillante. Entonces lo que he venido haciendo últimamente es entender esas problemáticas, esas diferencias, la heterogeneidad y la complejidad de nuestro país para así posicionarlo y visibilizarlo cada vez más. El término de la equidad de género es un ganar ganar, ganan los dos géneros, gana el país, gana la comunidad y la sociedad que lo entienda y lo implemente.  

Ahora, ¿cuáles son las actividades o acciones concretas que realiza o ha realizado en los trabajos que ha desempeñado?

 A nivel de organización y de administración, hace mes y medio que todavía estaba en el Banco de la República, tuve la oportunidad de jalonar el tema de igualdad de género, de visibilizarlo, de cuantificarlo y de apoyarlo. Pude contar con un comité de equidad de género al interior del Banco, impulsar la medición de una posible discriminación en los cargos, las oportunidades de ascenso y los salarios, para tomar acciones. Ahora que estoy haciendo la recolección de firmas para la posible presidencia de mi esposo, he estado también muy metida con colectivos de mujeres y ha sido fascinante. He compartido con muchas mujeres líderes y muy diversas en todo sentido y he enriquecido también mi visión de la importancia del rol de la mujer en el desarrollo social y productivo del país. 

 Teniendo en cuenta toda la trayectoria profesional tan exitosa que ha logrado con su voz femenina, ¿cómo cree que lo ve su hijo?

 

Creo que un primer paso muy importante es el ejemplo y el modelo que vea en su casa y en su familia. Al igual que como me ocurrió a mí, mi hijo ve que sus papás son pares, como equipo, más que una relación jerárquica o de dependencia. Creo que esto primero es importante para que él vea que es un modelo posible, que es normal tener a los papás con las tareas repartidas, con sus vidas profesionales o personales desarrolladas según sus intereses y con ese balance al interior de la casa. Es un tema que cada vez coge más importancia, más visibilidad, más peso en los distintos ámbitos, por ejemplo, en el colegio de mi hijo también tienen con frecuencias charlas sobre los distintos roles, sobre el respeto y la equidad de género en general. Tanto por el lado de la casa, como por el lado de la educación y social, es muy importante que se vaya dando ese cambio en el comportamiento y, en el caso personal de mi hijo, creo que él es consciente de que a las mujeres nos toca más duro en muchos casos y que no tiene por qué ser así, que hay mucho todavía por trabajar y por cambiar y que él tiene que ser parte de ese cambio.

 ¿Cuál fue el proceso que sufrió en el tiempo de lactancia y qué le recomienda a las mujeres que están pasando por esta situación?

 

Por un lado, perder el temor a exigir, si uno ve que en su sitio de trabajo no hay un lugar de lactancia, es hablar y decir, “mire, necesito las condiciones para garantizar una lactancia segura a mi hijo”. Hoy está normado, es una obligación de las empresas grandes, por lo menos, tener estos espacios de lactancia. Entonces es fantástico, porque como les comentaba, lo que noté es que a las pobres mujeres les tocaba estar en el baño, no es el sitio ideal ni tiene los protocolos adecuados. Ya las empresas deben tener un sitio o están en proceso de construir sitios donde puedan hacer la extracción segura e higiénica de la leche. Debemos seguir creando conciencia de la importancia de implementar estos espacios y de que es un derecho.

 ¿Cómo se encuentra un equilibrio entre la vida profesional y la vida personal de una mujer líder que quiere hacer cambio en la sociedad?

 

En mi caso debo reconocer que es gracias a la valiosísima ayuda que he tenido de la persona que ha estado con mi hijo desde que nació. Tuve la fortuna de contar con una mano derecha fantástica, que se hizo cargo de mi hijo en esas jornadas iniciales. Cuando nació Tomás, yo estaba en el Ministerio de Hacienda, era la directora de este puesto y las jornadas eran desde muy temprano en la mañana hasta muy tarde en la noche muchas veces, pero tuve la ventaja de estar acompañada de una pareja con quien contar. Es encontrar ese balance, entre qué hace cada uno, qué podemos hacer y cuándo necesitamos pedir ayuda. La clave en las parejas es trabajar en equipo, ver que los proyectos y las responsabilidades son comunes y se distribuyen. Tenemos un proyecto de vida que compartimos, un hijo es un proyecto en común, entonces es pensar, cómo lo sacamos adelante, cuál es la mejor forma, cómo nos organizamos y todo con sus limitaciones.  

 ¿Le ha pasado alguna situación en la que se cuestionen su posición en el hogar?

 Por ejemplo, cuando llegan los del DANE a hacer el censo preguntan por el jefe de hogar, siempre me molesta, me molesta esa misma concepción que debamos tener un jefe de hogar, ¿por qué?, no sé, y puede que esté bien, pero a veces me pregunto: “¿Por qué jefe de hogar?”. Aquí somos una familia, una pareja, un equipo que comparte la responsabilidad, entonces jefe no, no siento que mi esposo sea mi jefe ni yo su jefe. Normalmente el encuestador le dice a uno “no, pues, el que genere ingresos”, no, los dos generamos ingresos, “no, pues, el que gane más”. Piensen que desde nuestra misma medición, concepción y estadística nacional ya estamos con ese cuento, con el jefe de hogar, ¿por qué tiene que haber un jefe de hogar?, ¿por qué tiene que ser por defecto el hombre?

 ¿Qué es lo que más se le ha dificultado tanto en el trabajo como en su familia? ¿Tiene alguna anécdota que lo pueda ilustrar?

 Creo que he logrado estar en los momentos más importantes para mi hijo, como sus presentaciones, entregas de notas, ya que puedo organizar el día para ir. Es en los momentos cotidianos donde siento más ese choque entre ser mamá y profesional, ya que las jornadas de trabajo a veces se extienden y no puedo tener momentos en la noche con mi hijo, por ejemplo, acostarlo, consentirlo.

 ¿Cómo cree que se le puede hacer entender a los hombres que nosotros también podemos ayudar para erradicar el machismo en la sociedad actual?

 Visibilizando el tema, que la equidad de género esté en el día a día de cada uno, que sea un tema que se hable y se estudie, así se capta la atención de ambos géneros, el siguiente paso es identificar el problema, ver cómo se presenta en nuestro día a día y generar acciones que ayuden a superarlo.

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