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Juventudes feministas de hoy, con Salomé Beyer

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Juventudes feministas de hoy, con Salomé Beyer

Texto por

Amalia González 

Paulina Paffen 

Isabella Galeano 

Maria Antonia Tamayo 

Justin Morales 

Salomé Beyer Vélez es una joven paisa de 18 años; creció con todas las comodidades y privilegios que cualquier persona aspira tener. Estudia en el Columbus School, uno de los mejores colegios privados de Medellín y desde muy pequeña se interesó por la lectura, la historia, y las injusticias sociales presentes a su alrededor; conforme pasaban los años sus ganas de aprender se intensificaban.

A lo largo de su niñez, Salomé empezó a notar que varias de sus compañeras se sentían avergonzadas por sus cuerpos, que a tan corta edad ya eran sexualmente objetivadas, y que por el solo hecho de ser mujeres debían vivir una gran cantidad de injusticias que la sociedad había normalizado, pero que, para ella, eran completamente inaceptables.

Teniendo en cuenta que viene de una familia que siempre la motivó a hacer cosas que tradicionalmente son para hombres, y que nunca le impidieron hacer algo por el solo hecho de ser mujer, fue muy impresionante para ella toparse con la inequidad de género cuando a sus once años se empezó a involucrar en el modelo de las Naciones Unidas de su colegio. En la búsqueda de alguien que entendiera estas frustraciones y pudiera guiarla con el fin de contribuir al cambio, Salomé encontró una campaña de la Fundación de la ONU, llamada “Girl Up”: una comunidad de personas que no solo entienden, sino que se dedican a luchar por los derechos de las mujeres.

En 2014, Salomé fundó el primer Club de Girl Up en Colombia; años después fue aceptada por esta organización para ser consejera adolescente, que consiste en promover el activismo, dar su punto de vista sobre la estrategia de la campaña y movilizar otras personas en todo el mundo para trabajar por esta causa. Más tarde, en 2020, fue la primera colombiana en ser elegida para liderar el grupo de consejeras adolescentes y, asimismo, ser líder juvenil de Women Deliver (defensora mundial de la igualdad de género, la salud y los derechos de las niñas y mujeres).

Actualmente, Salomé cursa su último año de colegio, pertenece al club de diversidad, equidad e inclusión del mismo, planea estudiar Historia y Ciencias Políticas en la Universidad de Edimburgo y continuar luchando de la mano de Girl Up y demás organizaciones afines por los derechos de las mujeres.

En la entrevista, Salomé se mostró muy abierta y con mucha disposición para responder a las preguntas. Es evidente la gran preparación que ha alcanzado a tan corta edad, no solo por los datos específicos que nos brindó, sino también por la fluidez y espontaneidad que manejaba. Es una joven dulce y esperamos volver a entrevistarla cuando haya alcanzado muchos más logros en su misión de mejorar la vida de las mujeres.

Con el paso del tiempo, los propósitos de los movimientos sociales van evolucionando, ¿por qué propósitos está luchando el feminismo de acuerdo con el contexto sociocultural de hoy en día?

Si miramos desde el contexto de Medellín, deberíamos empezar por terminar con el ideal de la mujer playboy que nos dejó la cultura narco y objetivizó tanto a la mujer, también, tumbar las barreras estructurales del gobierno que nos limita a expresar nuestro máximo potencial, dejar de “tiranos” tan duro entre nosotras mismas y, finalmente, acabar con el patriarcado que nos lleva a pensar que hay un límite en cuanto a lo que podemos tener. En el Medellín de hoy, estas serían las razones por las que el movimiento feminista sigue siendo tan importante; en otras partes del mundo es diferente, por ejemplo: en India están tratando que las mujeres tengan acceso a productos menstruales sin estigma; es muy diferente en cada contexto.

De acuerdo con estadísticas de 2020, más de la mitad de la población de Colombia está compuesta por mujeres, pero estas representan menos del 20% en el Congreso. ¿Por qué cree que el porcentaje de participación de las mujeres es tan bajo?

En primer lugar, por el sistema patriarcal del que les estaba hablando; las mujeres pensamos que no somos igual de capaces que un hombre, entonces muchas no se lanzan para desempeñarse en estas posiciones de poder, o simplemente la sociedad no las deja llegar por este mismo sistema. Es muy importante conocer esas limitaciones de los sistemas estructurales que nos impiden avanzar; por ejemplo, la falta de acceso al aborto, pues así no queramos tener un hijo, el sistema nos obliga a tenerlo y somos nosotras quienes tenemos que amamantar, sacar la licencia de maternidad, entre otras cosas que atrasan los planes de vida de más de una mujer.

En Latinoamérica contamos únicamente con cuatro países que permiten el aborto bajo cualquier circunstancia: Cuba, Guayana, Uruguay y Argentina, que apenas se sumó el año pasado. En Colombia el aborto es legal únicamente por tres razones: malformación del feto, riesgo de la vida de la madre y violación. ¿Qué tan cerca ve a Colombia de la legalización del aborto por completo y cuál es su posición al respecto?

Mi posición es que todas las mujeres deberían hacer lo que quieran con su cuerpo. Si yo deseo interrumpir mi embarazo, el acceso a un aborto seguro debería existir. Aquellas mujeres en Colombia que se quieren realizar un aborto, lo están haciendo en garajes, pagando montos exagerados de dinero y arriesgando su salud y su vida. El día en el que este país priorice la educación y abran los colegios antes que las iglesias en una pandemia, vamos a estar un poquito mas cerca de legalizar el aborto, todavía nos queda mucho camino por recorrer.

Hay un gran debate sobre si los hombres pueden ser feministas, ¿qué considera al respecto?

Obvio, los hombres pueden ser feministas, es como decir que una mujer no puede ser machista. No hay distinción de género, no hay un límite; y los hombres que piensan que las mujeres deberían tener las mismas oportunidades y derechos que ellos, así no lo admitan, son feministas. Inclusive un hombre feminista causa más impacto que una mujer feminista; lamentablemente, por la sociedad y los estereotipos a los que los hombres también se tienen que enfrentar, decir que son feministas es una acción vista como valiente y admirable. Entre más personas mejor, más impacto tenemos.

¿Qué tan lejos cree que está llegando la misandria (odio o aversión hacia los hombres​) en el movimiento feminista?

Realmente creo que la misandria no es algo tan marcado en el movimiento; no sé si tal vez sea porque me rodeo de gente que piensa como yo, pero no me ha tocado que una mujer diga explícitamente que la mujer es superior al hombre. Me parece que los poquitos casos donde hay misandria son los más visibles del movimiento feminista, como en cualquier cosa, que lamentablemente los más escandalosos y los más alejados del ideal son siempre los que van a tener más visibilidad.

¿Una sociedad feminista es…?

Una sociedad en la que las mujeres y los hombres tengan las mismas oportunidades de entrada; es decir, que una mujer y un hombre al nacer tengan las mismas oportunidades de educación, de tener o no una familia, de caminar solos en la calle, etc. Es una sociedad en la que las mujeres y los hombres son iguales en oportunidades y en derechos, algo que precisamente es lo que le está faltando al mundo en este momento.

¿Considera que es justo lo de la paridad como una participación equilibrada de hombres y mujeres en posiciones de poder y de toma de decisiones?

Me parece que es un mecanismo de transición hacia la igualdad y la visibilización de las voces de las mujeres, pero esto por un corto periodo de tiempo, ya que debemos continuar evolucionando. Por ejemplo, en Irán se usó ese mecanismo de transición para llegar a un gobierno representativo, y hoy en día es 40/60. Yo le pondría máximo 5 años para que se pueda efectuar de la manera correcta, para luego realizar votaciones populares, y que tanto las mujeres como los hombres puedan tener la misma oportunidad de estar en el tarjetón.

El body shaming corresponde a las críticas que se le hacen a una persona basándose en la forma, talla o apariencia de su cuerpo. ¿Cree usted que esto se da a partir de la educación que recibe cada persona desde casa o de su entorno social y cultural?

Se da por ambas; a partir de la educación que uno reciba desde la casa y la educación que uno reciba por fuera de ella. Es algo supremamente delicado, me parece que la gente debería parar de opinar del otro y punto. Yo, como la mayoría de las mujeres, tuve una época en la que me sentía demasiado mal con mi cuerpo; le lloraba a mi papá diciéndole que no me gustaban mis piernas y mi papá me decía: “Salo, a los hombres les gusta más cuando tienen de donde agarrar…”, y tampoco es eso, no nos debe gustar nuestro cuerpo porque a alguien más le va a gustar, si no porque es la herramienta con la que yo vivo y está saludable.

La brecha de género corresponde a las diferencias entre hombres y mujeres en diferentes aspectos, como el acceso o la remuneración laboral. ¿Por qué cree usted que en la sociedad actual aún se presenta esa brecha de la que hablamos, identificando que el género femenino se encuentra en desventaja respecto al masculino para acceder por ejemplo a oportunidades laborales o educativas? ¿Cómo se puede superar?

La brecha laboral de pago es súper evidente y es algo muy complejo, porque contamos con un sistema que, así no lo quiera, habilita que a las mujeres se les pague menos solo por ser mujeres. Por ejemplo, con el caso de un embarazo: una mujer que no tiene un bebé se va a gastar su dinero en sí misma, no va a perder días de trabajo, porque no tiene que parir, y está demostrado que las mujeres invierten en los gastos de sus hijos hasta 4 veces más que los hombres. Entonces, la brecha en términos laborales existe, pero no quisiera pensar que las compañías deciden pagar menos a las mujeres por ser mujeres, pero sí es un problema estructural que conlleva a eso.

¿En qué consisten los micromachismos?

Son comentarios o acciones pequeñas del día a día, que conllevan cierto prejuicio con respecto al género, que demuestran que la persona que los está empleando está perpetrando los ideales machistas de la sociedad. Estos pueden ir desde el comentario del que hablé antes cuando me dijeron “Beyer, usted no diga nada que usted se va a chocar el triple”, solo por ser mujer, hasta silbarles a las mujeres en la calle, porque vale aclarar que estos micromachismos van dirigidos exclusivamente a las mujeres.

¿Qué pueden hacer los hombres para evitar esos micromachismos con los que cargan muchas veces de manera innata?

Tienen que empezar, con su propia iniciativa, a dejar de decir cosas machistas. Por ejemplo, una vez salimos y todos empezamos a molestar amistosamente a un amigo que apenas estaba aprendiendo a manejar, cuando este se voltea y me dice: “Beyer, usted no diga nada que usted se va a chocar el triple”. ¿Por qué me tenía que decir eso solo a mí y no a los otros tres manes? Entonces, es parar de caer en ese ciclo vicioso, tratar de decirles a los amigos que eso no estuvo bien y no cagarse de la risa cuando los compañeros dicen algo machista. Yo creo que eso sería lo fundamental, pero, además, interesarse en apoyar causas feministas y educarse sobre estas, ya que hay muchísimo desconocimiento.

A menudo se acusa a las feministas de pretender darle la vuelta a la situación para situar a la mujer jerárquicamente encima del hombre, ¿busca el feminismo la superioridad de la mujer sobre el hombre?

No, para nada. Mi feminismo, que es un feminismo interseccional, busca la igualdad en derechos, en acceso y oportunidades de todos los seres humanos, independientemente de género, raza, clase, estrato socioeconómico, etnicidad, etc.

¿Existe una relación directa entre el feminismo y la comunidad LGTBI?

Sí. Las mujeres blancas fueron las revolucionarias que abogaron en Estados Unidos por el voto femenino, pero lo hicieron por el voto de ellas y ya. Ahora bien, en los años 70 sucedieron los disturbios de Stonewall y todas las protestas en contra de la discriminación en base al género o la orientación sexual; este movimiento era inclusivo y le demostró al feminismo cómo debería de ser realmente un movimiento social. Ahora bien, dicen que todas las feministas somos lesbianas (claramente no es verdad), y sería ilógico abogar por los derechos de uno mismo porque a uno le gustan las mujeres; yo abogo por mis derechos porque quiero que las personas a mi alrededor y yo estemos bien.

Cada 8 de marzo las calles y las redes sociales se llenan de mujeres manifestándose por sus derechos, pero ¿cree que los gobiernos tengan como prioridad el asunto o pasa el tiempo y no se ve ningún avance en medidas efectivas?

Definitivamente no, este año ya van más de 100 feminicidios en Colombia. Marta Lucía Ramírez dice pronunciarse en contra del feminicidio, pero no ha dicho qué reglamentación o qué específicamente se va a hacer para prevenir esto. Digamos que a los que matan a una mujer por ser mujer, los meten a la cárcel y les hacen miles de críticas en redes sociales, pero ¿qué podemos hacer para que no llegue hasta ese punto, para que no sean más las víctimas? Mientras no haya un plan para respaldar y cuidar la vida de la mujer, que es lo básico, los gobiernos no estarán apoyando a las mujeres en lo absoluto.

Las mujeres representan el 86% de las víctimas de violencia de pareja en Colombia, ¿qué se puede hacer en la sociedad y desde el feminismo para evitar que esta cifra siga aumentando y, por consiguiente, acabar con esta situación tan desalentadora?

Bueno, en primer lugar, no desmeritar a las víctimas que comparten sus experiencias, no criticarlas, ni hacer suposiciones sobre lo que les pasó. Hay muchísimos comentarios que se hacen con respecto a las mujeres que hablan de su abuso, ya sea físico, sexual o emocional y es siempre preferible creer que la víctima no miente hasta que se demuestre lo contrario. Como individuos debemos apoyar a las personas que creemos están en esa situación, puede ser brindándoles un recurso, sea psicológico o una autoridad competente, o también si conocemos a la víctima mantenernos en contacto, estando muy pendientes; no hacer como si no fuera nuestro problema, porque es el problema de todos.

En Latinoamérica las mujeres se encargan del 73% del trabajo doméstico no remunerado, ¿por qué a pesar de la lucha contra la brecha de género sigue pasando esto en familias de la sociedad moderna?

Por los prejuicios de los que estábamos hablando. A la mujer se le ha visto como si tuviera que quedarse en la casa por su habilidad innata de parir, de crear vida; que me parece lo más hipócrita del mundo. Si uno tiene un bebé, uno lo tiene que cuidar, pero el papá también. Entonces es como ese prejuicio que nació de nuestra habilidad biológica de tener hijos. Se ha vuelto demasiado difícil; han mezclado miles de cosas cuando realmente surgió de nuestra habilidad de parir, si todo el mundo lo viera así, dirían que es ridículo que las mujeres se queden en la casa, que cocinen y limpien por el simple hecho de poder dar a luz.

¿Crees que el machismo es consecuencia del capitalismo?

No, porque en sociedades no capitalistas existe el machismo, entonces no hay correlación ahí. La Unión Soviética, por ejemplo, era uno de los lugares más machistas del mundo, así que no me parece que tenga relación.

¿De qué manera puede una ciudadana o un ciudadano colombiano apoyar la causa?

Primero, limpiarnos de nuestros prejuicios y, segundo, votar, pero dando nuestro voto a personas que realmente representan ideales de igualdad, paridad y justicia. También educarnos a nosotros mismos sobre el movimiento feminista actual, porque es muy diferente asesorarse sobre el movimiento feminista que estaba buscando el voto, al movimiento feminista que lucha por derechos hoy en día.

¿Qué se ve logrando en un futuro de la mano del feminismo?

Legalizar el aborto el Colombia. No sé si eso me toque, pero al menos sembrar la semillita para que eso les toque a las futuras generaciones. Eso sería lo principal.

¿Qué mensaje les da a los adolescentes que la leen en este momento?

Primero, que nosotros tenemos una responsabilidad moral de educarnos a nosotros mismos sobre nuestro privilegio, y no estoy hablando de nuestro privilegio monetario, estoy hablando de nuestro privilegio en general. Yo soy privilegiada, porque tengo educación, tengo dos manos, dos pies, dos ojos que funcionan, una familia unida, tengo privilegios que a veces los hombres no tienen, por ejemplo, poder llorar sin que todo el mundo me estigmatice y me crucifique, etc. Entonces, todos tenemos una responsabilidad moral de identificar nuestros privilegios y de usarlos para que las otras personas no carezcan de estos mismos.

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