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Soy un prisionero más

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Soy un prisionero más
Domingo 29 de marzo, Envigado
Nunca creí decir estas palabras: soy un prisionero en mi propio hogar. No me despierto por necesidad, sino porque ya no puedo más. No como porque el hambre me invada, sino porque todos están en la mesa esperándome. Veo en el mismo lugar las cosas que me sé de memoria: los libros, las revistas, el reloj, el cuadro, el afiche, las medallas…


Me levanto con la idea de que no haré algo distinto a lo de ayer. Soy un prisionero más. Ya todos los días son domingo. Espero que pase algo diferente. Me siento como Forrest Gump y su caja de chocolates, como el pequeño cuadro.

Encuentro pocos espacios en donde de verdad puedo estar disperso y pienso en otras cosas. Incluso las clases sentado en mi biblioteca me sirven para sentir que en serio estoy haciendo algo más.

Pero el espacio en donde de verdad siento eso es junto a mi mascota. Él hace que pueda ver y respirar otros espacios, tan literal como pueda sonar. Disfruto de su compañía y siento que él de la mía. Los perros son la verdadera representación de la alegría y la libertad.

Camino con el mío durante 20 minutos, quizás más, haciendo caso omiso de las recomendaciones que hacen los gobernantes. Lastimosamente nunca he sido tan bueno para seguir instrucciones como el prisionero que soy. Tengo un espacio para tomar el sol.
“Los perros son la verdadera representación de la alegría y la libertad”.
Lo recuperado
Vuelvo a las mismas paredes, a ver a las mismas personas y a realizar lo mismo; intento no cansarme de esto. Quiero buscar distracciones: los pájaros en el balcón comiendo la fruta que a diario y sin falta les pone mi madre. Verlos me distrae.

Ya hasta los reconocemos. Dos pájaros azules, uno más que el otro; pequeñas tórtolas que vienen solo cuando no hay nadie en la sala y se asustan cuando pasamos por el corredor. Y un pájaro negro, grande, al que le hace falta una pata y come solo. No deja acercar a nadie más. A él le tengo miedo.

Aunque no todo es malo. Pude recuperar tantas cosas que había dejado atrás por mil razones y excusas: la relación con mi hermana, andar sin prisa todo el tiempo, el rock and roll y las canciones que cantaba rasgándome la garganta que de verdad siento. Encontré de nuevo mi camino y liberación.
Solo varían los números
Lo único que cambia a diario son las noticias de los nuevos casos. Antioquia actualiza sus números regularmente y nos recuerdan que en Envigado hay nueve infectados que, es muy seguro, aumentarán.

Y también que el alcalde Braulio Espinosa llevó a habitantes de calle a un albergue, que se destinaron 1.300 millones de pesos para ampliar el número de camas de la unidad de cuidados intensivos en el hospital Manuel Uribe Ángel y que en la empresa social del Estado Santa Gertrudis se crearán 56 camas de aislamiento, con inversiones de privados.

¿Soy un prisionero? Sí. Pero en realidad es un momento que por fuerza mayor se debe vivir. Espero ese día para volver a hacer cotidiano lo que pude recuperar: cantar a viva voz las canciones que me hicieron, poder golpear un balón de nuevo y no un rollo de papel. Caminar con mi perro por más de veinte minutos…
Este contenido hace parte del especial
Diario de la pandemia
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