Skip to content

Día cuatro de la cuarentena nacional: ¡Sálvanos, Señor!

Compartir:
Día cuatro de la cuarentena nacional: ¡Sálvanos, Señor!
Viernes 27 de marzo, Medellín
Tan vacía como las calles de Colombia, y como las de otro centenar de países, estuvo la Plaza de San Pedro, uno de los sitios más emblemáticos de Ciudad del Vaticano. Estaba desolada, sin una sola alma católica, y así Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, ofreció la bendición Urbit et Orbi, que significa “a todo el mundo”.


Con el sumo pontífice solo estaba el Cristo milagroso venerado por el pueblo romano. A Él le atribuyen la sanación de la peste negra en 1522.

Mientras tanto, yo, en mi casa, le pregunté a Dios: “¿Qué tiempos estamos viviendo?” Lo cuestioné porque no sé qué tan fuerte es el coronavirus… Dimensionemos: el papa le pidió sanación al crucifijo que “curó” la pandemia más grande y mortífera de la historia. ¡Sálvanos, Señor!

De los engaños, de la información maligna y de la manipulación de las conciencias ¡Sálvanos, Señor!”, aseguró el santo padre y, sin duda, sí que necesitamos una guía divina para sobrellevar estos tiempos.

Vivimos lo que algunos denominan la guerra tecnológica, en la que Pekín quiere tomar ventaja con las 5G, la tecnología de última generación para telefonía móvil. Lo preocupante es que, en esta era digital, todo individuo puede manipular información… ¡Sálvanos, Señor!
La guerra tecnológica que está en marcha: el manejo (¿y control?) de las nuevas autopistas de la información.
Mi credo y religión
De pequeño ayudaba en la iglesia como monaguillo, fue un sueño hecho realidad. Salir en las procesiones, asistir al padre en la eucaristía y vestir de blanco para mí era un motor en mi infancia. Sin embargo, con el pasar de los años he conocido información, sabida por todos, que no los pone como santos de mi devoción. Son humanos, más que divinos.

Creo en un ser especial, creo en la evolución de la vida a otra dimensión y considero que no estamos solos en este universo. Pero mientras avanzo en la vida terrenal, viviré con la intensión de levantarme tras cualquier momento marchito para recibir la luz que me hará crecer. Así lo hacen las plantas, como las que tengo en mi balcón, que ahora estoy tratando de recuperarlas de la muerte.
Las calles siguen monótonas, sin vida.
En tiempos de ¿guerra?
Hoy llama mi atención la difícil situación que se vive en los centros hospitalarios del mundo. Cuando los ventiladores se agotan los médicos tienen que decidir, en pocas palabras, quién vive y quién no.

Sin embargo, no logro entender del todo ese escenario. Como tampoco comprendo el de país y pienso en el uribismo y en el anti-uribismo. ¿Será que un anti-uribista apasionado es capaz de poner sus ideales políticos encima de su ética profesional? Si no nos mata el Ccronavirus, ¿nos mataremos entre nosotros? ¡Sálvanos, Señor!

El Señor nos está salvando: en la Segunda Guerra Mundial Ford dejó de hacer carros para fabricar tanques y maquinaria bélica, Levis hizo uniformes de guerra y General Motors, en tiempos de coronavirus, hará respiradores. ¡Gracias, Señor!
Este contenido hace parte del especial
Diario de la pandemia
Compartir: