Julio Ríos, conocido como “Julioprofe”, ha revolucionado la enseñanza de las matemáticas en YouTube. Lo que comenzó como una simple ayuda para sus estudiantes lo convirtió en uno de los docentes más influyentes de Latinoamérica. Aquí comparte su historia de pasión por la docencia.
“Se sabe dónde empieza la influencia de un maestro, pero no dónde termina”, le decía Rebeca Polo, rectora del colegio Philadelphia Internacional, a Julio Alberto Ríos Gallego, en su momento profesor de dicha institución cuando nadie lo conocía como “Julioprofe”. Él es hora uno de los youtubers más exitosos que ha tenido Colombia. ¿Cómo lo ha logrado? Haciendo lo que más le gusta: enseñar matemáticas.
“¡Un gusto saludarles! Soy Julio Ríos, pero me conocen como Julioprofe”. Así saludó el nacido en Cali el 22 de marzo de 1953, al empezar esta entrevista.
Los profesores suelen ser cordiales y sencillos con sus alumnos, sus pupilos. Yo no era el caso, era un periodista/estudiante en formación, pero se podía sentir su cercanía y amabilidad desde el primer momento, algo que requiere cualquier profesor, en especial de matemáticas.
¡¿Matemáticas?! Sí, profesor de matemáticas, de las materias que los estudiantes suelen odiar más. En su momento, el pequeño Julio no pensaba lo mismo.
“Mis papás siempre se desempeñaron en el área de contabilidad, de facturación de empresas –dice Julio–. Digamos que de allí viene ese gusto. Ellos siempre me inculcaron la responsabilidad por estudiar”.
Esa responsabilidad siempre se mantuvo intacta en Julio, quien fue un estudiante destacado, de los mejores de su generación en el Colegio Lacordaire, donde la realización de actividades exigentes y los profesores fueron claves para reforzar ese gusto por el área.
Todo, hasta que llegó el grado octavo y, con este, el álgebra. Ese año fue un punto de inflexión no solo por la nueva materia, también por el profesor que lo marcó. En efecto, “se sabe dónde empieza la influencia de un maestro, pero no dónde termina”.
“Siempre asistía a sus clases, prestaba atención a sus explicaciones. Las tareas que nos dejaba eran bastantes. En los exámenes me iba muy bien y yo, digamos, me fui ganando una buena reputación con el profesor. Ahí empecé a descubrir que lo entendía y que le podía explicar a mis amigos”.
Álgebra… esa materia sentó las bases para su formación de profesor. Ahí fue cuando más le explicaba a sus compañeros, además de descubrir no solo el gusto por las matemáticas, sino “la facilidad de darme a entender, de poder explicarle a alguien que no entendía, en este caso a mis compañeros del salón. Ahí cuando empezó la historia”.
La universidad y una primera consagración
“Empecé a los 15 años a explicarle a mis compañeros. Cuando tenía 17 y estaba finalizando mi grado undécimo, inicié a dar clases particulares de matemáticas”.
Aparte de las motivaciones que se gestaron desde ciertos profesores y la facilidad de entender el tema, hubo otro factor que lo llevó a la docencia.
“Una tía me impulsó. Me dijo que yo era bueno enseñando matemáticas, que por qué no daba clases a gente del vecindario. Ahí empecé a dar clases privadas. Yo cobraba por eso 500 pesos, en 1990”.
¡Claro!, no llegaba tan perdido a enseñar. En el colegio se le daba fácil entender y explicar matemáticas, geometría, cálculo, álgebra, dibujo, trigonometría, aritmética y física. Las que más consideraba sus fuertes eran matemáticas, física y dibujo, por lo que decidió estudiar Ingeniería Civil en la Universidad del Valle en 1990.
“Nos reuníamos a estudiar y a veces pasábamos de largo, no dormíamos en toda la noche resolviendo los talleres o preparando alguna exposición o proyecto de los que había que entregar, con planos y documento escrito. Era mucha la exigencia académica”.
El “comienzo” de la vida laboral
Como tal, Julio no empezaba la vida laboral. Sus años de experiencia dando clases particulares le daban cierto bagaje para afrontar el comienzo de la etapa laboral post-universidad. En ese momento se presentó un obstáculo, una situación inesperada no solo para él, sino para todos los ingenieros civiles en Cali, su ciudad natal.
“Se dio una parálisis, una crisis, en el sector de la construcción. Muchos de mis compañeros que se graduaron conmigo tuvieron que irse a buscar oportunidades de trabajo en otras ciudades como Bogotá, Medellín e, incluso, se fueron del país”.
Como dice Julio, la gran mayoría, porque él sí se pudo quedar en Cali.
“Por fortuna en esa época tenía bastantes solicitudes de clases. Tenía “muy buena clientela” aquí en Cali. Eran estudiantes de colegios y universidades que me buscaban para que yo les fuera a dar clases. Entonces no sentí la necesidad de ponerme a buscar trabajo como ingeniero, sino que seguí un tiempo más con mis clases”.
“La universidad es una etapa increíble que hay que disfrutar, hay que hacer amigos y también sacar la carrera adelante”.
Esa fue la dinámica con la que trabajó hasta 1998, cuando decidió hacer un “pare”. No porque no le gustara ser profesor: quería probar cosas nuevas, entre esas, un trabajo con una empresa de ingeniería. No le gustó y renunció.
Volvió a su verdadera pasión. “Ahí fue cuando definitivamente dije: me voy por el camino de la docencia”.
La parte de “definitivamente” la cumplió a cabalidad. Hizo una especialización en docencia universitaria y un diplomado en pedagogía para profesionales no licenciados. “Me vinculé con colegios y universidades como profesor de cátedra. Y ahí ya empecé de lleno mi carrera como docente”.
¿No es muy difícil ser profesor?
“Sí. Por ejemplo, no hay cosa más difícil para uno como profesor que tratar de enseñar algo a alguien que de pronto no quiere o no le gusta. Lo primero que se necesita de parte del estudiante es mente abierta, y la disposición y las ganas de aprender”.
Después del tema de la ingeniería civil y de llevar un buen tiempo siendo profesor, ¿no pensó volverse a cambiar?
“Fíjate que no. Nunca dudé en que la docencia era lo que me gustaba realmente. Yo siempre en los lugares que trabajé tuve muy buena recepción por parte de los estudiantes. De hecho, ellos muchas veces hacían cartas pidiéndome a mí como su profesor. Eso me llenaba de mucha alegría, saber que los estudiantes querían que yo fuera su profesor”.
¿Cómo llega a YouTube?
“Eso fue un accidente de la vida que ocurrió en el año 2009”.
Espere, ¿me está diciendo que una de las mayores figuras públicas de Colombia llegó a la fama de forma accidental?
“Sí, así es”.
Era 2009, once años después de que volvió a ser docente tras pasar por la ingeniería civil, una de sus mayores decepciones. Era profesor de un colegio que tenía una jornada de siete de la mañana a cuatro de la tarde. En la noche trabajaba en la universidad como docente de cátedra.
Había quienes tenían clase por la noche y les quedaba difícil asistir. “Yo decía: bueno, ¿cómo soluciono esto?” La respuesta fue YouTube.
“Me puse a buscar en YouTube vídeos de física para apoyar mis clases y mis explicaciones, videos de fenómenos físicos. Empecé a encontrarme con videos de matemáticas en la plataforma”.
Y halló otra inspiración. “Me encontré unos videos de un profesor de España que se llama Juan Medina Molina, el creador del canal lasmatemáticas.es. Ese señor había empezado en 2006 a publicar videos de matemáticas en español”.
“Me llamó la atención y sin duda eso influyó en que dijera: bueno, voy a empezar a hacer videos de algunos ejercicios de los temas que trabajo con mis estudiantes”. Vale aclarar que era más con el objetivo de ayudar a los estudiantes a que pudieran repasar con más facilidad los temas vistos en clase.
Con la inspiración de Juan Medina Molina y la necesidad de que los estudiantes no se atrasen con los temas, el 6 de abril de 2009 Julio Ríos publica en su canal de YouTube el video “SIMPLIFICAR FRACCIONES ALGEBRAICAS – Ejercicio 1” el primero del canal Julioprofe.
El éxito como youtuber
“Te juro que nunca dije ‘voy a abrir un canal en YouTube para darme a conocer internacionalmente’. Ese nunca fue mi propósito. Repito, mi misión era brindar un apoyo extra a mis estudiantes para que ninguno se me quedara”.
Lo curioso es que sus estudiantes no miraban sus videos, es decir, no veían videos de Julioprofe…
“Me llamó poderosamente la atención ver que lo que yo estaba haciendo para mis estudiantes, a quienes veía todos los días en clase, lo estaban era aprovechando otras personas a través de Internet. Eso me entusiasmó muchísimo más”.
Lo que hizo fue seguir y seguir grabando, más que nada por sus estudiantes que veía todos los días, pero también para quienes lo veían a través de una pantalla y aprendían más con él que en sus respectivas clases.
“Empecé a grabar de forma mucho más intensiva y me convertí prácticamente en una máquina de hacer videos, digamos, casi siempre hacia la medianoche”.
En su momento, era difícil de dimensionar a la cantidad de personas a las que Julio estaba ayudando, cómo se puede llegar a tocar la vida de alguien gracias a las matemáticas.
“Es algo muy lindo, ¿sabes? Es una satisfacción enorme ver el cariño de las personas, las muestras de agradecimiento… quienes me abordan quieren una foto conmigo o que yo les firme un autógrafo. De verdad que eso es muy lindo.”
Muchos estudiantes en toda América, en el que me incluyo, le estaremos agradecidos por la ayuda que nos brindó. Yo no podía creerlo el día que lo conocí, fue conocer a uno de mis ídolos. Eso también le pasó al hijo del secretario de Educación del estado de Jalisco, en México.
“Resulta que su hijo veía mis videos y en un evento en México su hijo [del secretario] me buscó para una foto. Él padre le preguntó: ¿y por qué quieres una foto con él? Entonces el muchacho respondió: ‘papá, es que él es el que me ayuda con los vídeos de matemáticas en la escuela’.” Ahí fue cuando ese señor supo de mí y desde que él asumió el cargo como secretario de Educación siempre me ha tenido muy presente”.
El 7 de diciembre de 2020 se llevó a cabo la que fue la clase online con mayor cantidad de espectadores de la historia. Esto llevó a que Julioprofe se llevara el Record Guiness, gracias a la Secretaría de Educación de Jalisco. Era difícil por el día, pero se logró.
“Recuerdo que mucha gente, cuando empecé a anunciar en redes este evento, muchas personas me escribieron diciéndome: “Pero profe, ¿a usted cómo se le ocurre escoger la noche del 7 de diciembre para hacer lo del Récord Guinness?”
“Yo les decía que yo no fui quien escogió la fecha ni la hora: lo hicieron personas de la Secretaría de Educación de Jalisco. Antes yo debo agradecer porque me eligieron a mí como el profesor encargado de dar esa clase”.
Profe, ¿y cómo fue la preparación para esa clase?
“Yo preparé la clase de aplicación de las matemáticas en otras asignaturas de la escuela. Me concentré en la clase, nunca estuve mirando cuántas personas se habían conectado ni nada de eso, estaba era enfocado en dar mi clase”.
¿Qué pasó después?, ¿cómo se enteró de todo lo que sucedió?
“Al finalizar recibimos la gran noticia de que los jueces de Guinness habían contabilizado 213.586 personas y que con esa cifra habíamos logrado la marca mundial, batir el récord que existía hasta ese momento. Ahí logramos el récord Guinness de la clase online con mayor cantidad de espectadores”.
¿Qué ocurrió a partir de ese hecho histórico para internet?
“Los dos días siguientes, mi teléfono no paró de sonar. Eran impresionantes las llamadas de medios de comunicación por radio, por televisión, por internet; era una locura, la noticia se regó”.
“Recuerdo que tuve que tomarme unas pastillas para el dolor de cabeza porque estaba que no daba abasto de todo el bombardeo que recibía por parte de personas interesadas en tener una nota, una entrevista. Fue muy bonito. Fue un logro importante no solo para mí, sino para todas las personas que me acompañaron”.
Hoy, Julioprofe cuenta no solo con el canal con el que inició, ahora tiene dos más que lo acompañan: ese primer canal tiene, a fecha en que se escribe esto, 4.99 millones de suscriptores. El segundo canal, Julioprofenet, cuenta con 897.000 suscriptores. El tercer canal, Julioprofegamer, cuenta con 612.000 suscriptores.
Todo eso suma, aproximadamente, 6.5 millones de suscriptores en total.
“Las matemáticas han tenido mala fama. Dicen que es una asignatura odiosa, tenebrosa, aburrida, que nos saca lágrimas, pero no –afirma–. Yo pienso que precisamente allí está la misión de nosotros los profesores, de poder mostrarle a los estudiantes que las matemáticas están en todas partes, que nos abren puertas y nos permiten entender otras cosas y tomar decisiones en la vida diaria”.
“Creo que el trabajo que hacemos los docentes es poder inspirar a los estudiantes a que lleguen cada vez más lejos”.
Algo muy similar a lo que le decía Rebeca Polo, la rectora del colegio Philadelphia Internacional, donde en algún momento llegó a trabajar: “Se sabe dónde empieza la influencia de un maestro, pero no dónde termina”.