“Unidad y libertad” son las palabras que describen a Club Murakami, banda conformada inicialmente por cuatro estudiantes de música de la Fundación Universitaria Bellas Artes de Medellín. Nació como grupo de estudio y terminó siendo uno de los grupos de jazz alternativo con mayor público en la ciudad.
Juan David Marín, maestro en música con énfasis en guitarra eléctrica y uno de los fundadores de Club Murakami, cuenta que, junto con sus compañeros Jacobo Gutiérrez, guitarrista de la banda; Nicolás Barreiro, bajista; y Luciano Rincón, baterista, han logrado llegar a los corazones de las personas en Medellín por medio del jazz.
“Comenzamos como un grupo de estudio porque en los exámenes de cada semestre había que tocar jazz frente a un jurado que nos evaluaba y definía nuestro rendimiento, entonces era difícil”, dice Juan David, quien gracias a conversaciones que tuvo con varios amigos logró conformar en 2022, como si de película se tratara, un club de estudiantes para practicar para sus exámenes.
“Empecé a ver que las cosas fluían y en octubre de 2022 un amigo nos preguntó que si nuestra ‘banda’ quería tocar en un evento que haría, pero nosotros solo éramos un grupo de estudio”.
Y de una sala en donde las notas musicales se quedaban atrapadas en medio de las paredes lograron ser liberadas para que la ciudad temblara ante el grupo de jóvenes que faltando pocos días para el evento se nombraron Club Murakami.
“Jamás había escuchado una música tan sorprendente, así que me volví un fanático del jazz y más tarde un escritor al que el jazz le enseñó todo”, dijo Haruki Murakami, el escritor japonés que de tanto demostrar su amor por el género, inspiró a unos chicos a llamar a su club en su honor.
Despertar el amor por el jazz
“Lo especial que tiene el jazz es la improvisación”, comenta Juan David quien, aunque siendo muy rockero toda su vida, no le gustaba el sonido que emitía la guitarra al tocar ese género musical.
“Yo decía: no sé cuál es el sonido que yo quiero. Pero cuando ya conocí el jazz, lo primero que pensé al escuchar la guitarra fue: así quiero que suene”.
Un género en el que el 80% es improvisado a tiempo real y que, aunque se toque 10 veces la misma canción nunca sonará igual, fue lo que cautivó al Club, quienes tras el apoyo que han tenido en sus conciertos a lo largo de los años crearon el Circuito del Jazz en Medellín, una iniciativa que implica 40 conciertos por toda la ciudad en 2024 y que obtuvo el apoyo de diferentes medios de comunicación para que llegara a todos los públicos.
“Esto nació con la necesidad de generar más espacios en la ciudad en los que las personas se aproximen al jazz”. Club Murakami ya había tocado en diferentes lugares en el año 2022.
Para 2023, Juan David concretó con su equipo para tocar el último viernes de cada mes en el Centro Cultural Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia, ya que era el día en el que Carlos E. Restrepo, el tan conocido parque de Medellín cerca de allí, está lleno.
A medida que avanzaban los meses también lo hacía la cantidad de público que acudía a verlos que, de hecho, dice Juan David, eran personas que nunca habían escuchado jazz en vivo.
“La gente sí apoya el jazz, lo que no sabe es que le gusta, pero los músicos tampoco se han preocupado por generar espacios diferentes a los que siempre hay”.
A ese cronograma en el que tocaron no solo allí sino en otros cafés alrededor de la ciudad lo llamaron “Noches de jazz”, en donde cada mes el cielo de Medellín sonaba diferente gracias a ellos y su repertorio, con el que lograban no solo entretener a la ciudad sino también educarles en un género tan diverso.
Entre las que llevan, tocaron una noche de jazz gitano, y otra de tributos a músicos de jazz.
Una noche tocaron clásicos decembrinos como Limoncito con ron, versión jazz.
Y aunque muchos creen que el jazz es música elegante, el Club Murakami intenta cambiar esta imagen estereotipada y desinformada que se tiene para lograr democratizar el jazz y darle su propio toque. Un jazz que sea para todos.
El especial costo de tocar jazz en Medellín
Club Murakami ha tenido gran apoyo de las personas que van a sus conciertos, pero el dinero recaudado con boletas que oscilan entre 20.000 y 30.000 pesos, y para estudiantes a 18.000 cuando tocan en el Centro Cultural, no logra cubrir los gastos para que todos los que están detrás del proceso de cada evento puedan vivir tranquilamente.
En la búsqueda de restaurantes, bares o sitios para tocar, se han acercado a Provenza, este famoso sector que no tiene las puertas abiertas a las melodías de este género musical.
Los lugares de la ciudad todavía no le apuestan al jazz, pero los que sí le dan la oportunidad para dejar que la magia del club entre, solo les prestan el espacio, más no les pagan.
Hacer un grupo de jazz en una ciudad en la que las personas todavía no lo escuchan mucho es difícil, pero hacen falta espacios para que este género pueda ser más conocido y darse cuenta de que no es “aburrido” o “demasiado tranquilo”, como muchos lo describen.
Es por eso que Club Murakami se arriesgó a iniciar una tradición entre bandas emergentes o demás músicos que puedan darle estos espacios a Medellín.
Uno de los conciertos del año era un tributo a Brasil y, sorprendentemente, su público estaba lleno de brasileños que les demostraban su felicidad y gratitud al hacerlos sentir, por medio de su música, como si estuvieran de nuevo en su tierra.
Ellos, quienes no han recibido apoyo de Bellas Artes, afirman que llegar a ser ganador de las convocatorias que les permiten la oportunidad de tener un poco más de financiación también es difícil.
“Están los estímulos del ministerio, los departamentales y los de Medellín, pero muchas veces los cupos son muy pocos y los presupuestos son bajos”, dice Juan David.
El objetivo es de todos
Aunque la base del Club Murakami son Juan David, Jacobo, Nicolás y Luciano, hay más integrantes detrás que a veces solo hacen parte del club por unos conciertos, pero que aun así son parte de este.
“Cuando necesitamos otro instrumento para tocar, nos contactamos con amigos con los que sabemos que podemos contar… Somos muchos, tantos que ni siquiera cabemos en una tarima”.
Junto con sus amigos y demás bandas, el Club ha hecho alianzas y transmitido la idea de crear una escena de jazz alternativo en el que toquen a su manera, como les vibra el corazón, salido de todas las reglas del jazz tradicional.
La banda Geografías, por ejemplo, ha sido uno de sus aliados, quienes han llevado el jazz al Oriente antioqueño: “Son como nuestra dupla, son algo similar a nosotros, pero en vez de Bellas Artes, son de la Universidad de Antioquia”.
Han compartido con otras bandas como Compinches, quienes tocan gypsy jazz; Luis Bernardo Jazz Project, y demás, con quienes se han posicionado como el parche del jazz alternativo en la ciudad.
“Yo siempre digo que en la ciudad se viven tres parches: el del Club del Jazz que es un poco más tradicional, el parche vieja guardia que son adultos más dedicados al latin jazz, y el parche alternativo que somos nosotros”.
Club Murakami ha instruido a sus oyentes a entender el jazz, sus melodías ya se encargan de que sientan vivas cada una de las notas musicales que salen de los instrumentos para que se queden en sus mentes.
“Nosotros les enseñamos al público cómo funciona la dinámica del jazz y les explicamos que cuando un instrumento toma la batuta al terminar se aplaude”.
El objetivo de estos cuatro jóvenes se ha estado cumpliendo: democratizar el jazz en Medellín.
En sus conciertos han logrado ver la emoción del público como siempre se la soñaron, con su jazz alternativo que muchos niegan que es jazz, pero ellos con mucho orgullo dicen: “¿Y quién dijo que tenía que ser de una sola manera?”
“Yo siempre digo que nosotros somos muy jazzistas para los rockeros y muy rockeros para los jazzistas”, dice Juan David, quien con sus “tres novias” como le dice a Jacobo, Nicolás y Luciano, ha logrado crear un club en el que pueden ser ellos mismos y que esperan que perdure en el tiempo llevando el jazz a los oídos de todas las generaciones de Medellín.