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Jorge Padilla: de la Ingeniería de Sistemas al Mundial de Tango

Por: Lorena Castaño Morales,
Estefanía Montes Ciro,
Isabella Rodríguez Vélez y
Valeria López Pinilla

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Si se dice que un gato tiene siete vidas, Jorge Padilla tiene más vidas que uno y, además, sabe moverse con más sabor: es bailarín profesional de tango, director ejecutivo y artístico de Chetango —una de las academias más importantes de este baile en Colombia—, profesor de danza, coreógrafo, técnico y tecnólogo en electrónica, ingeniero de sistemas y desarrollador de software. Y sí, efectivamente: moriría si abandona alguna de todas sus pasiones.

Desde temprana edad, Jorge siempre fue un niño destacado: en el colegio resaltaba por su disciplina académica. Disciplina que, años más tarde, se le contagiaría a otra de sus vidas: la artística.

Del 6 al 18 de septiembre de 2022, Jorge participó en el Mundial de Tango, la competición de tango más importante a nivel internacional, este año realizada en Buenos Aires, Argentina. En esta ocasión, Jorge y su pareja de baile, Stefany Ortiz, escalaron hasta la final en las categorías Tango Salón y Tango Escenario.

Pero este no es más que uno de los muchos logros de Jorge: como bailarín alcanzó el título de “Campeón Supremo” en el World Tango Championship, la segunda competición de tango más importante del mundo; y como ingeniero ha trabajado con un grupo de alto nivel en el desarrollo de aplicaciones para grandes empresas como Bancolombia, EPM y Almacenes Éxito.

En entrevista con Bitácora Jorge compartió mucho más que sus siete vidas: compartió la pasión y la magia que lo rodean cada vez que pisa un escenario; y el camino recorrido para alcanzar su propósito de vida.

¿Cómo te describes?

Soy una persona muy alegre. Tengo un temperamento fuerte, pero en muy pocas ocasiones. Tiendo a ser muy justo. Me gusta mucho el deporte. Estuve en equipos de fútbol y básquetbol, siempre tuve una vida deportiva muy activa. Me encanta leer, aunque ahora tengo este hábito un poco descuidado, porque no me queda mucho tiempo, pero es algo que disfruto mucho. También logré participar en concursos de escritura, especialmente de cuentos. 

Si tenías esta pasión por la literatura y la escritura, ¿por qué decidiste estudiar Ingeniería de Sistemas y no algo relacionado a esto?

Realmente, soy muy inquieto y activo. Cuando era pequeño tracé un camino en el que iba a ser ingeniero, aunque no necesariamente de sistemas. De hecho, soy técnico y tecnólogo en electrónica. Cuando comencé en la universidad empecé estudiando Ingeniería Electrónica, pero me incliné más por los sistemas por su prometedor futuro. Como siempre había sido tan inquieto, creo que no me habría inclinado solamente hacia la escritura. La ingeniería fue un propósito de vida, mientras que todas esas actividades que hacía y hago adicionales son por mi personalidad inquieta. No obstante, quizás más adelante me gustaría escribir un libro.

¿De dónde nace este sueño específico de ser ingeniero?

Cuando era pequeño escuchaba la palabra ingeniero y me encantaba. Escuchaba que a las personas les decían el “ingeniero tal” o el “profesor tal” y, escuchando la palabra, se me quedó en la mente. Quería ser ingeniero, no importaba de qué. Siempre he sido una persona muy soñadora, y la palabra ingeniería me causaba mucha curiosidad y me gustaba mucho, así que tenía ganas de estudiar una carrera afín. Además, en mi familia también hay más ingenieros o profesionales en áreas similares a la mía: uno de mis hermanos mayores es ingeniero metalmecánico y otro es tecnólogo en el ámbito electrónico.

¿En qué momento te empezaste a interesar por la danza?

En mi casa mi hermana y una prima empezaron tomando clases de danza y yo, al verlas, quise iniciar también. Un día se mudó al lado de mi casa un profesor de danza, quien actualmente dicta clases en Unión Latina (academia en la que comencé), y empecé a estudiar con él. Me encantaba su metodología para enseñar la salsa y los ritmos tropicales.

¿Siempre te interesaste específicamente por el tango o iniciaste con otros géneros?

La academia donde inicié no era de tango. De hecho, no me gustaba ese género en lo absoluto, pensaba que era una música para adultos. Me encanta la salsa, bailaba mucho la salsa caleña, era mi pasión y competí en varios concursos. No obstante, cuando llevaba más o menos un año y medio en esta academia llegaron unos profesores de tango que me lo mostraron de una forma diferente. Después de eso quedé enamorado completamente. Con una sola clase quedé tan encantado que seguí investigando sobre el tema, buscando vídeos y me terminé obsesionando con el género. En ese punto me salí de Unión Latina y busqué un grupo en el que me pudiera enfocar más en el tango.

¿Cuando te enfocaste en el tango abandonaste por completo los otros géneros de danza o aún sigues practicándolos?

Los practico de manera social, no de manera profesional. El baile es como cuando estás en la universidad: al inicio hay unas materias generales para todas las carreras, pero, a medida que avanzas, encuentras materias más específicas y se empieza a delimitar tu perfil y tu enfoque. Creo que todavía estaría en la capacidad de bailar salsa u otros ritmos, pero mi objetivo y enfoque es el tango. Si quisiera volver a alguno de estos ritmos tendría unas bases que me permitirían no tener que empezar desde cero, pero sí tendría que estudiar de nuevo para llegar a un nivel profesional. 

“La ingeniería fue un propósito de vida, mientras que todas estas actividades que hacía y hago adicionales son por mi personalidad inquieta”.


¿Qué pensó tu familia cuando les dijiste que ibas a dedicarte a la danza profesionalmente?

Como en Colombia no existe la cultura de la danza desde la infancia, prácticamente cuando comienzas en ella es porque eres un rebelde o porque te quieres rebelar contra tu familia. No se ve a la danza y a la cultura como tal como un trabajo, sino como un hobby que no te va a aportar nada. Mi hermana también se metió a la misma academia y hasta fue mi compañera de baile. Así que, al inicio, a mi mamá no le gustó: pensaba que era una actividad que no iba a aportar nada a nuestras vidas.

¿Recibían regaños por parte de ella al estar desarrollando esta actividad?

Sí, las “cantaletas” de mi mamá respecto al tema eran casi diarias, y nosotros ensayábamos todos los días. Nunca le terminó de gustar la idea y ahora solo lo acepta porque ya son muchos años, pero aún continúa con la “cosita” ahí. Sin embargo, hay algo particular que mi mamá tiene y que debo rescatar: ella puede no estar de acuerdo con que hagas algo, pero si eso te hace feliz, te apoya de forma indirecta.

¿Cómo te demostraba ese apoyo?

De varias formas. Recuerdo que en muchas ocasiones nos tocaba ir a presentaciones y mandar a hacer vestuarios, y mi mamá, aunque detestaba que bailara, me daba plata para los pasajes y para los vestuarios. En mi casa siempre fue un tema difícil con mi madre, pero hoy en día ha cambiado su perspectiva porque estoy en una empresa y es algo mucho más serio.

Sabemos que has trabajado como desarrollador. ¿Cómo es este trabajo?

Realmente trabajo para Unisys de Colombia, una casa de software. Lo que hace esta compañía es desarrollar aplicaciones y softwares para diferentes empresas que requieran este servicio. Tenemos clientes como Bancolombia, EPM, Éxito, entre otros. Dependiendo de las necesidades de cada uno de estos, desarrollamos las aplicaciones que nos piden. Yo específicamente estoy asignado al proyecto de Almacenes Éxito, así que hago parte de un grupo de desarrolladores a los que nos entregan las necesidades que el Éxito tiene respecto a software y nosotros hacemos las aplicaciones que permiten que ellos puedan atender día a día su labor.

¿Cuál es tu relación con la academia Chetango? ¿Cómo llegaste a ser su director?

Chetango es una de las academias de tango más importantes de Colombia. Nació hace aproximadamente 15 años. La fundó una empresaria que se llama María Eugenia Ossa, con la que compartí más o menos durante siete años. Cuando estaba en la otra compañía, Chetango ya existía. Estaba al mando general de María Eugenia y contrataba directores artísticos para que la manejaran. Sin embargo, por diversos problemas internos con los otros directores, ella me ofreció el puesto de coreógrafo y me encariñé tanto con el grupo que pasé a ser director artístico. Al final, ella decidió definitivamente no continuar y yo, junto con otro compañero, compramos la corporación y arrancamos solos. Hace algunos años soy el único encargado de la academia y monté todo como nuevo. 

Normalmente, los bailarines que compiten en la categoría de parejas tienen una pareja fija con la que siempre se presentan. ¿Cómo eliges a tus parejas?

Las parejas de tango son como un matrimonio. Es más, creo que son más importantes que un matrimonio: al final terminas compartiendo más con tu pareja de danza que con tu pareja sentimental. Así que es exactamente como cuando eliges una pareja sentimental: se busca que tengan las mismas energías, el mismo enfoque artístico y propósito. Si se cumplen estas características, se encuentra una pareja de baile adecuada. Es fundamental la energía, la personalidad, la claridad en los objetivos y la responsabilidad. En mi caso ser bailarín ha sido todo un reto, porque hago muchas cosas al mismo tiempo: trabajar en mi empresa como desarrollador, todo lo que involucra ser el director de Chetango, ser coreógrafo de la compañía y ser docente de los formativos. Entonces, si no estás con una pareja que esté en la misma tónica, se vuelve todo muy difícil. 

“El baile es como cuando estás en la universidad: al inicio hay unas materias generales para todas las carreras, pero, a medida que avanza la carrera, hay materias más específicas y se empieza a delimitar el perfil y el enfoque de cada uno”.

¿Cuántas parejas has tenido?

He tenido cinco. Comencé bailando con mi hermana y he continuado con múltiples parejas: primero, con la hermana del director de Unión Latina; segundo, con Ana Soraida, con quien más reconocimientos he tenido a nivel internacional; tercero, con Alejandra, una chica con la que gané el Festival Internacional de Medellín, y cuarto, con mi compañera actual, Stefany, con quien realizo todos los procesos.

¿Cómo se prepara un bailarín diariamente para mantener su rendimiento?

Hay muchas formas de prepararse. Todo depende de la seriedad con la que se asuman las cosas. El tango te permite bailar con 80 años y hacerlo muy bonito. Sin embargo, si quieres bailar de forma profesional y realizar un espectáculo, debes prepararte como lo hacen los deportistas de alto rendimiento: ellos tienen rutinas para prepararse físicamente, para fortalecer su cuerpo, su estado físico, su elasticidad y todo lo que les permite lograr el desarrollo de unas capacidades especiales. Lo mismo ocurre con los bailarines. Por mi parte, no me considero únicamente bailarín profesional de tango, sino también deportista de alto rendimiento, pues diariamente tengo unas rutinas bastante exigentes para prepararme en el gimnasio, en todos los temas de estiramientos para mejorar la flexibilidad y en ballet. De esta forma, nuestra profesión puede ser más técnica y limpia. Diariamente dedico mínimo tres horas a la preparación. Y esto también incluye la enseñanza de las clases, ya que con eso me capacito. 

¿Y cómo te preparas en pareja? ¿Las coreografías para las competiciones son hechas por ustedes solos o también tienen acompañamiento de otros profesionales?

Normalmente, la forma en como monto una coreografía es escribiendo la idea que quiero. Escribo el concepto, pienso en vestuarios, colores y propuestas, y lo llevo al elenco profesional de bailarines. A veces mi compañera de baile y yo montamos la coreografía y se la enseñamos al grupo profesional. Otras veces, cuando deseo que el trabajo sea más interdisciplinario y más combinado con otros movimientos, llevo la idea al equipo de bailarines expertos y comenzamos a construirla entre todos. 

En vista de que uno de tus mayores reconocimientos ha sido ser campeón del World Tango Championship, quisiéramos saber: ¿Cómo fue esa experiencia?

El World Tango Championship es uno de los campeonatos más importantes del mundo y se desarrollaba en Medellín. El campeonato más importante de tango que hay se realiza en Argentina, y el segundo es este. El Festival de Tango de Medellín tiene una particularidad muy importante: es el único en el mundo que tiene la categoría de grupos coreográficos. En el año 2012, que fue cuando mi pareja y yo ganamos, hubo algo muy especial: se introdujo la categoría “Campeón Absoluto”, destinado para parejas que bailan muy bien todas las categorías. Así, quedamos como campeones absolutos, ganamos cuatro premios, una recompensa económica y una gira por Europa. Estuvimos en Dubái, Francia, Suecia, Mónaco, entre otros, y en ese viaje logré cumplir algunos de los sueños que tenía de niño.

“Las parejas de tango son como un matrimonio. Es más, creo que son más importantes que un matrimonio: al final terminas compartiendo más con tu pareja de danza que con tu pareja sentimental”.

Es curioso que seas ingeniero y bailarín, porque el perfil que uno se imagina para ambos roles es prácticamente opuesto. Por lo tanto, ¿alguna vez has sentido que tu perfil como ingeniero y como bailarín choquen?

¿Saben qué? Les recomendaría a todos los ingenieros que bailaran. En la universidad a los de ingeniería se les desarrolla una mentalidad muy metódica y enfocada en los resultados, muy cuadriculada. En ingeniería aprendes que 2+2 es 4 y punto, tu pensamiento se desarrolla en torno a la exactitud. El caso contrario es el arte: es impredecible y tiene múltiples interpretaciones, significados, intenciones. A mí me ha funcionado muy bien esa combinación, hasta pienso que se complementan. Para mí, el desarrollo de software es un arte: el cliente te pide un sistema que haga tal cosa, pero no te dice cómo, y entra a jugar la creatividad y el pensamiento crítico del desarrollador. Y en danza es lo mismo: tienes una idea y la vas desarrollando con los conocimientos que tienes. El arte te permite llegar a las personas de una forma más humana, te desarrolla unas habilidades blandas que la ingeniera no te daría. Por eso, la combinación de estas me parece fundamental, y creo que debería de proponerse más este mundo creativo en la vida de los ingenieros.

¿Qué otro tipo de actividades disfrutas realizar?

Me gusta mucho el cine y hacer pereza cuando puedo, ¡no me gana nadie haciendo pereza! También me gustan mucho las series, practicar deportes que antes hacía como el básquetbol, y me encanta pasear y conocer lugares.

Sabemos que cuando estabas en bachillerato hiciste que se parara todo el colegio para que no mezclaran los grupos, lo que demuestra que el liderazgo ha estado presente en muchas etapas de tu vida. ¿Consideras que eres un líder innato o crees que es algo que desarrollaste con los años?

Considero que soy líder innato. Sí, es cierto: paré el colegio. Estaba en grado once y había estudiado con varios amigos desde sexto, pero cuando llegamos a ese grado nos iban a mezclar, así que hice una revolución en ese colegio y al final logré que nos volvieran a juntar.

“Si quieres bailar de forma profesional y realizar un espectáculo, debes prepararte como lo hacen los deportistas de alto rendimiento”.

¿Cómo se ve reflejada la dedicación y exigencia con la que todos te describen al momento de escoger pareja de baile?

Siempre intento que los procesos que tengo para mejorar también los hagan ellas. Cuando uno tiene una pareja de tango, y cuando creas y trabajas como equipo, las cosas salen mejor. Los dos aportan desde su trabajo individual al de la pareja, entonces busco que mi pareja se exija tanto como yo.

La gente a tu alrededor siempre te ha imaginado en cargos de alto poder como, por ejemplo, cuando le dabas ideas al profesor de baile sobre cómo debía hacer las coreografías y él te obedecía. ¿Crees que el ser profesor y coreógrafo es natural en ti o es algo que has afinado con el tiempo?

Creo que las dos cosas. Cuando comencé a bailar tenía una afinidad para coreografiar y, no sé por qué, pero las cosas que me imaginaba acostumbraban a tener viabilidad. A los primeros meses de empezar ya estaba dando ideas y mi proceso en la danza fue muy rápido, en pocos meses ya estaba en un grupo en el que dirigía niños y me encantaba. Los profesores siempre me vieron como un líder y yo también lo sentía así, pero no desde la vanidad sino desde querer un bien común.

Primero empezaste tú y tu hermana a bailar, pero al final todos tus hermanos terminaron bailando. ¿Crees que tú pudiste influir en haber contagiado a otros miembros de tu familia y a otras personas esta pasión por la danza?

Sí, y más en mi rol de docente de tango creo que es nuestra labor: influir en los demás a que quieran participar de este mundo. Más que solo enseñar pasos, quiero que cuando vean mi trabajo digan “yo quiero hacer eso”. En ese caso seguramente pasó lo mismo: le dejé esas ganitas por ahí a la familia.

“La forma en como monto una coreografía es escribiendo la idea que quiero. Escribo el concepto, pienso en vestuarios, colores y propuestas, y lo llevo al elenco profesional de bailarines”.

Como profesor, ¿cómo te describirías? ¿Eres el profesor “cuchilla” o el profesor relajado?

Definitivamente, creo que tengo y manejo un equilibrio: no me gusta estar detrás de la gente, me parece muy desgastante tanto para mí como para el estudiante. Pero, cuando mis estudiantes están en el salón de clase, se esperaría que ya con cierta edad tengan el criterio para decir “yo quiero hacer esto” y que, si van a asistir a una clase, sea porque quieren estar allá, que sean responsables de su propio proceso. Sin embargo, también considero que hay que tener muy presente a quiénes les estoy dando clase: no voy a esperar la misma disciplina que tienen los jóvenes con un cuerpo ya entrenado para la danza en los niños que apenas empiezan ese proceso.

Eres profesional en danza, pero, ¿te gustaría aprender otras ramas artísticas?

Sí. Me encantaría cantar, ¡pero canto muy mal! También tocar algún instrumento, como la guitarra o el piano, me parecería genial. De pronto más adelante lo pueda hacer.

Las personas que trabajan a tu alrededor enfatizan mucho en que eres una persona que escucha y sabe trabajar en equipo. ¿Por qué crees que el trabajo en equipo es importante? ¿Tú cómo la desarrollaste?

El trabajo en equipo es muy enriquecedor, pero creo que tengo algunas falencias. Antes de Chetango dirigía otros grupos de baile y creo que uno se acostumbra a una forma de trabajar en donde casi siempre el que da la última palabra eres tú, sobre todo cuando estás haciendo un montaje coreográfico. A veces me cuesta mucho seguir, porque estoy acostumbrado a que me sigan, y me parece muy interesante rodearme de gente que me exija, un grupo interdisciplinario donde todos aporten me parece mucho más enriquecedor.

“El desarrollo de software es un arte: el cliente te pide un sistema que haga tal cosa, pero no te dice cómo, y entra a jugar la creatividad y el pensamiento crítico del desarrollador. Y en danza es lo mismo: tienes una idea y la vas desarrollando con los conocimientos que tienes”.

Tus estudiantes enfatizan mucho en que tu intención, más que formar bailarines, es formar artistas. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué es importante?

El bailarín es limitado, es un intérprete limitado. Así que, con el trabajo que normalmente hago, si el bailarín más que un bailarín es un artista, puedo complejizar los montajes de las coreografías. Por ejemplo, mis bailarines saben cómo interpretar sus emociones y hacer que el público las sienta. 

Tus estudiantes afirman que lo que más han aprendido de ti es, más que ser buen bailarín, ser buenos seres humanos. ¿Crees que transmites eso? ¿Cómo lo haces?

Tengo una gran admiración hacia mi madre y creo que todo lo que le tocó pasar con nosotros al ser madre soltera de cuatro niños nos ayudó a mí y a todos mis hermanos a desarrollar ese respeto, esa empatía por el otro. En la danza y, sobre todo, en el tango, cuando eres un buen artista terminas reflejando cómo eres en tu vida. No hay forma de separar eso, y creo que se ve reflejado.

“Más que solo enseñar pasos, quiero que cuando vean mi trabajo digan «yo quiero hacer eso»”.

Melisa, tu hermana, afirma que un bailarín muere dos veces y que la primera es cuando deja de bailar. ¿Imaginas tu vida aparte del baile, o crees que esto le da sentido a tu vida?

No tengo el valor suficiente para dejar de bailar. Me aterraría ver que los demás lo hacen y yo no, así que no me imagino dejándolo de hacer.

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