Eureka y dos gaviotas
Texto por
Diana Fernanda Moreno,
Sofia Villada,
Natalia Ángel
Daniel Morales
Esteban Duperly, autor de la novela Dos aguas, nos cuenta más sobre lo tratado en el evento “Cómo transformar la vida cotidiana en literatura”, de la decimocuarta edición de la Fiesta del Libro y la Cultura, que se realizó el pasado 6 de octubre.
Duperly es un escritor y fotógrafo nacido en Medellín en el año 1983 y estudió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana. Ha escrito textos de no ficción de largo aliento, y algunas de sus creaciones han aparecido en publicaciones colombianas como las revistas Arcadia y Dinero.
¿Cómo nació ese amor hacia la literatura y qué lo inspiró a crear Dos aguas?
Mi interés por escribir nació cuando estaba en el grado once, en ese entonces tenía una novia y unos amigos, los cuales se fueron de intercambio al extranjero y a raíz de la ausencia recurrí a escribirles cartas. A partir de ahí descubrí que el acto de escribir me fluía, me relajaba y me entretenía al poder expresar todo mi ser. La novela Dos aguas nace de una experiencia inesperada. Hice un viaje espontáneo, junto con un amigo a la Costa, y después de varios días ya no teníamos nada qué hacer, así que una tarde, sentado junto al mar, en un instante de soledad, vi en la playa unas gaviotas atravesando el orificio que deja la ola antes de ser uno con el mar, fue mi momento de Eureka y supe que escribiría Dos aguas.
¿Qué relación guarda la novela con la cotidianidad?
Para escribir Dos aguas me inspiré principalmente en recuerdos de mi infancia, ya que junto con mi familia debíamos estar mudándonos de un lado a otro, empacábamos la vida entera en unas cuantas maletas para marcharnos a un nuevo hogar. Esas situaciones, que hicieron parte de la cotidianidad y realidad en un pasado, se convierten y las trasmuté en una escena literaria, como lo es el desplazamiento de los personajes del libro hacia el golfo.
Desde su experiencia con la novela, ¿qué cosas se deben tener en cuenta antes de escribir un libro?
Lo más difícil de escribir un libro es la investigación de fondo, esos procesos de documentación previa. Se deben crear los universos narrativos de manera que sean verosímiles y tengan todas las reglas, tanto físicas como atmosféricas como geográficas, y que tengan sentido y sean creíbles para el lector, para poder hablar con propiedad sobre cosas como los tiempos que se demoran los personajes en llegar de una ciudad a otra es necesario consultar los kilómetros y así estimar el trayecto, por eso tuve que consultar hasta mapas antiguos del imperio austrohúngaro.
¿Cómo se supera esa distancia, que mencionabas en el evento de la Fiesta del Libro, entre el momento en el que llegan las ideas a la mente y cuando ya se van a plasmar en el papel?
Es un proceso de maduración de la palabra. Al final es una idea de cambio, ya que esta pasa por varias etapas donde no habrá un resultado idéntico, pero igual no perderá la misma esencia que esta tenía inicialmente. Cuando empiezo a escribir con una idea principal, la voy “nutriendo” mientras se me ocurren más cosas. No recomiendo escribir una idea de una obra como punto de llegada, sino como punto de partida.
¿Para usted quién es el más grande de la literatura colombiana y por qué? Me gusta mucho Eduardo Caballero Calderón, periodista, novelista y político colombiano. El Cristo de espaldas y Siervo sin tierra son dos de mis obras favoritas de Calderón. De allí se puede aprender mucho léxico y estructuras narrativas, pero a la vez son textos fáciles de comprender.
¿Cuáles considera que son los principales obstáculos para los escritores en Colombia?
Para responder esta pregunta, les recomiendo leer un artículo de Christopher Tibble, en la revista Arcadia, acerca del tamaño del mercado editorial colombiano, el cual me produce tristeza. Lamentablemente, este mercado editorial colombiano es muy pequeño, al menos para el ámbito literario y también debemos sumarle las bajas tasas de lectura con las que cuenta el país.
¿Cómo ha afectado la situación de la pandemia a la literatura en el país?
Si algo nos demostró esta pandemia es que los relatos son una cosa que necesitamos los seres humanos. Algo en lo que afectó la pandemia fue en los lanzamientos de libros, ya que no se puede reunir la gente ni se pueden organizar los eventos.
¿Por dónde debería empezar una persona que quiere adquirir el hábito lector?
Es complejo incentivar a la gente a leer, porque es una actividad retadora y un proceso mental e intelectual, por eso es importante practicarlo. El valor de la literatura está en ponernos en los zapatos del otro; por lo tanto, la lectura nos permite ser empáticos, ese es un punto a tener en cuenta como motivación para empezar a leer. Por otro lado, yo utilizo la lectura como un método para matar la aburrición.
¿Qué opina qué pasará con los libros físicos en un futuro, dado el auge que están teniendo los e-books con la virtualidad?
Pienso que los libros digitales siguen siendo muy “subutilizados”. Son como un espejo en pantalla y un libro en papel, también creo que estos libros deberían ir más allá y contener más posibilidades a la hora de ser leídos. Apoyo el concepto de las nuevas lecturas, ya que no me cierro a que la acción de leer sea solamente sentarse y sostener un libro en las manos, siento mucho potencial en los podcasts. Para mí el libro escrito seguirá, porque la lectura en sí viene acompañada de un ejercicio intelectual y cerebral más complejo que el simple hecho de escuchar un contenido sonoro.