El legado Montoya

Ser joven y vivir en el competitivo mundo del deporte nunca ha sido fácil. Así lo demuestra la vida de Sebastián Montoya, quien, desde muy corta edad, se ha visto envuelto en el automovilismo, gracias a su padre, el famoso corredor colombiano Juan Pablo Montoya, quien ha participado en múltiples categorías a lo largo de su vida, con gran reconocimiento mundial. La familia Montoya siempre ha sido muy cercana a este mundo, primero con Juan Pablo y ahora con Sebastián, así que ya están acostumbrados a estar regados por el mundo y han aprendido a vivir a la distancia.

Sebastián tiene una muy buena relación con su familia, ya que su papá también es su coach y su mamá lo acompaña en algunas carreras, de tal forma que siempre uno de los padres se encuentra con Sebastián y el otro con sus hermanas, Paulina, de 14, y Manuela, de 10 años; cuando su mamá, Connie Freydell-Montoya lo acompaña, aunque ella disfruta mucho, se preocupa y confía en que Dios lo cuide para que no le pase nada, ya que como mamá le resulta apoyarlo en ese mundo tan peligroso.

A sus 15 años, Sebastián sigue los pasos de su padre y ya es conocido mundialmente por sus logros en karts, donde obtuvo distintos reconocimientos. Los más importantes de su carrera, han sido las Vegas Rok Cup y el Winter Series de SkUSA; este año comenzó su carrera en categorías Fórmula, en la Fórmula 4 italiana y alemana, con el equipo referente italiano PREMA Racing, que compite a todos los niveles de las series semillero (formación hacia la Fórmula 1) de monoplazas FIA, este año de debut ha sido de grandes aprendizajes para Sebastián.

Cuando Sebastián era bebé lo llevaban mucho a las carreras de su papá, e incluso en Silverstone y Brasil lo metieron en el trofeo de Juan Pablo. En otra ocasión, cuando estaba un poco más grande, le gustó tanto el carro de su papá, cuando fue patrocinado por M&M en Nascar, que Juan Pablo le consiguió un capó para él. Con el tiempo, tras practicar varios deportes, desarrolló la misma pasión que su padre por el automovilismo y comenzó a correr en karts. A pesar de que padre e hijo tienen personalidades muy distintas, Sebastián es divertido, extrovertido, charlatán, está lleno de carisma y la gente lo quiere mucho, ambos comparten su dedicación y ganas de ganar. Sin embargo, Sebastián sigue siendo un niño de 15 años que está en el colegio, estudia en línea y solo buscar alcanzar sus sueños.

¿Cómo fue su infancia siendo hijo de una estrella?

Yendo al colegio y yendo a todas las carreras de Nascar. Yo chiquito no veía a mi papá como una estrella. Para mí era normal.

 ¿Qué recuerdos tiene sobre su primera vez en un autódromo?

Estaba demasiado chiquito para acordarme. Por fotos sé que me metieron dentro del trofeo en Silverstone y en Brasil, pero de resto no más.

 ¿Alguna vez ha tenido miedo de los riesgos de la velocidad?

¡Cuando veo la pared acercarse más y sé que le voy a pegar!

¿Cuántos accidentes ha tenido?, ¿cuál efue el primero que recuerda y cuál ha sido el más grave?

Uno se estrella mucho. Este año he tenido tres grandes, el más duro fue definitivamente el más reciente, en Imola.

 ¿En qué momento decidió dedicar tu vida a las carreras? ¿Y por qué no a otro deporte?

Porque me gustaba más el automovilismo y me va medio decente.

¿Cómo separar su vida personal de su profesión, principalmente con su padre?

Mi vida personal es la de cualquier niño de 15 años. Ando con mis amigos, juego video juegos, etc. La profesional son mis carreras y en ese momento mi papá no es mi papa, sino mi coach.

¿Cómo es tener a su papa de coach?, ¿qué le dice, lo regaña?, ¿cuál es el consejo que más repite?

Mi papá es un coach como cualquier entrenador, regaña, felicita, etc. ¡Pero lo que más me dice es que tengo que pasar bueno y disfrutar! 

¿Qué papel jugó su mamá en su infancia?, ¿qué representa ella en su vida?

Es mi mamá. Siempre me han apoyado, pero me regaña, me educa, me consiente. ¡Mi mamá!