El museo que exhibe el alma católica de Antioquia
Piezas de alto contenido simbólico que dan cuenta del espíritu religioso que ha tenido este departamento a lo largo de su historia se aprecian en el Museo de Arte Religioso del municipio de Jericó.
Este lugar, que abrió sus puertas por primera vez en diciembre de 1973, es particular no solo por su arquitectura, variedad de elementos o por el tiempo que lleva activo, sino porque nació de una manera muy peculiar: a través del voto popular.
Medio siglo atrás, cuando se construyó la catedral de Jericó –un templo en ladrillo ubicado en el parque principal de esta población de la región Suroeste de Antioquia– se dejó desocupado un piso debajo del templo para que fuera destinado a situar algo de importancia para la comunidad. ¿Qué debía ser? No se sabía bien.
Por eso, en puntos estratégicos de la población se pusieron urnas de madera para que los habitantes del pueblo votaran sobre qué querían que se ubicara allí. Muchas opciones se pusieron sobre la mesa: unos dijeron que una casa cural, otros hablaron de una plaza de mercado y no faltó quien manifestara que lo mejor era poner un parqueadero.
Sin embargo, la mayoría consideró que se necesitaba un centro cultural y ganó la idea de un museo que, sin darse cuenta, se convertiría en único en el país. El párroco Pompilio Gallego y el obispo Augusto Trujillo Arango, quienes tenían la última palabra, decidieron que fuera un museo de índole religiosa enfocado en el arte. Para eso aprovecharían que en la parroquia había una amplia cantidad de piezas y que otras más podrían ir llegando por donación de familias para la Diócesis de Jericó.
De esa manera nació el Museo de Arte Religioso, institución cultural que hace unas pocas semanas cumplió 46 años, y que es uno de los lugares jericoanos que retrata de manera fiel uno de los ámbitos que hacen que este municipio sea reconocido a nivel nacional: un epicentro de la fe católica.
Este lugar, que abrió sus puertas por primera vez en diciembre de 1973, es particular no solo por su arquitectura, variedad de elementos o por el tiempo que lleva activo, sino porque nació de una manera muy peculiar: a través del voto popular.
Medio siglo atrás, cuando se construyó la catedral de Jericó –un templo en ladrillo ubicado en el parque principal de esta población de la región Suroeste de Antioquia– se dejó desocupado un piso debajo del templo para que fuera destinado a situar algo de importancia para la comunidad. ¿Qué debía ser? No se sabía bien.
Por eso, en puntos estratégicos de la población se pusieron urnas de madera para que los habitantes del pueblo votaran sobre qué querían que se ubicara allí. Muchas opciones se pusieron sobre la mesa: unos dijeron que una casa cural, otros hablaron de una plaza de mercado y no faltó quien manifestara que lo mejor era poner un parqueadero.
Sin embargo, la mayoría consideró que se necesitaba un centro cultural y ganó la idea de un museo que, sin darse cuenta, se convertiría en único en el país. El párroco Pompilio Gallego y el obispo Augusto Trujillo Arango, quienes tenían la última palabra, decidieron que fuera un museo de índole religiosa enfocado en el arte. Para eso aprovecharían que en la parroquia había una amplia cantidad de piezas y que otras más podrían ir llegando por donación de familias para la Diócesis de Jericó.
De esa manera nació el Museo de Arte Religioso, institución cultural que hace unas pocas semanas cumplió 46 años, y que es uno de los lugares jericoanos que retrata de manera fiel uno de los ámbitos que hacen que este municipio sea reconocido a nivel nacional: un epicentro de la fe católica.
Amplia colección
Un aproximado de 2.500 piezas, entre las que sobresalen ornamentos, ruecas, registradoras, campanas, elementos de cobre y oro, maquetas, cristos, pesebres, pinturas y demás, lo convierte en un patrimonio cultural digno de preservar y admirar.
“Yo creería que Jericó fue pionero en la creación de museos porque en esa época no se usaban”, dice Nelson Restrepo, un hombre que tiene un marcado acento paisa y que, como historiador de la localidad, es amplio conocedor de este museo. En un principio se tenían secciones de antigüedades, arte contemporáneo y arte religioso, pero cuatro años atrás buena parte del componente artístico fue donado al Maja, el museo de antropología y arte del municipio.
“Yo creería que Jericó fue pionero en la creación de museos porque en esa época no se usaban”, dice Nelson Restrepo, un hombre que tiene un marcado acento paisa y que, como historiador de la localidad, es amplio conocedor de este museo. En un principio se tenían secciones de antigüedades, arte contemporáneo y arte religioso, pero cuatro años atrás buena parte del componente artístico fue donado al Maja, el museo de antropología y arte del municipio.
La distribución de la muestra
En la parte frontal del museo se exhibe hoy la mayor parte de piezas: hay desde ornamentos que retratan la manera en la que se vestían los obispos hace más de 70 años hasta estampas, campanas, copas, camándulas y estatuas de todos los tamaños.
Atrás hay unas escaleras que conducen a un pasillo oscuro que rodea el auditorio del museo, el cual tiene un aforo para 800 personas. A lo largo de este curvo pasillo se muestran todas las imágenes de Semana Santa, que se sacan únicamente para las procesiones de esos días sagrados. Entre ellas hay algunas que tienen más de 150 años y que fueron traídas por Santiago Santamaría y Bermúdez, fundador de Jericó.
Las piezas en exhibición no requieren de un mantenimiento especial, ya que muchas de ellas son preservadas en vitrinas que impiden el paso del aire y del polvo, mientras que las que no cuentan con esa protección solo necesitan de una limpieza periódica. Personas de la comunidad allegadas al museo aseguran que habría que mejorarle la iluminación, dotarlo con vitrinas de mayor seguridad para exhibir los elementos de oro que se tienen guardados y conseguir más objetos que enriquezcan la colección.
Atrás hay unas escaleras que conducen a un pasillo oscuro que rodea el auditorio del museo, el cual tiene un aforo para 800 personas. A lo largo de este curvo pasillo se muestran todas las imágenes de Semana Santa, que se sacan únicamente para las procesiones de esos días sagrados. Entre ellas hay algunas que tienen más de 150 años y que fueron traídas por Santiago Santamaría y Bermúdez, fundador de Jericó.
Las piezas en exhibición no requieren de un mantenimiento especial, ya que muchas de ellas son preservadas en vitrinas que impiden el paso del aire y del polvo, mientras que las que no cuentan con esa protección solo necesitan de una limpieza periódica. Personas de la comunidad allegadas al museo aseguran que habría que mejorarle la iluminación, dotarlo con vitrinas de mayor seguridad para exhibir los elementos de oro que se tienen guardados y conseguir más objetos que enriquezcan la colección.
Patrimonio local
El historiador Nelson Restrepo, quien es el vicepresidente de la junta del Centro de Historia, señala que no se imagina a Jericó sin el museo, puesto que este hace parte del paisaje del municipio y que su población tiene un arraigo especial por todo lo que significa cultural y religiosamente para ellos. Según él, “el museo crea cierto sentido de pertinencia con su entorno”.
Restrepo califica al lugar como “único”, tanto por su arquitectura como por haber sido pionero en estar en un municipio colombiano, dado aque este tipo de espacios por lo general se ubican en las ciudades. Por eso señala que “es crucial recrear exposiciones con lo que es nuestro, con lo que nos pertenece”.
En definitiva, este tipo de espacios permiten que turistas y locales se maravillen con la riqueza cultural que ostentan, en especial los primeros, que cuando van a Jericó esperan encontrar un pueblo tradicional y se llevan otra impresión. De igual forma, este museo en particular funciona como un baúl para almacenar la tradición oral y una parte importante de la cultural regional de Antioquia como es su aspecto religioso.
Restrepo califica al lugar como “único”, tanto por su arquitectura como por haber sido pionero en estar en un municipio colombiano, dado aque este tipo de espacios por lo general se ubican en las ciudades. Por eso señala que “es crucial recrear exposiciones con lo que es nuestro, con lo que nos pertenece”.
En definitiva, este tipo de espacios permiten que turistas y locales se maravillen con la riqueza cultural que ostentan, en especial los primeros, que cuando van a Jericó esperan encontrar un pueblo tradicional y se llevan otra impresión. De igual forma, este museo en particular funciona como un baúl para almacenar la tradición oral y una parte importante de la cultural regional de Antioquia como es su aspecto religioso.