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NEA: más que una marca, un testimonio de vida

Por Katherin Bonilla Martínez

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Sebastián Castrillón, fundador de la marca de ropa NEA, sufrió un accidente a los 16 años y perdió la habilidad de caminar. Recorrió las calles buscando los mejores proveedores para empezar su empresa: hoy tiene tienda física, 50 puntos de distribución y viste a famosos como Ryan Castro, James Rodríguez y Richard Ríos.

A sus 16 años, Juan Sebastián Castrillón Mejía tenía una rutina: despertaba a las 5:00 a.m. en su barrio Santa Cruz, desayunaba lo que su abuela le hacía, le daba un beso a su madre y se iba a entrenar como lo hacía con tanta devoción desde los seis años.

Había debutado en la Liga Antioqueña de Fútbol, siguió en las inferiores del Envigado Fútbol Club y, por último, en la selección Antioquia.

Así todos los días, sin falta. Amaba el fútbol. Era la oportunidad para salir del barrio y darle a su familia todo lo que se merecían.

El famoso futbolista James Rodríguez es uno de los clientes de esta marca. Foto cortesía

Al momento del accidente cursaba el grado once en el colegio Hispano en la ciudad de Medellín. Tenía una novia con la que llevaba un año, vivía la vida loca con sus amigos, fiestas y deporte; lo tenía todo.

Su madre, Mónica Mejía, era modelo y por temporadas trabajaba en Miami con su hermana como mesera en un restaurante. También era comerciante, compraba ropa en Panamá y la vendía en Medellín.

Su padre, Juan Carlos Castrillón, no mostró interés en hacer parte de su crecimiento. Si se vio con su hijo diez veces, sería exagerar. Se fue al año que Sebastián nació y formó otra familia y tuvo dos hijos más, uno mayor y otro menor que él.

“Yo me levantaba, desayunaba fútbol, mi vida era el fútbol”, dice Sebastián. Foto cortesía

Un giro de 180 grados

Eran las 7:30 p.m., Sebastián y su primo Cristian se dirigían al municipio de Santa Fe de Antioquia, a la finca de la familia de su padre. Al cruzar por el vecino pueblo de San Jerónimo, en medio de tantas curvas y mientras iba de copiloto, Sebastián cayó en los brazos de Morfeo y solo despertó al sentir un fuerte impacto: el carro había chocado de frente contra otro.

Por el golpe sufrió el efecto látigo, todos los músculos del cuello se le tensionaron. Este accidente le daría un giro de 180 grados a su vida, todo era borroso y confuso para él. Antes de perder el conocimiento, a lo lejos oyó como el otro conductor llamaba a la ambulancia.

Los pitidos incesantes del monitor de signos vitales se iban haciendo más claros y fuertes a medida que recuperaba la conciencia. Despertó en un hospital de San Jerónimo. La figura de su madre y su abuela fue lo primero que vio al abrir los ojos.

Con una fisura en la frente, un hombro dislocado, el radio y la muñeca enyesados, contra todo pronóstico al mes se recuperó.

Los próximos 3 meses fueron el infierno vivo para Sebastián, su cuerpo empezó a degenerarse.

El proceso de deterioro de su cuerpo fue lento: primero su pie, luego las rodillas y al intentar caminar solo tambaleaba.

Su cuerpo había despertado una condición neurodegenerativa ocasionada por un trauma craneoencefálico. No tenía estabilidad ni control motor, se caía, no podía caminar por sí solo. El doctor dijo que tenía algo muy particular y extraño, parecido a la paraplejia.

El centrocampista Richard Ríos es otro futbolista que viste con frecuencia la ropa de Sebastián Castrillón. Foto cortesía

Fue una temporada difícil para su familia, apenas subsistían con los ahorros de su madre quien dedicó cada segundo de su vida a cuidarlo. Sus amigos se alejaron, igual que su novia. No pudo graduarse ni mucho menos asistir a la universidad.

Su madre vendió el carro y el apartamento que tenían para cubrir los gastos del hospital.

Parce, eso me jodió, ahí fue que dije: esto es real”, fueron las palabras de Sebastián al descubrir que no podría volver a caminar y difícilmente podría usar sus funciones motrices. “Fue muy duro, uno es que lo vive, el que lo siente”.

Por parte de su familia tiene un apoyo enorme, ­lo ayudan cuando saben que lo necesita; de resto, lo dejan valerse por sí mismo.

Sebastián dentro del local donde vende su ropa de manera directa. Foto cortesía

No existen atajos (NEA)

Al no poder estudiar ni trabajar, no quiso lamentarse. Una noche, en medio de sus cuatro paredes, decidió que quería crear una marca de ropa que lo representara, que quienes la usaran se identificaran con él, manejar un estilo streetwear.

Admiraba mucho a J Balvin. “Cuando nadie me la dio, yo me la di” era la frase de su canción Di mage que inspiró a Sebastián a renacer como el ave fénix.

En el año 2021 nació NEA, el disminuido de “No existen atajos”, frase que significa mucho para Sebastián: “Todo en la vida es trabajo duro, el éxito es una consecuencia del esfuerzo de todos los días”.

Empezó comprando camisetas de tela fría en el centro de Medellín para luego estamparlas. Al principio, lo hacía sobre pedido y solo podía costear entre cinco y diez camisas. Los logos eran completamente diseñados por él.

Iba siempre en indriver al centro de Medellín y al centro comercial el Diamante a buscar gorras, camisetas, busos… buscaba muchos referidos en precios y calidad buscando lo mejor para su marca.

Las frases que estampaba en las gorras y en las camisas nacían con el propósito de que la gente se identificara con él. Creó un sueño sin plata y ha construido un movimiento entre la gente.

Rápido se convirtió en el creador, vendedor y gerente de su propia empresa. Decidió abrir su propia página de Instagram y en un año, por medio del voz a voz, logró llegar a 70.000 seguidores.

“Ryan Castro tiene un corazón enorme”, afirma Sebastián. Foto cortesía

“Cuando uno hace las cosas bien, Dios lo premia a uno”, afirma. Pedro Castellano, el creador de la marca de ropa Monastery, era un hombre al que Sebastián admiraba.

Sebas tenía clara la importancia de las relaciones públicas, así que un día, por medio de Instagram, supo que Pedro estaría en la apertura de la tienda Sili Dubai, en la que Monastery es distribuidora. Fue a mostrarle su marca a todas las personas presentes y, al ver a Pedro, se acercó:

–Parce, ¿qué más? Esta es mi marca, se llama NEA, puedes seguirme en Instagram –le dijo lleno de emoción.

–Parce, qué proyecto tan bacano, anota mi número para que estemos en contacto –contestó Pedro.

Desde ese momento empezaron a hablar todos los días por WhatsApp. Con el tiempo, más allá de los negocios, su amistad creció.

Fue gracias a Pedro que Sebas conoció a Ryan Castro cuando lo invitó al video de la canción Monastery.

“Ryan tiene un corazón enorme”, afirma Sebas. Ese día montó una historia con él en Instagram, lo que le dio un gran impulso en redes.

Pedro, más que haberle dado la oportunidad de crecer en los negocios, ha sido como un papá. Le aprende muchas cosas del oficio: “Uno no se las sabe todas, hay que reconocer a los que saben más que uno”. Pedro marcó su vida por completo, desde el día que lo conoció hasta hoy.

Sebastian Castrillon, “la nea”, como cariñosamente le dicen sus amigos, a sus 23 años ha salido de las adversidades de la vida y gracias a ello su empresa tiene una proyección de crecimiento impresionante.

Su negocio dejó de ser solo una marca de ropa, se ha convertido en un movimiento y ejemplo de superación; sin embargo, en la vida no existen atajos.

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