Andy Witchger, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons
Del mundo a Colombia: un recorrido por la vida y obra de la electrónica
Santiago Gordon, Andrés Hernández
El pasado alimenta el futuro
Para amenizar este capítulo escuche Electronic Sonata de George Russell.
La música electrónica es negra por naturaleza. Si nos remontamos a las dos últimas décadas del jazz ecléctico, podremos encontrar un océano de sonido vasto y profundo donde entenderemos que la música electrónica ha trascendido fronteras sónicas y ha influenciado toda la industria musical desde antes de tener un nombre en la gama de géneros musicales. Esa fusión de los sesenta, setenta, el neoclasicismo de los ochenta e incluso la fusión jazz de los 90 dieron paso a un embrión mucho más grande que permitió estar donde estamos.
Desde Sun Ra hasta a Alice Coltrane se tejió una ficción sonora ambiciosa y audaz que sirvió de inspiración para varios oyentes como nosotros.
Un nacimiento inesperado
Si vamos a hablar sobre la vida de un género, uno con tantas variantes y momentos como este, se hace casi imposible abarcar cada desvío, cada invento, cada revolución en los límites de nuestro proyecto, tenemos que comenzar de manera obligatoria exponiendo nuestro concepto de música electrónica.
Y es que si consideramos que abarca cualquier producción que contenga el uso de instrumentos electrónicos, la gran mayoría de música contemporánea entraría en esta categoría e incluso cada canción o momento histórico en que se haya utilizado un sonido en particular, sin importar que tan pequeña o limitada su función, tendría que ser tomada en cuenta, lo que podría llevarnos a fechas tan lejanas como 1876, año de la invención del primer sintetizador por Elisha Gray o, más lejos aún, la creación del teclado Golden Dionysus por el pionero Václav Prokop Diviš en 1748.
Por ello, con el objetivo de delimitar el rango de esta tarea, su enfoque y el punto de partida, definiremos como música electrónica aquellas producciones en las que los sonidos electrónicos, análogos o digitales son primordiales en la concepción de la pista. Así, podemos empezar a hablar de la música electrónica como género en un periodo de tiempo específico donde lo antes descrito comienza a verse reflejado de manera significativa. La década de 1970.
En dichos años, con más frecuencia mientras más avanzaba la década, múltiples artistas europeos, la banda de rock Pink Floyd y el jazzista Herbie Hancock, entre otros, empezaron a explorar y experimentar con nuevos sonidos que eran obtenidos gracias al uso de sintetizadores y osciladores, lo que les permitió revolucionar su propio sonido y abrir los horizontes de lo que era considerado permitido en sus propios géneros. Otros artistas utilizaron esta oportunidad para imprimirle una nueva dirección a la producción musical, enfocada en priorizar la creación de nuevos sonidos.
Kraftwerk, Vangelis, Jean – Michel Jarre, Goblin, Tangerine Dream, Brian Eno, Giorgio Moroder… una nueva ola de creativos musicales que se convertirían en los cimientos de un género mutante, inestable y volátil, que dominaría bandas sonoras, clubes y discotecas alrededor del mundo entero.
synthpop, new wave, italo disco, eurobeat… ya en la década de 1980 veríamos la maduración de la electrónica con una explosión de nuevos géneros, más sofisticados, gracias a los avances tecnológicos de la época, como el MIDI (interfaz digital de instrumentos musicales), el cual revolucionaría la forma en la que los instrumentos e interfaces digitales se comunican entre sí.
Pero sofisticado no significa que crear música fuese complicado, por el contrario, estos avances permitieron que la electrónica se convirtiera en uno de los géneros musicales más accesibles a la hora de producir, una tendencia que se mantendrá hasta la actualidad. Lo único necesario, además de la experiencia musical, es un computador.
Esto inició un dominio que, por lo menos durante los 80s, no parecía tener competidor. Fuese en la radio del carro, en MTV o en el festival más grande del año, la electrónica dominaba la escena mainstream.
Artistas y bandas como Kim Wide, Depeche Mode, New Order y Dead or Alive dominarían los listados musicales de la primera mitad de la década, con hits como Kids In America (1981), Just Can’t Get Enough (1981), Blue Monday (1983) y You Spin Me Round (1984), respectivamente. Mientras que grupos como A-ha, Erasure, Pet Shop Boys e Information Society se sumarían, junto a varios de los mencionados, ya a este punto actores legendarios, a las listas de éxitos en la segunda mitad de los 80s, con singles como Take On Me (1985), Sometimes (1986), It’s a Sin (1987), What’s On Your Mind (1988), entre otros.
La ciencia del breakbeat y la cultura rave
Para amenizar este capítulo escuche Critical Breakdown de Ultramagenticl
La tierra estaba húmeda, el sol pegaba directamente y el viento sacudía con una leve fuerza, el ambiente perfecto para que la semilla de los antiguos maestros del jazz germinara en las juventudes revolucionarias de los ochentas y empezarán a imponer sus quiebres (breaks) en el mapa sonoro de la escena musical, que ya empezaba a tener en su radar a los sonidos electrónicos.
Tanto así que empezaron a surgir revoluciones internas en lo que se consideraba música electrónica, la cual era conocida por tener su clásica fórmula de 4 golpes de bombo (kicks) en 4 tiempos, o como se le conoce normalmente un 4×4.
De eso se tratan los breaks, de quebrar el ritmo que se tenía establecido para llevar al oyente a una nueva realidad sónica donde las variaciones, el sampleo y las voces del futurismo afro diaspóricas del nuevo hip hop se fusionan en un flujo continuo que ha marcado la revolución en la música y ha retomado fuerza en la actualidad.
El sampling ofrece una manera de colapsar todas las músicas negras en un chip. Greg Gate
Si bien el appeal mainstream de la electrónica sufriría de una caída en popularidad a finales de los 80s e inicios de los 90s, gracias producto en gran medida de lo que sería la incursión de actos rebeldes, abstractos y transgresores, como Nirvana, Sonic Youth y Radiohead, por nombrar a algunos, ella volvería a dominar la escena, durante lo que para muchos es la década de la experimentación del género.
El Techno saldría de su hogar en Detroit y Chicago para incursionar en el viejo continente. Nuevos artistas y teorías musicales empezaron a surgir por este choque cultural, causando una revolución, veloz y explosiva, que tomó las pistas de baile como suyas. eurodance, acid house, jungle, drum’ n’ bass, trance, breakbeat… Alan Ford, Black Box, The Shamen, Paul Van Dyk, Robert Miles, Underworld y Orbital. Géneros y artistas que sonarían en nacientes clubes y antros en América, Europa y Asia, que inmortalizarían una época de excesos sonoros en el colectivo social. Berghain en Alemania, The Haçienda y Ministry of Sound en Inglaterra, Amnesia y Space en España, Zouk en Singapur, Motor y Tunnel en Estados Unidos. El mundo le pertenecía una vez más a la electrónica.
Pero no paró ahí. Si bien la cultura rave, sus géneros y artistas, se apoderaron de los clubes de baile, surgirían nuevos géneros, más enfocados a experiencias personales, ideales para el melómano, el coleccionista, el purista. El idm (intelligent dance music), trip hop, new synthpop, glitch pop, aportaron ideas complejas que impulsaron una de las épocas creativas más impresionantes en la historia musical.
Aphex Twin, Autechre, Sweet Trip, Dj Shadow, Massive Attack, Portishead, Daft Punk, Björk, Fatboy Slim, Moby… son artistas que trajeron consigo sonidos destinados a convertirse en la inspiración del nuevo siglo. Los artistas favoritos de tus artistas favoritos.
Un nuevo milenio, mil nuevas identidades
Con tantos estilos diferentes, con tantos actos diferentes, con tantas canciones y álbumes, ¿qué nuevo se podía crear? La respuesta que hallaron los creadores del nuevo milenio fue simple.
Cada vez era más difícil hacer música puramente original, claro, pero era la época perfecta para revisar el pasado; tal vez, no era necesario crear nueva música, sino reinterpretar lo que ya existe.
LCD Soundsystem con su dance punk, Justice con el electro rock, Deadmau5 y el progressive house, Skream y Burial con el dubstep (evolución sonora de géneros como el drum’ n’ bass y el breakbeat), Hot Chip y Daft Punk continuaron el legado del synth pop.
Algunos de estos movimientos fueron más populares que otros, unos fueron nichos perfectos para los melómanos incomprendidos, actos alternativos de gran valor y proyectos locales muy propios de su lugar de origen.
Pero en la segunda mitad de los 2000s aparecería el fenómeno que, por lo menos hasta hoy, ha sido el zenit de la música electrónica comercial, el edm (electro dance music).
No es un género como tal, sino una forma de describir un conjunto de ellos que se apoderaron de los festivales y carnavales musicales del mundo. Este resurgimiento en popularidad se lo podemos atribuir a varios artistas que, con grandes producciones, trajeron al género artistas pop de talla mundial, fijando los oídos del mundo en ellos. Calvin Harris y Rihana, David Guetta y Nicki Minaj, Zedd y Haley Williams, Black Eye Peas, etc.
Si pudiéramos darle un origen, definitivamente el progressive house, con artistas, además de los ya mencionados, como Avicii, Swedish House Mafia, Alesso y Tiesto, sería la respuesta más clara, pero no era una regla, ya que Skrillex hizo del dubstep un fenómeno comercial tan grande que era imposible no catalogarlo como edm.
Este fenómeno solo seguiría creciendo durante la primera mitad del 2010, antes de, como otras tendencias, cayera en popularidad.
Pero la electrónica, continuaría adaptándose. Sophie, Yves Rock, Filmmaker, Nicolas Jaar, Drab Majesty, Arca. Nuevos artistas continuarían gestándose y no nos sorprendería que pronto la electrónica volviese a estar en la cima
Ecos en el Valle
Ya tenemos suficiente historia extranjera de exploraciones y rebeldías que han marcado un horizonte claro para el surgimiento y llegada de la música electrónica, entre verdes montañas, a nuestro amado Valle de Aburrá.
Siempre hemos creído que la música habla por sí sola y que las palabras rebuscadas opacan su intención transformadora. Sin embargo, es necesario dar visibilidad a las historias perdidas que nadie ha contado y que la gente no sabe que existen.
Rastrear el origen del sonido en el vasto océano de ficción sónica que habita en una cultura que ha sufrido de un mestizaje tan agresivo como la antioqueña es un reto.
Gracias a varios referentes de la ciudad hemos podido contar la historia perdida de los surcos escondidos en la montaña.
Clubes emblemáticos, fiestas gigantescas y una diversidad de discotecas. Así empezó eso era el origen de la escena de música electrónica en Medellín.
Todo empezó el 4 de julio de 1984 con Veracruz Estéreo, una emisora de radio ubicada en envigado que recibía los top 10 vinilos de reino unido en vinilo por parte del padre de uno de los fundadores. Una pared con discos de la A a la Z llena de discos de 45 revoluciones por minutos donde sus surcos llenaban todo el Vallé de Aburrá.
Veracruz Estéreo no aguantó el paso del tiempo y el surgimiento de diversos competidores, entre ellos “La X” la primera emisora dedicada a la música electrónica en Medellín. Todelar radio con su nuevo nombre reemplazó al gigante de Envigado con una propuesta fresca de música Dance.
Otra de las emisoras que surgió un par de años después fue Radio Activa, su programa música and beats marcó tendencia transmitiendo techno, eurodance y eurohouse los domingos de 9 a.m a 12 m. Este programa era producido desde Bogotá, Cali y Medellín para llegar a las 14 ciudades donde sonaba la emisora.
Sí, la música electrónica llegó al Valle de Aburrá exportada por medio de las ondas de la radio, si querías escuchar música electrónica tenías que escuchar radio.
Cada vez más gente se veía atrapada en los ritmos hipnotizantes y percusivos de la música electrónica. Se aproximaba una revolución de la música electrónica en inglés en la ciudad de la eterna primavera.
Los DJ de las emisoras empezaron a saltar a todo tipo de clubes, entre ellos la más famosa “Plataforma” una discoteca fundada en 1995 orientada al baile, sin sillas, sin donde descansar, acá se venía a bailar. Una bodega llena que por su popularidad habría cinco de los siete días a la semana, esta discoteca se había creado para el público gay, pero era tanta la fama que tenía que las personas heterosexuales hacían lo que fuese para entrar. Toda la noche de música electrónica, la base de lo que hoy está surgiendo.
Todas las discotecas empezaron a sacar propuestas de música electrónica. Toque de queda (La más antigua y con un nombre muy cómico actualmente) luego plataforma, Templo Antonia, y Exilio, un sitio donde cabían dos mil personas. La escena electrónica en Medellín tomó un auge cada vez mayor.
Sin embargo, conseguir música era un privilegio. Pocas personas se podían permitir conseguir un disco de doce pulgadas con los mejores tracks de la época, entonces la solución era esperar que alguien viajara y que si volvía podría traer algunos discos para vender, a los DJ les tocaba pelear por los discos y tocar lo que trajeran. Ahí los DJ aprendieron a tocar de todo. Incluso a los vinilos se les ponían rótulos blancos para que la gente no supiera qué canción estaba sonando, de este modo los tracks que estaban sonando aumentaban su valor y a la hora del diggin’ los DJ eran más selectivos.
Consolidación, decadencia y de vuelta al ruedo
Con décadas de autogestión Medellín empezó a recolectar el fruto de su trabajo, la ciudad empezó a ser reconocida en el ámbito internacional como una de las capitales de la música electrónica en el mundo. Todos los DJ europeos querían tocar en la ciudad y en festivales que empezaron a surgir como el Freedom en el 2008 por iniciativa del colectivo “MedellinStyle”, la escena raver se estaba afianzando y con ella aparecieron colectivos y artistas nacionales que buscaban abrirse paso en medio de toda la muchedumbre que buscaba ritmos cada vez más exquisitos.
Con el tiempo y el surgimiento del reggaetón la escena electrónica se vio envuelta en bucle de sinsabores donde se cerraban clubes, los DJ sonaban igual y su única meta era tocar en Berlín el mismo techno de patrón repetitivo de 4×4. La música electrónica cada vez se volvía más underground y el público que quedaba se empezaba a cerrar de mente ante las nuevas propuestas y atrevimientos de productores nacionales.
Los tiempos oscuros no quedarían para siempre. Un grupo de productores empezaron a tomar por los cuernos a los poderes y sonidos tradicionales de la ciudad, desafiando su estructura y trayendo a colación un proceso largo que iniciaría en el 2019 al que los mismos actores denominaron la descolonización, donde se busca apartarse del eje europeo en lo sonoro y crear nuestra propia cultura electrónica basándonos en nosotros mismos, no en lo que el norte espere o le suene bien. Música hecha acá para gente de acá (Pero si se exporta también) Sellos como Insurgentes, Tra Tra Trax, NEAS MDE, Esmeraldas y Artificio son los representantes del Valle de Aburrá ante el mundo y aunque algunos son nuevos han dado bastante de qué hablar.
El proceso de la música electrónica y su poder transformador sigue escribiendo la historia de nuestra ciudad, aunque usted no lo vea, aunque usted no lo oiga.