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Testimonio y penitencia de Bad ‘Boni’

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Testimonio y penitencia de Bad ‘Boni’

Texto por María Victoria Avendaño

Ilustración por Maria Isabel Muñoz Correa

“La intimidación o maltrato construye el carácter, así como los residuos nucleares crean los superhéroes”.

-Zack W. Van

Este es el relato de alguien a quien conozco bien, con quien salía de fiesta y con quien la pasaba genial, el mismo que se portó siempre muy bien conmigo, pero, también, el mismo que quebrantaba en segundos la estabilidad emocional y la salud mental de muchos de nuestros compañeros. Sí, este es un relato de acoso contado por un perpetrador.

Muchas veces escuché la historia de alguien a quien insultaban, golpeaban y/o molestaban; era ese alguien a quien señalaban con el dedo, de quien se reían a sus espaldas y hasta regaban chismes sin importar que tan descabellados pudieran sonar. Era ese quien sufría del famoso matoneo, o bullying como le llaman ahora.

Podría decirse que llevo toda mi vida escuchando ese relato, pero nunca, ni siquiera en mis novelas imaginarias, conocí la percepción de los acosadores, de esos seres que provocan tanto llanto, dolor, temor y sufrimiento en sus víctimas, de esos que con solo una palabra podían quebrantar en segundos la estabilidad emocional de los demás y hacer que su salud mental se fuera en picada.

A Boni lo conozco desde hace bastante, 8 años aproximadamente, en el colegio, cuando cursé séptimo de bachillerato con él. Recuerdo que no se la llevaba bien con algunos de los compañeros del salón: constantemente les hacía comentarios negativos con respecto a su apariencia física o por algunas actitudes propias de ellos. Sin embargo, conmigo jamás tuvo problemas, de hecho, salíamos a fiestas y organizábamos tomadas juntos, la pasábamos genial.

Pasaron varios años y me animé a hablarle acerca del acoso al que sometía a algunos de nuestros compañeros… ¡No lo voy a negar!, me sentí rara al querer indagar años después sobre el porqué de sus acciones, aun sabiendo que tenemos bastante cercanía y un alto nivel de confianza , lo tengo que reconocer tenía miedo de que, tal vez, este fuera un tema sensible o demasiado molesto para él, y que eso se negara a contarme. Sin embargo, me arriesgué y lo hice. Esto fue lo que me dijo:

¿Recuerdas la primera vez que acosaste a alguien?

Sí. Debía tener alrededor de 13 años, apenas estaba empezando el bachillerato y sentía la necesidad de llamar la atención, ¿me entiendes? Como que las personas supieran quién soy y me reconocieran por algo.

En cuanto a la persona a quien molesté, se trataba de un compañero de clase, empezamos intercambiando apodos algo groseros, pero solo de vez en cuando, luego pasó a ser más constante y como mis amigos se reían de eso decidí continuar haciéndolo.

¿Hubo algo que esa persona haya hecho para ser acosada?

No, nunca. Pienso que al ser una persona más pequeña en estatura y de contextura delgada lo veía indefenso y, por ello, esto me hacía sentir superior y con el derecho a sobrepasarme, incluso hasta el punto de hacerlo sentir mal por su aspecto físico o por alguna cosa que dijera.

Recuerdo que me pedía que parara, que ya no lo buscara ni hablara, pero yo lo veía como un juego, me divertía bastante y cada vez más me daba cuenta de que otros me apoyaban y me incitaban a continuar.

¿Cómo pararon las agresiones?

Durante seis meses esa persona soportó todos mis insultos, gritos, malos gestos y demás, —pero nunca golpes, eso sí que no— hasta que un día simplemente se cansó, supongo que se dio cuenta que no podía más y que tampoco era justo lo que le estaba haciendo, así que les contó a los profesores del colegio y ellos tomaron medidas disciplinarias conmigo. Luego de un tiempo le pedí disculpas, a pesar de eso, él no fue la única persona a la que le hice bullying; a lo largo de mi bachillerato acosé a muchos compañeros… supongo que para ese entonces no había aprendido la lección.

Recuerdo que me pedía que parara, que ya no lo buscara ni hablara, pero yo lo veía como un juego, me divertía bastante y cada vez más me daba cuenta de que otros me apoyaban y me incitaban a continuar.

¿Hay algo positivo que puedas rescatar de todo esto?

La verdad sí, gracias a eso soy una persona muy diferente tanto mis valores morales como mi ética han cambiado; ya no hago ese tipo de cosas, tampoco estoy de acuerdo con quienes lo hacen y, siendo sincero, creo que si no hubiese vivido eso no sería quien soy ahora. Tuve que equivocarme bastante, repetidas veces, para por fin entender que el aspecto físico o la personalidad de alguien no deben ser nunca un motivo de burla, las diferencias que todos tenemos deben ser respetadas.

¿Qué opinión le merecen los acosadores?

Son personas erradas, no tienen ni idea de todo el daño que le pueden causar unas cuantas palabras a alguien. Todos esos comentarios de “síguelo haciendo que da risa”, “dale que igual es jugando”, “es una simple bromita” ¡son mentira!, puede que a los terceros que solo observan les haga gracia, o se fascinen con el dolor ajeno, pero quien realmente lo vive es quien lo sufre y termina padeciendo consecuencias a corto, mediano o largo plazo. Algunos buscan ayuda para afrontar la situación y poder superarla, pero otros quedan marcados y viven con esos horribles recuerdos por siempre.

En los sitios de consulta por internet se define el bullying o acoso escolar como un tipo de comportamiento violento e intimidatorio que se ejerce de manera verbal, física o psicológica entre niños y adolescentes durante la etapa escolar. Se trata de una serie de maltratos continuos que son llevados a cabo de manera intencional por uno o varios agresores, con el propósito de agredir, generar inseguridad o entorpecer su desenvolvimiento escolar de la víctima.

Repito: a Boni lo conozco desde hace bastante, 8 años aproximadamente cuando  cursé séptimo de bachillerato con él. Recuerdo que no se la llevaba bien con algunos de los compañeros del salón: constantemente les hacía comentarios negativos con respecto a su apariencia física o por algunas actitudes propias de ellos. Antes de esta entrevista no conocía esa parte de él, esa oscura experiencia que le sirvió para crecer como persona.

Nunca me molestaron en la escuela, nunca fui parte de las personas de las que se burlaban o humillaban y, mucho menos, de las que atormentaba a otro, pero tengo amigas que sí lo padecieron.

Hacer bullying no es un chiste. No son burlas porque sí, no son comentarios al aire ni peleas por diversión. Por eso, es momento de decir ¡Para, no es un juego!

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