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Hablemos de amor

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Hablemos de amor

Texto por María Camila Gómez

Ilustración por Jossi E. Barbosa.


El amor es aquello que nos atraviesa a todos, cada día, rompiendo a unos y reparando a otros, pero cambiándonos por igual.

Algo es seguro: el amor existe. El resto de las cosas siguen siendo incertidumbre. El amor es tan irreverente que tiene la capacidad de ser en una misma oración, sujeto, verbo y predicado, sin perder la intención ni el significado de la frase. El amor tiene tantas entradas en el diccionario, que es difícilmente definible. El amor ha sido canción, poema, película y, al cerrar los ojos, persona.

No puedo imaginar un tema más universal y relevante que el amor. Fuente inagotable de creaciones artísticas, materia prima de todo cuanto existe; incluso, este malestar llamado Día de San Valentín, fecha ilustre (y foránea) para alardear de ese alguien que encarna el romance y que nos recuerda a otros su ausencia. No pensar en el amor es una intención irrealizable, pero la concepción de amor es fácilmente moldeable y debe ser adaptada a la realidad de cada quien, porque generalizar el amor y sus demostraciones es uno de los síntomas de los que hoy adolezco; suponer que quien no está en una relación monogamia, estable y publicable está solo o carece de amor es una idea lacerante.

En fechas como estas, es importante desmentir mitos, como imaginar que Valentín es un supuesto hombrecillo en pañales que se complace flechando corazones, más bien fue, o es una teoría mucho más interesante, un joven sacerdote romano, que vivió en el siglo III bajo el gobierno de Claudio II el Gótico, que promulgó una ley por la cual prohibía casarse a los jóvenes para que pudieran alistarse en el ejército, pero Valentín los seguía casando en secreto.

Tras ser descubierto, fue arrestado y confinado en una mazmorra, donde el oficial encargado de su custodia le retó a devolverle la vista a su hija Julia que había nacido ciega. El joven sacerdote aceptó el reto y en nombre de Dios devolvió la vista a la joven, con lo cual logró que el oficial y toda su familia se convirtieran al cristianismo. A pesar del milagro, siguió preso, y el 14 de febrero del año 269 fue lapidado y decapitado. La leyenda cuenta que Valentín, enamorado de Julia, envió una nota de despedida a la muchacha en la que firmaba: “De tu Valentín”, de ahí la expresión: From your Valentine.

Con esto en mente y lejos de querer culpar al amor romántico, los libretos de Hollywood, las canciones cursis y las tentadoras, pero con poco realizables historias de amor, haré un texto auto explicativo buscando una idea confortable de lo que es el amor.

Diría que el amor lo es todo, pero simplificarlo así no le hace honor. El amor es contradicción, entre unas ganas enormes de descubrirlo y el capricho de no querer sentirlo nunca más. El amor es el cúmulo de pensamientos y razones que encontramos para levantarnos en la mañana, lo que puede traducirse en propósitos, sueños y, en definitiva, pasión por las cosas que hacemos. Amor es llegar y encontrar un plato caliente servido por alguien más, pensado para nosotros, por eso amor es darnos a los demás. El amor es un intento, es el deseo constante de que las cosas estén bien, para ti y los tuyos. El amor es persistir, es un impulso de fe que te mantiene en movimiento.

Esta noción abrazadora del amor fraterno, familiar, simbólico y ameno nos mantiene a flote en los embrollos de la vida; pero es verdad que estos tipos de afecto pasan más desapercibidos en la cotidianidad, porque no son encarnados por el dolor y la locura que acompañan al tipo de amor que es mucho más resonante y memorable. Amores que, sin duda, a todos nos convocan. Es por eso que el amor es igualmente egoísta, requiere de la atención y exclusividad del otro, y siempre espera algo a cambio. El amor, más que entrega, es pérdida. El amor puede ser tan complicado, devastador, ridículo e inconveniente que se vuelve imposible no sentirlo.

El amor es locura y desesperación, porque se toman decisiones irracionales, compulsivas, motivadas por la sensación de asfixia que provoca la ausencia del otro. El amor es duda, nada es seguro y todo está en juego. El amor es retroceso, cuando son algunos besos los que nos anclan a un círculo vicioso de desamor. El amor es aquello que nos atraviesa a todos, cada día, rompiendo a unos y reparando a otros, pero cambiándonos por igual. Más allá de los debates sobre los buenos o malos amores, el amor es, en sí mismo, y sin necesidad de nadie. El amor es una constante indestructible, que hallará la manera de encontrarnos siempre.

En ese día internacional de las demostraciones de afecto, en honor a san Valentín de Roma, viví el amor y me hice consciente de él, revistiéndolo de total omnipresencia y engrandeciéndolo en los pequeños detalles. Amor fue despertar con la mirada gentil y cariñosa de dos canes, amor fue hacerme mascarillas y sonreírme en el espejo, amor fue almuerzo hecho en casa, amor fue abrazos de papá y video llamada con mi mejor amiga. El amor seguirá siendo un enigma universal, uno por el que vale la pena repensarse a diario y perder la cabeza y el corazón cientos de veces sin salir invictos; pero si intentara ser sintética, diría que el amor no es otra cosa que la vida misma.

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