Una persona “cisgénero” es aquella cuya identidad de género y su reconocimiento como tal coincide con el sexo biológico que se le asignó al nacer. En el deporte de repente se levantan polémicas alrededor de temas y conceptos como este, o el transgénero, tal y como lo expresa este artículo.
Cuando Lia Thomas, la nadadora transgénero, ganó el campeonato nacional en marzo de 2022 de la Division I de la NCAA (National Collegiate Athletic Association) al completar 500 yardas (457 metros) en estilo libre en 4 minutos y 33.24 segundos, todo mi feed de Instagram se tornó en videos debatiendo si era correcto que compitiera o no en la categoría femenina.
Me tomé el tiempo de ver cada uno de ellos, de escuchar las diferentes posiciones y argumentos que planteaban. Mi postura siempre fue la misma: no es justo con las mujeres cisgénero (entiéndase estas como personas de sexo femenino y que se identifican como mujeres) competir con personas que les llevan gran ventaja física.
Hablo desde el punto de vista de la deportista que fui en deportes como la natación y el tenis de campo, y de la amante de diversos deportes que soy. Debemos entender que en el deporte no compiten sentimientos, compiten cuerpos, por eso mismo es que existen las categorías, la división de sexos.
Algo para aclarar previamente es que el opinar que las mujeres transgénero no deberían de competir en la misma categoría deportiva con las mujeres cisgénero no significa que sea transfóbica o esté expresando un discurso de odio porque no es así, por el contrario, esa discusión lleva a replantearnos cómo están estructuradas las competencias deportivas.
Casos como el de Lia Thomas; Laurel Hubbard, neozelandesa que compite en halterofilia; Rachel McKinnon, ciclista canadiense que ganó el Mundial de Velocidad para mujeres de entre 35 y 44 años; Fallon Fox, competidora transgénero en artes marciales mixtas) quien a los 5 minutos de una pelea le rompió el cráneo a su competidora cisgénero Tamikka Brents; y otros más han hecho que las deportistas cisgénero se pronuncien. Y aunque tienen todo el derecho de hacerlo, el mundo se ha ido en contra de ellas.
“Cualquiera que haya hecho levantamiento de pesas de alto rendimiento sabe en el fondo de su corazón que esto es verdad: esta situación en particular es injusta para el deporte y para los atletas”, se quejó la pesista belga Anna Vanbellinghen con la BBC sobre Laurel Hubbard antes de los Juegos de Tokio 2020.
Martina Navratilova, militante de la causa de los homosexuales, fue acusada de “transfóbica” por haber dicho que las mujeres transgénero, incluso las que se sometieron a tratamientos hormonales, tienen ventaja sobre otras deportistas.
En noviembre de 2021 el Comité Olímpico Internacional (COI) eliminó la exigencia a las deportistas transgénero de reducir sus niveles de testosterona para competir en la categoría femenina, y aunque se aclaró que ponían en las manos de cada deporte la decisión de imponer restricciones a las mujeres transgénero en caso de que lo vieran necesario para garantizar una competencia justa y segura, las deportistas cisgénero exponen que están perdiendo su espacio y oportunidad de ganar en su propia categoría.
La exnadadora de la Universidad de Kentucky, Riley Gaines, quien compitió con Lia Thomas, critica las políticas de la NCAA ya que piensa que lo que han hecho es excluir a las deportistas cisgénero y asegura que el ranking de Thomas en la categoría femenina es netamente diferente comparado con los resultados que obtenía cuando era hombre.
“Ella y yo competimos en los 400 estilo libre y terminamos empatadas, incluso en las centésimas de segundo. Como solo había un trofeo, la NCAA me dijo que no me llevaría ningún trofeo porque se lo iban a dar a Thomas. Me dijeron que yo solo lo tendría para las fotos”.
Nunca se ha tratado de estar en contra de las mujeres trans porque no es así.
La discusión siempre ha estado en la mesa con factores biológicos comprobados. Las mujeres transexuales tienen un nivel más alto de testosterona comparado con el de las mujeres cisgénero quienes no tienen la capacidad biológica para desarrollar la fuerza que tienen sus contrincantes.
Por más que una mujer cisgénero con niveles de testosterona normales vaya al gimnasio e intente todo para tener un físico similar al de un hombre no lo podrá conseguir.
Con la decisión del COI de no tener que regular la testosterona resulta imposible que una mujer cisgénero le gane a una mujer transgénero en deportes que de por medio tengan fuerza, velocidad y resistencia. Todos los factores osteoartromusculares hacen que las deportistas transgénero lleven gran ventaja.
Diferentes estudios publicados por la Revista Británica de Medicina Deportiva demuestran que incluso así las deportistas transgénero se sometan a tratamientos hormonales, estos no equilibran la balanza.
Investigaciones demuestran que aún luego de tomar hormonas durante dos años para suprimir la testosterona, las mujeres transgénero siguen hasta con un 12% de ventaja en las pruebas físicas.
Resulta irresponsable con la seguridad de nosotras, las mujeres cisgénero, competir contra mujeres transgénero en deportes como la MMA. No se está generando inclusión con las decisiones que se han tomado; el único resultado que se obtiene de las normativas alrededor de toda esta situación es que las deportistas cisgénero se empiecen a desmotivar por competir.
La pregunta es entonces ¿cómo deben de cambiar las normativas en el deporte para que haya una inclusión de las personas transgénero pero que no afecte a las personas cisgénero? Todos tenemos el derecho de competir, de participar del deporte, pero ¿se debería crear una nueva categoría, de mujeres trans por ejemplo, para que las deportistas cisgénero no tengan menos oportunidades de ganar?