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La Noviolencia: una filosofía que reconstruye comunidades

Texto y fotos por Valeria Jaramillo Giraldo.

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Entre las montañas del Occidente antioqueño habita el primer municipio Noviolento de Colombia. Caicedo, un pueblo campesino con poco más de 8.000 pobladores, es ahora un referente de paz en el mundo.

Entre el olor a café, las pendientes que se cruzan entre sí, sus casas y negocios de antaño, en las calles de Caicedo se inscribe un mensaje de paz y reconstrucción. Su impacto ha convertido al municipio en un símbolo que gira en torno al ideal de la Noviolencia.

Desde el puente del Vaho, poco antes de llegar a Caicedo, se empieza a percibir el tributo hacia la paz instaurado en el territorio.

Hace 21 años, en ese lugar el frente 34 de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) tomó como rehenes al entonces gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria Correa, y a su asesor de paz, Gilberto Echeverri Mejía.

Hoy Caicedo es un municipio tranquilo que promueve la filosofía de la Noviolencia

Se trataba de un período violento en el que Caicedo había resistido a los estragos de varias tomas guerrilleras. Con los ataques se perturbaba la cotidianidad de una población en su mayoría campesina, a la que se le destruyó su iglesia y hasta se le privó de conseguir el rebusque diario en los cafetales.

Tratando de recuperar la tranquilidad del municipio y el trabajo de los cafeteros, sus habitantes promovieron una marcha pacífica, liderada por Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri, que partió el 17 de abril de 2002 desde Medellín hasta Caicedo.

Era una iniciativa que pretendía llevar un mensaje de conciliación y diálogo a quienes ejercían la violencia, y pedirles cesar la guerra que los consumía.

Conocer y comprender el pasado es clave para entender los procesos de reconstrucción que es necesario abordar en el presente.

El 5 de mayo de 2003, tras poco más de un año de permanecer en cautiverio, Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri fueron asesinados junto a 8 militares, en medio de una operación de rescate ejecutada por el Ejército Nacional.

Con este episodio se terminó perpetuando en Caicedo el compromiso por mantener las banderas de la Noviolencia. Un pueblo que desde sus 19 calles, llamadas hoy cada una con los nombres de líderes mundiales que promueven la paz, le rinde homenaje a la lucha por evitar el conflicto en un país que lo padece desde sus orígenes.

Un pueblo en tributo a la paz

En el parque principal se exhiben las placas con los nombres de las víctimas a las que la violencia sepultó con su sombra. Hay una serie de huellas que gobernantes a través de los años han enmarcado en señal de respaldo a este movimiento pacifista.

Cerca al parque está el Museo de la Noviolencia Guillermo Gaviria Correa. Funciona en una casa donde se rememora la historia de la Caicedo a través de fotografías, objetos y enseres que evocan una realidad inamovible en el tiempo.

Cerca al parque está el Museo de la Noviolencia Guillermo Gaviria Correa. Funciona en una casa donde se rememora la historia de la Caicedo a través de fotografías, objetos y enseres que evocan una realidad inamovible en el tiempo.

Para los líderes de la comunidad, no se trata solo de asumir su historia trágica desde una perspectiva dolorosa, sino también darse la oportunidad de que la ciudadanía se conmueva, se reconcilie y acepte el camino a seguir. Un pasado que no tiene porqué representar un obstáculo, sino más bien ser un recordatorio que remita a una idea, un mensaje, una misión y un aprendizaje de paz.

La convicción de la Noviolencia traspasa cualquier monumento o edificación en nombre de la paz.

En Caicedo, la Noviolencia es ahora una forma de vida, la insignia del valor de un pueblo por resurgir desde su memoria, por dar pasos firmes para promover en Colombia y en el mundo la posibilidad de una transformación, cuya voluntad por hacer la paz sea más fuerte que el alcance de los violentos.

La Cumbre Internacional, un diálogo abierto

En el camino que ha trazado Caicedo por abrirse a una pedagogía de paz, se realizó el pasado 4 y 5 de mayo la Cumbre Internacional de la Noviolencia, en el marco de la conmemoración de los 20 años del asesinato de Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri.

Fue un evento que contó con invitados provenientes de distintas partes del mundo, incluidos de Colombia, que se han caracterizado por trabajar la filosofía de la Noviolencia desde sus diversas áreas y comunidades de trabajo.

El encuentro fue un espacio de conversatorios, homenajes y premiaciones en las que se pudo reflexionar sobre los pasos para llegar hacia la Noviolencia, las experiencias que grupos, organizaciones y empresas han tenido en la aplicación de esa filosofía, y a su vez, en apreciar los avances logrados con el tiempo.

Aspecto de la Cumbre Internacional de la Noviolencia, el 5 de mayo de 2023.

Durante el primer día del evento se realizaron dos conversatorios: en la mañana, los asistentes escucharon la experiencia de Shirin Ebadi, la primera mujer iraní y musulmana en recibir el Premio Nobel de Paz.

En la tarde, la charla se dio por cuenta de cuatro ponentes originarios de Ruanda, Alemania y México, quienes compartieron el modelo de reconciliación de Ruanda, con la visión académica del Centro de Estudios para la Reconciliación de la Universidad Friedrich Schiller en Alemania.

La jornada finalizó con el Festival Cultural de la Noviolencia del que fueron partícipes todos los caicedeños.  

El 5 de mayo de 2023 finalizó la cumbre con tres conversatorios, homenajes a Guillermo Gaviria y a Gilberto Echeverri, y una ceremonia de premiación que reconoció la labor de líderes, organizaciones y movimientos sociales por su aporte a la reconstrucción de paz.

Imagen del conversatorio “Noviolencia y transformación cultural”. Foto cortesía Prensa Gobernación de Antioquia.

Algunas de las reflexiones recogidas en los conversatorios manifestaron la importancia de llevar la idea de la Noviolencia desde el interior, de empezar por un cambio individual.

También que esta filosofía debe “vivirse de corazón y espíritu […] porque lo que usted hace, piensa y practica puede hacer la diferencia”, según palabras de la ponente Lou Ann Ha’aheo Guanson, directora del Centro de Justicia y Reconciliación del Pacífico.

Otro de los puntos a destacar en las conversaciones fue la concepción del perdón, quizás el paso más difícil y a la vez necesario para sanar y seguir las líneas de la Noviolencia.

El pensamiento de Echeverri Mejía se presenta en las calles de Caicedo.

Para el panelista Charles Alphin, instructor del Martin Luther King Jr. Center for Nonviolent Social Change de Estados Unidos, el Dr. King le enseñó que “el perdón es cuando tú puedes no negar el hecho, sino no permitir que esto sea una barrera para una relación a futuro”.

A la acción del perdón se sumó Daniel Gaviria, hijo del exgobernador Guillermo Gaviria Correa, quien perdonó públicamente a Pastor Alape, el cual asistió en representación de los firmantes del acuerdo de paz de la guerrilla de las Farc, señalados por las autoridades de ser los culpables del asesinato de su padre.

Guanson admiró esta decisión refiriéndose a la trascendencia de la misma: “El perdón es una parte vital de la Noviolencia. Gracias Daniel por darnos el ejemplo de un corazón noviolento”.

Aunque el camino hacia la Noviolencia siga forjándose con el tiempo, es innegable la existencia de un progreso que ha catapultado a Caicedo como inspiración de paz en el mundo.

Un avance que se debe gracias al compromiso de distintos actores, tanto gubernamentales como no gubernamentales, pero en especial a los mismos caicedeños, quienes desde hace más de 20 años tuvieron el coraje de recuperar su territorio sin tener que acudir a prologar una guerra que solo generaba desolación y ruina.

Pero aquel compromiso no es solo responsabilidad de los victimarios o del Estado. Es de quienes creen que la Noviolencia es más que un ideal. Es para aquellos que hacen su mayor esfuerzo por aterrizar la esperanza de convivir en un territorio de paz y hacen de ella una verdad.

Foto principal:Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri en la marcha de la Noviolencia del año 2002, poco antes de que fueran secuestrados. Foto del periódico El Mundo.

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