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Jaqueline, una guerrera en el centro de la vida

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Jaqueline, una guerrera en el centro de la vida
Jaqueline se describe como una mujer extrovertida porque siempre se está riendo a carcajadas. Está dotada de esa pujanza paisa que se encuentra en cada esquina de Medellín, es madre de un niño y una niña y es activista del colectivo Las Guerreras del Centro. Durante más de 17 años fue trabajadora sexual en La Veracruz.

Las Guerreras del Centro es un colectivo dedicado a defender los derechos de las trabajadoras sexuales en Medellín.

Las muchachas que se paran en la esquina y que solo son para «un ratico”, ellas que tanto han protagonizado la música popular de la ciudad, como en la canción que más se repite en los buses, interpretada por Darío Gómez: “En aquella esquina mantienes reunida entre los malevos buscando placer”. O como la más icónica de Jimmy Gutiérrez: “Después nos vamos, pa’ donde las putas, pa’ donde las putas patas corticas nos lleven…”.
Jaqueline, una guerrera del centro. Foto cortesía de la página de Instagram: Las guerreras del centro.
Cuando mis hijos estaban muy pequeños, les decía que trabajaba en un bar, que vendía revistas Avon y Esika o hasta que hacía chances. Y les advertía: ‘Si a ustedes le dicen que a su mamá la vieron en La Veracruz, ustedes dicen que estaba vendiendo chance’.

Cuando tenían doce y trece años, les conté y no tuvieron problema. Les decía: ¿Ustedes prefieren que su mamá se guerree la vida o que sea una señora en los ojos de la sociedad, pero maltratada y que se deje pegar? Como les pasa a muchas niñas hoy. Entre tanto hice tres semestres de primeros auxilios.

Me sentía hermosa con mi vestido blanco, zapatos blancos y medias blancas. Me sentía muy orgullosa, pero me faltó un semestre y la gente no me contrataba. Con mucho esfuerzo me gradué de bachiller estudiando los sábados, pasé el Icfes con 275 puntos y laboré como peluquera durante un tiempo y también trabajaba en “el bar”.

Entre todos los cursos que hice hubiera hecho una carrera. Siempre digo, a mí me hubiera gustado ser trabajadora social en vez de sexual”.
Al filo de la navaja
Guerreras del centro, después de Tejiendo historias.
Jaqueline es una mujer de mil historias, una chica que ha orinado en el pecho de sus clientes y se ha visto obligada a tirarse pedos en la cara de sus amantes, mientras ellos le practican sexo oral. Ha mordido pezones y quién sabe cuántas cosas más habrá hecho con su boca.

Alguna vez le pusieron una navaja en el cuello porque se había acabado el tiempo y el cliente no había eyaculado: “Armé un escándalo y no sé muy bien cómo salí de allí”.
“En este trabajo nos ofrecen de todo. Trago el que le dé la gana, del precio que le dé la gana; marihuana, perico, bazuco y en bandejas para que se sirva al gusto. Yo me encontraba con hombres encorbatados que me llevaban a suites donde pagaban con cheques y tarjetas por lo alto.
Esa gente gasta mucho, aunque a veces me hacía la boba y me las arreglaba para botar los tragos que me regalaban. Uno debe tener sus truquitos”, repite nuevamente.

Pero ella también se toma su trabajo con humor: “Para mí el sexo es un instante especial donde se comparten caricias. Hubo clientes que me llenaron de placer y en otros casos les fingía muy bien. Entonces, los peores en la cama llegan y te preguntan:

–¿Vos sí la pasaste bien conmigo?

–Claro, mi amor. Si yo soy multiorgásmica –les decía, mientras hoy suelta carcajadas recordando que no sintió ni cosquillas.

Además, su trabajó no significó que se hubiera alejado de Dios: “Iba a un grupo de oración y me decían que estaba en pecado. Había una hermana, Karla, que quería sacarnos a todas de la prostitución.

Pero la parte económica es muy importante para nosotras. Si ellas se ponen en nuestros zapatos, les quedan apretados. Es como decirle a un vicioso que deje el vicio. Es así, muy curioso, las monjas nos decían péguese a Dios y salgase, mija, que nosotros le damos un mercado: ‘¿Y el arriendo, las deudas, el colegio, mis dos hijos?’ Es que muy duro. Todo el mundo necesita plata”.
Las guerreras del centro
“Dejé de ejercer hace más de un año, porque no quería llegar a una edad muy adulta ejerciendo la prostitución. Me veía reflejada en las compañeras de 50 o 60 años ejerciendo y no quería llegar hasta allá. No quiero que me digan que ya estoy muy vieja, que cuando me voy a jubilar pues. Esos comentarios no me gustan”.
Guerreras del centro previo a una obra de teatro. Foto cortesía de la página de Instagram: Las guerreras del centro.
Hoy en día Jaqueline hace parte de una familia, la de Las Guerreras del Centro. Cada semana está en Tejiendo historias y es actriz en obras de teatro, como “Nadie sabe quién soy yo”.

También se dedica a administrar su propio carrito de comidas en el centro de la ciudad y es un placer conversar con ellay con todas las guerreras. Como siempre dice Melisa Toro, creadora de este proyecto: “Las mujeres no son objetos sexuales, las trabajadoras sexuales son mujeres, como nuestras madres, hermanas, tías y abuelas».

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