Bajo un sol inclemente, picante y alegre, con una temperatura de 33 grados —que se sienten como 40— y con poca brisa, en San Antero se ven las calles del pueblo inundadas de burros. Algunos con disfraces, otros pintados y unos desbocados corriendo de un lado a otro. Después de tres años, el Festival del Burro está por empezar.
El fogaje no deja ver con claridad, pero de lejos se ve una choza, con techo de palma seca, que parece que viene hacia acá. Se puede ver que a un costado de ella hay unas jarras llenas de agua, un costal de arroz, un canasto de mimbre, un abanico de caña flecha y una manta de colores llamativos que pareciera que se movieran también. Pero eso que se acerca no es una choza.
Es un hombre que se hace llamar el Cacique de Cispatá disfrazado junto con su burro (que también lo está). Ambos caminan orgullosos por las calles sananteranas a la espera del inicio del festival.
San Antero, en el departamento de Córdoba, es un municipio de 191 kilómetros cuadrados, la mitad del tamaño de Medellín (382 kilómetros cuadrados). Está ubicado en la región del Bajo Sinú, donde el mar Caribe se roza con el río Sinú en la bahía de Cispatá, cerca de la desembocadura de río.
Este pequeño pueblo se caracteriza por sus hospitalidad, sus playas de arena blanca, su gastronomía caribeña (sancocho de pescado, cazuela de mariscos, etc.) y por celebrar el icónico Festival Nacional del Burro.
A las 3:30 p.m. de este Sábado Santo, la tan esperada celebración está por empezar. Eso se sabe porque de lejos se escucha el sonido de un porro, ese ritmo musical caribeño de los departamentos de Bolívar, Córdoba y Sucre, que toca una banda que emociona a la multitud (tanto local como foráneos, incluido famosos) que se acerca para ver a los burros pasar.
Junto con la banda viene caminando un asno disfrazado de músico. Trae un pantalón amarillo, una camisa roja de flores de colores, un sombrero de paja y un tambor en su lomo que demuestra la alegría del evento. A su par también viene caminando su dueño.
Detrás de este vienen la “burralgata” que es una cabalgata, pero de burros y los demás participantes del concurso de burros disfrazados.
Entre ellos están el burro helicóptero con Francia Márquez, el cangreburro ecológico (en representación del coliseo El Cangrejo de San Antero), el burro intelectual, el burro periodista, el burro manglero, el burro tanque… Claramente también viene Shakira con Burrachía, el burro moto…
Asimismo, detrás de la burralgata viene la procesión del Paseo de Judas —el evento más antiguo que se realiza en San Antero y que dio paso a que se celebre el festival, pues se realiza desde 1924— en el que al final se quemará y se ahorcará a un muñeco que representa a Judas Iscariote, el apóstol que vendió a Jesús por 30 monedas de plata, que va encima de un asno.
Del toro al burro
“Hace como 30 años lo que se hacía eran las corralejas, ahora se hace el Festival del Burro”, comenta Álvaro González Quintero, de unos 70 años, tez blanca y cabello grisáceo como el de un burro.
En 1987, las fiestas de San Antero dieron un giro de 180 grados, ya que el pueblo dejó a un lado ese legado histórico español de las corralejas, fiestas populares de la costa Caribe en la que se lidian toros en un ruedo de arena, que eran el evento principal, para remplazarlas por el Festival del Burro, que representa la esencia del campesino y que conmemora a un animal apreciado en la cultura costeña y al mismo tiempo exalta su labor.
El Festival del Burro lleva más de 36 años haciéndose, pero desde hace tres no se realizaba —es decir, va en su trigésima tercera versión— debido a la pandemia del covid-19 y al poco umbral de vacunación que hubo el año pasado.
A lo largo de su historia, el festival ha ido sufriendo modificaciones, pero sigue sin perder su esencia. Algunas de estas fueron: dejó de ser exclusivo del Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección, y pasó a hacerse durante toda la Semana Santa. Actualmente no solo conmemora al burro, sino que también lo hace a la cultura, costumbres y actividades económicas sananteranas: la agricultura, la pesca y la ganadería.
Esto a través de eventos como el concurso de lanzamiento de atarraya, el concurso de pilar arroz, muestras folclóricas tradicionales (comparsas, cantores y cuenteros), entre otros.
Las estrellas del festival
El concurso de burros disfrazados es el evento más esperado del festival, pues durante todas sus versiones ha convoca a diversos personajes o elementos representativos y temas de interés en el ámbito internacional, nacional o local.
Este año los participantes del concurso, que no son solo locales, de manera jocosa realizaron críticas al gobierno actual, mencionaron temas de farándula como la separación de Shakira y Piqué, hicieron críticas a la administración local, invitaron a la concientización sobre el cuidado del medio, especialmente del mangle —ya que San Antero tiene 5 especies de este árbol leñoso perteneciente a la flora acuática— y despidieron la pandemia del covid-19.
“Mami, mami, ahí viene Shakira con Burrachía”, dice una niña de unos 5 años a su mamá, para que le tome una foto con el burro disfrazado de Clara Chía, la amante del futbolista Gerard Piqué.
Al caer la tarde, en la plaza San José de Petare empiezan a llegar los burros tras su participación en la burralgata, dando inicio al concurso y premiación del mejor burro disfrazado. El único criterio de premiación es la creatividad del dueño o dueña del animal.
Los presentadores del concurso empiezan a animar a la multitud preguntando quién creen que ganara los $6.500.000 pesos. Todos empiezan a gritar su favorito.
Al llegar los concursantes comienza el desfile. La multitud ansiosa pide a gritos que anuncien el ganador. Los animadores siguen nombrando a los concursantes, quienes tienen un momento para presentarse:
“Buenas tardes, San Antero. Me criticaron porque fui de Bogotá al Cauca en helicóptero, pero ahora estoy aquí con mi burro helicóptero y de malas para los que no vinieron porque la estamos pasando sabrosoooo”, dice el dueño del burrocóptero de Francia.
Al presentarse todos empiezan a cantar y a tocar un porro, pero de repente queda en silencio el estadio y el presentador empieza a decir el valor de los premios de los 5 primeros puesto.
Al anunciar a los ganadores, afirma:
¾El ganador de lo seis millones y medio es… El burrocóptero de Francia ¾la multitud grita eufóricamente.
¾El segundo lugar es para… Un burro de África en San Antero… El tercer lugar es… para el burro Manguero. El cuarto lugar es… Burrachía. Y el quinto lugar es… Burrotanque —la multitud grita y aplaude emocionada.
En versiones anteriores algunos de los participantes y ganadores fueron:
Muasnar alburrafi, en representación del presidente libio Muamar el Gadafi, quien ganó en 2011.
El Inquisidor, que representaba los poderes del procurador Alejandro Ordoñez, quien ganó en 2014.
El Chikunburro, en representación de la enfermedad del Chikunguña, ganador en 2015.
Burro Móvil Papal, que ganó en 2017.
El burro Odebrech, en 2018.
Y El Burroghini de los Ambuila, en el año 2019.
¡Ah! Pero no es solo el burro
Los colombianos, por su naturaleza fiestera, no solo celebran al burro, sino que en las diversas regiones del país también homenajean a otros animales: la arapaima o pez pirarucú, en el Amazonas; la cachama, en el Meta; el caimán cienaguero, en el Magdalena; el cóndor de los Andes, en Santander; la danta de montaña y el oso andino, en el Huila; la gallina y el jaguar, en Cundinamarca, son algunos de los animales que se exaltan en las festividades.
Estas celebraciones van desde las que tienen fines gastronómicos, turísticos y económicos (como las ferias ganaderas o gallísticas) hasta las que buscan hacer conciencia de la protección de algunas especies en peligro o endémicas.
Una tradición milenaria
A pesar de que este lleva años realizándose, la verdad es que el Festival del Burro no es un invento del pueblo sananterano, sino que tiene sus orígenes en tradiciones de las primeras civilizaciones agrícolas que celebraban de forma similar, al Paseo de Judas, la llegada de la primavera y el fin del inverno.
Al mismo tiempo, también se puede decir que tiene un antecedente en una celebración cristiana medieval llamada la Fiesta del Asno, la cual celebraba la huida de la Sagrada Familia (Jesús, José y María) en un asno a Egipto.
Pero lo cierto es que esta fiesta del burro —que en Colombia tampoco es única de San Antero, pues también se realiza por la misma razón y de manera similar en Moniquirá, Boyacá— es parte de la identidad del pueblo sananterano y de la cultura de la costa Caribe, ya que no solo exalta la labor del fiel amigo del campesino, sino que honra la alegría de ser costeño y de una manera jocosa hace una crítica social a los acontecimientos de actualidad locales, nacionales e internacionales.