En 1998, una cobertura informativa de un torneo de tenis en Aruba se convirtió en un recuerdo inolvidable. Un encuentro fortuito con Diego Armando Maradona mientras lo buscaba en una playa nudista, le permitió al periodista colombiano Rodrigo Morales lograr una controversial entrevista con el astro argentino que hasta el Vaticano respondió.
“El periodismo deportivo me gustó desde que yo era pelado. Yo fui un futbolista frustrado: tuve la desgracia de que a los 15 años probé el aguardiente y me gustó, fumé y me gustó, y cuando llegué al periodismo deportivo me gustó mucho. Aún me gusta, pero me gusta más ser aficionado que periodista deportivo.
Yo no canto goles, es más, veo el fútbol sin volumen y si me toca escoger entre un partido de tenis y un partido de fútbol, tal vez voy para el partido de tenis, sí, sí, sí”, cuenta Rodrigo Morales, un periodista antioqueño con una extensa trayectoria en medios impresos del país.
Egresado de Comunicación Social – Periodismo de la Universidad de Antioquia, inició su carrera en el periódico La Región del Norte que circuló en la década de 1990 en los municipios del norte del Valle de Aburrá.
También laboró en El País, de Cali; en El Tiempo, en Bogotá, así como en la Oficina de la Juventud de la Alcaldía de Medellín, entre otros. Su apasionada carrera en el periodismo lo llevó a convertirse en el actual director del periódico Q’hubo de Medellín.
A pesar de sus numerosos logros profesionales, Morales atesora de manera especial la controversial entrevista que logró realizarle a Maradona en un encuentro en Aruba, la que considera su experiencia más memorable en el ejercicio del periodismo deportivo. Este es su testimonio sobre esa aventura:
Por pura suerte y casualidad
“Un compañero del periódico El Tiempo estaba invitado a Aruba a un torneo de tenis. Un torneo de tenis en Aruba para los que nos gusta ese deporte es, perdón por la grosería, como un moco pegado en la pared: eso no le importa a nadie.
Aun así, yo le decía a él que bacano ir, pero por la playa y las mujeres, pero a ese loco le clavaron en la mitad de la semana del viaje la firma de la separación de su matrimonio. ¿Entonces qué hizo? Me delegó el viaje a mí y yo me fui para Aruba.
Yo todos los días mandaba al periódico una noticia breve, de uno o dos párrafos, es decir, me demoraba dos minutos haciéndola. Y eso porque había un colombiano que se llamaba Ómar Rincón, un tenista, y él ganó, perdió, ganó, perdió… O sea, eso a lo que fui era un paseo. Fue un cubrimiento que se hizo solo.
Un día, una señora que nos transportaba cometió el error de decirnos que Maradona estaba en la isla. Éramos tres periodistas colombianos, uno de un noticiero, uno de una revista y yo.
Resulta que nos fuimos a buscarlo a una playa nudista. Nunca lo encontramos y empezamos a devolvernos. Nos metíamos al mar y salíamos, y lo que pasó es increíblemente inverosímil.
La última vez que nos metimos al mar, ahí estaba Maradona, a cinco metros de nosotros, como una torta acostado, dormido. Y nosotros en pantaloneta, sin grabadora, sin nada.
¡Qué hacemos, qué hacemos! Entonces el que trabajaba en televisión se fue a buscar la cámara. Quedamos dos. Nosotros esperando ahí parados a que el hombre despertara.
Cuando despertó le hablé y él muy querido me atendió. Le dije: “Mirá Diego, somos periodistas colombianos” y él me contestó: “No, yo no hablo”.
Le eché un cuento paisa todo pendejo, le dije: “Mirá, estamos en un torneo de tenis y nos encontramos contigo, es coincidencia, entonces el tipo dijo: “Hablemos”. Hablamos y se fue. Eso ocurrió el primer día.
El segundo día volvimos al mismo sitio y no lo encontramos. Cuando nos regresamos a Oranjestad, que es la capital de Aruba, nos lo encontramos caminando así todo gordito, todo bacaniado con unos bóxeres en la mano, y yo me tiro de ese carro y le digo: “¡Diego!” y entonces me dice: “Mañana a las seis de la tarde”.
Esa gente es así, no había que decir más”.
La entrevista
“Llegamos a las cinco y el hombre estaba metido en el mar y había un loco que le tomaba fotos y nosotros: “puta, se nos adelantaron, cómo va a ser posible eso”. Y Maradona desde el mar nos hace señas: “Era a las seis y no a las cinco”.
Y pum, salimos perdidos con otro periodista que habíamos conocido ese día. Habíamos quedado que él hacía sus preguntas, yo las mías y listo, era lo normal. Volvimos a las seis, nos sentamos en un tronco, mi colega, Maradona y yo, y empezamos a preguntar.
Todas las preguntas del otro periodista eran sobre el futbolista y las mías sobre la persona: le preguntamos del tema de las drogas, de cómo luchaba con eso…
Maradona era un tipo muy chévere para entrevistar porque no guardaba pelos en la lengua para nada, o sea, era un tipo que lo decía todo. Me sorprendió la calidez humana, la tranquilidad. Fue súper divertido hablar con él, la entrevista nos salió del putas, eso salió demasiado bueno. Se acaba la entrevista y nos tomamos la foto de todos.
Y le empiezo a tomar fotos a Maradona. A mí me da mucha pena tomar fotos, pero es mejor atajar que empujar. Nadie me dice que no tome fotos, yo soy muy mal fotógrafo, pero me paro detrás del fotógrafo de él y quedan unas imágenes del putas.
Entonces el otro periodista todo emocionado me dice: “Sabe qué hermano, cojamos todo lo de todos, o sea, usted coge lo mío y yo cojo lo suyo”. Y yo: “Ay parce, ¡qué ha dicho!” Me fui a Bogotá, desgravé la entrevista y la publiqué a página grande en El Tiempo.
No compartí crédito porque no habíamos quedado en eso. Conclusión, el otro periodista nunca publicó su entrevista porque cuando él la fue a publicar ya no había nada que publicar, todo estaba en El Tiempo. Como este salía todos los días y la revista de él una vez al mes, decidió no poner nada.
Como El Tiempo es miembro del grupo Diario de América (GDA), resulta que esa entrevista salió publicada en Argentina, en Uruguay, en Ecuador, en todo lado y de hecho Maradona, que era buenísimo para entrevistar porque decía unas barbaridades, cada que decía algo era para un titular.
Hasta el Vaticano terminó respondiendo la entrevista porque él decía que el papa transaba con armas y con drogas. Eso tuvo un alcance súper bacano y a mí me quedó como toda la experiencia de haber tenido esa entrevista que fue pura casualidad, pura suerte y digamos que también tuvimos el arrojo de buscar, de insistir, de estar ahí.
Y pues Maradona, mis respetos, ¡si no es por el fotógrafo, todavía lo estaríamos entrevistando si no se hubiera muerto! Por esas cosas de la vida, mi papá tiene una foto con Pelé en un hotel en Bogotá. Entonces estamos mi papá con Pelé, yo con Maradona y estamos trabajando para hacerle la foto a mi hijo con Messi”.
Un gran logro personal
A pesar de los años transcurridos, Rodrigo Morales atesora aquel encuentro con Diego Armando Maradona en una playa de Aruba. Una experiencia que lo llenó de orgullo profesional por haber logrado entrevistar a una figura tan polémica y carismática del fútbol mundial.
Pero, sobre todo, guarda ese recuerdo como un pequeño tesoro personal, al haber tenido la oportunidad de conocer de cerca la calidad humana y la tranquilidad que, según cuenta, tanto lo sorprendieron del astro argentino.
Un momento que Rodrigo suma a su ya vasta trayectoria narrando las grandes gestas del deporte que tanto ama, desde su pasión de aficionado.