Capítulo 1
La audacia instintiva de un emprendedor
Apoyo informativo:
Camila Bettin Escobar,
Juanita Donato García
Eloísa Barriga Arango
Embodegados en 700 metros cuadrados, a una sensación térmica de 40 grados centígrados, arropados por el techo de tejas de plástico y por el ruido enloquecedor de los hornos tostadores de cereales, los 18 operarios de Alimentos Casai se turnan las 24 horas del día para cumplir con la principal exigencia productiva de su jefe: ser felices y crear confianza.
En la oficina estrecha de un segundo nivel de la fábrica, Juan Esteban Garzón Trujillo se acomoda en su silla de escritorio tirando hacia atrás sus 1.74 de estatura y 76 kilos de peso, cruzando un pie sobre el otro dejando notar sus bluyines de marca y su pies sin medias calzados con mocasines y su camisa de manga corta desabotonada en el pecho, levantando su cabeza de frente alta con entradas en el cabello negro recortado, de cachetes llenos sombreados por una barba cuidada y ojos de mirada fija e inteligente.
Se presenta con la diplomacia que se ajusta a un tono de tono de voz pausada y explicativa:
—Tengo 30 años de edad; soy abogado con énfasis en Responsabilidad Civil, especialista en Derecho Empresarial y magíster en Economía Aplicada; soy asesor en temas de Derechos Humanos y profesor universitario.
Abre su mirada, piensa unos segundos y aclara:
—Eso es lo que aparece en mi hoja de vida, pero mi sueño siempre fue convertirme en emprendedor y tener el poder de transformar mi destino y el de muchas otras personas.
Juan Esteban es el creador, el gerente, el representante comercial y el dueño de Alimentos Casai. Por encima de su cabeza, a pocos centímetros del techo de su oficina, sobresale un anuncio: “Casai. Nutrición nativa”.
Y a su derecha, sobre una pared blanca, en letras de molde, la inscripción: “Siempre parece imposible hasta que se hace”.
Los derechos sociales y la felicidad
Juan Esteban piensa…y hace memoria sobre cómo nació y cómo se hizo Alimentos Casai:
El sueño de crear una empresa nació desde que era un adolescente, pero solo se concretó con una opción viable en 2017, a sus 26 años, cuando su experiencia profesional le garantizaba una visión clara de los indicadores y los ciclos económicos en Colombia.
—Se preguntarán en qué consistió esa segunda empresa. Y les explico: el Observatorio de Felicidad nació a partir del interés que tenía desde que estaba en tercer año de Derecho en la Universidad de Medellín sobre el tema de la felicidad.
Siempre me ha parecido increíble que países como Brasil, Francia, Gran Bretaña y Japón la incluyan como un derecho constitucional. O que en Inglaterra se hayan implementado métodos para medir el bienestar general como objetivo de las políticas de desarrollo económico.
Entonces, en esta perspectiva, creé el Observatorio de la Felicidad como una herramienta analítica para estudiar los niveles de satisfacción de los colombianos, y como un instrumento para entender la importancia de los derechos sociales.
Juan Esteban se incorpora en su silla para escribir en el chat de su teléfono celular y, al mismo tiempo, va conversando:
—Ahora veo este asunto con mucha claridad: ese fue uno de mis primeros pasos en el emprendimiento porque siempre he creído que, a mayor felicidad, mayor productividad, creatividad, efectividad y solidaridad.
La idea de nutrición saludable llega a su vida
Unos meses después, en mayo de 2017, Juan Esteban comenzó a asesorar a una empresa de cereales que se proyectaba como un emprendimiento de alimentación saludable, consultivos orgánicos y con el concepto de nutrición responsable.
—Mi función era planear estrategias comerciales para un negocio con ideas grandes, pero con limitaciones en la realización de sus proyectos; es decir, era una compañía de nutrición saludable, pero sin salud económica.
Así que, como el amor, el cual suele aparecer donde menos se lo busca, Juan Esteban se interesó en el concepto de alimentación saludable y en este punto encontró lo que define como su cruzada o su misión empresarial, al considerar que para emprender con éxito debía conectarse con el momento que vivía, el ambiente que lo rodeaba y pasión que lo motivaba.
—Y para mí, este emprendimiento, con un concepto de alimentación saludable muy atractivo, llegó a mi vida cuando estaba al borde de la ruina económica y lo vi como una posibilidad de conectarme emocionalmente con cada uno de los momentos que me fortalecían y me hacían feliz.
Sus ahorros de una década, en juego
Con su entonces novia, Diana, abogada como él, había descubierto la pasión por el estilo de vida saludable y la nutrición responsable, y habían decidido comer sano, contar y cortar calorías, controlar el azúcar e investigar sobre nutrientes.
—En ese momento entendí que no era casualidad y que esta empresa había llegado para conectarse armónicamente a mi vida, a mi trabajo y, de ahora en adelante, a mis pasiones.
Pasó de dar ideas para tratar de sacar adelante a una empresa con problemas financieros y amenazas de embargo, a aceptar la propuesta de ser el dueño de ella, asociándose para evitar que cayera en la quiebra definitiva.
El trato fue el siguiente: su socio aportaba la maquinaria y Juan Esteban los recursos económicos que para entonces representaban todos sus ahorros de diez años trabajando como abogado y asesor, más los aportes de su padre que eran parte del patrimonio de la familia.
—Primero que todo, tengo que decir que, para mí, en la vida, los plazos siempre se cumplen. Entonces llegó el día que siempre había estado esperando, consciente o inconsciente, durante los últimos años: pasar de la crítica a la acción. Había estudiado las empresas, dado recomendaciones como asesor, planeado miles de estrategias para su crecimiento… era la hora de planear mi destino.
Juan Esteban, hace otra pausa, y añade:
—Aunque, en ese momento, la razón me decía que no era una solución factible, pues mi nuevo socio tenía demasiadas deudas. Pero el instinto, ese diálogo interno que camina entre la obsesión y la esperanza, me decía que ya era el momento de lanzarme, de actuar y creer en lo que sentía como lo correcto. En esencia, el emprendimiento es un acto de fe en el futuro, pero sobre todo en uno mismo, pues se trata de un acto de fe atrevido y pasional.