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Caminando en chino por el Darién

Por Natalia Penagos Mesa

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El firmamento gris se extiende a lo largo de la playa de Necoclí mezclándose con el mar a lo lejos. El sol no está a la vista, pero el bochorno sube desde el asfalto hasta cubrir todo el cuerpo. No hay brisa ni viento, por lo que el calor húmedo se impregna en la piel con facilidad. A lo lejos no hay montañas ni edificios, solo se ven algunas vallas publicitarias de candidatos políticos. En las calles no hay música, ni el sonido ensordecedor de los autos, solo voces se perciben alrededor: español, inglés, francés, árabe y algunos idiomas africanos que no identifico.

Estaba allí, en la Cositera del Emigrante a tres cuadras del embarcadero. Tomaba algunas fotos de los billetes que Joaquín Vélez ha recibido en los últimos años provenientes de varios rincones del mundo; cuando lo escuché por primera vez, el chino. Dentro de todos los migrantes estos suelen ser los más difíciles en cuanto a personalidad y comunicación se trata, Joaquín me contaba que “ellos vienen y toman lo que necesitan, nunca se llevan nada de más ni regatean, solo escogen lo necesario y se acercan con dólares o pesos en señal de pago; unos que otros en un enredo tratan de decir ¿Cuánto cuesta?, otros utilizan el traductor de su celular y otros más sencillos te ofrecen la plata para que tomes lo que vale y no preguntan más”.

Eran pareja, él debía medir alrededor del 1’70 pero se veía más pequeño por su espalda encorvada, llevaba una sudadera Adidas gris y una camisa de botones café con detalles mostaza, no lucía ningún accesorio y fruncía su ceño al mirar un par de botas de escalar. Su esposa a su lado debía estar sobre el 1’60 de altura, tenía una mirada tímida y la cabeza gacha, no llevaba maquillaje y vestía una sudadera a juego con la de su esposo, una camisa de manga sisa de color blanco y un bolso de unos veinte centímetros que colgaba desde su hombro y caía a través de su torso. El hombre levantó las botas buscando algo en su suela y caminé hacia él.

―¿Buscabas la talla? ― mencioné para luego ver su aparente confusión. Con cuidado revisé las botas y encontré la talla. ― 41― dije al tiempo que con mi mano izquierda mostraba cuatro dedos y con la derecha uno. El hombre asintió y sonrió levemente antes de tomar su teléfono y escribir algo.

―¿Y 38? (而 38?) ―, dijo la voz del traductor de Google. Asentí y busqué entre las botas que había un par talla 38; las tomé entre mis manos y se las entregué a la mujer mientras sus mejillas se teñían de rosa. El hombre tomó de nuevo su teléfono y escribió algo más.

― Chubasquero grande y pequeño (大雨衣和小雨衣)―, comentó de nuevo la voz del traductor mientras el hombre ahora sostenía su teléfono más cerca para que yo pudiese escuchar correctamente.

―¿Chubasquero? ― Dije en voz alta mirando a mis compañeros.

― Un impermeable ―. Me respondió otro de los encargados de la tienda.

― Ahhhh ―. Comenté mientras buscaba entre los impermeables plásticos alguno que les sirviera. Uno pequeño azul y uno grande verde; le entregué a la mujer para estar de nuevo atenta al siguiente pedido. Esta vez el hombre ya lo había escrito mientras yo buscaba el plástico.

― Linterna, 10 bolsas de basura grandes y una carpa para dos (手电筒、10个大垃圾袋和顶两人帐篷) ― dijo el traductor mientras el hombre me miraba expectante.

El encargado de la tienda buscó lo que necesitaban y yo intenté saber más.

― ¿Cómo se llaman? ―, dije en español, para que luego el hombre acercara su teléfono y yo le repitiera para traducir, ― ¿Cómo se llaman? (他们叫什么?) ― dijo el traductor mientras la pareja asentía.

―Xiuying y Qiang (秀英和强)― comentó el traductor mientras el hombre sonreía. Qiang acercó su teléfono a él y dijo, ― 你叫什么名字?― y luego su teléfono lo tradujo al español ―¿Cuál es tu nombre?

― Natalia Penagos ― comenté muy cerca del teléfono para que detectara correctamente el nombre. ― ahhhh Natlaia Peinagos ―, intentó decir Qiang mientras asentía y se reía mirando a su esposa. Para luego acercarme nuevamente el teléfono.

Les pregunté hacia dónde iban, y en el ir y venir del traductor me comentaron que iban a cruzar el Darién para subir por centro América hasta Estados Unidos. Estaban algo reacios a hablar sobre su salida de China, incluso para hablarme al respecto me solicitó mi carnet estudiantil y mi identificación.

― La economía no ayuda y la política es muy restrictiva (经济无济于事,政策限制性很强) ―. Mencionó Qiang mientras miraba a su esposa con una expresión seria. Y es que no es un tema sencillo de hablar, ya que los peligros que enfrentan ante el gobierno chino son muy altos a la hora de revelar información.

Para nosotros aún es un tema no muy tratado debido a que la migración china a través del Darién es un fenómeno nuevo. En los últimos tres años ha tenido un aumento significativo el número de caminantes chinos que cruzan esta región de Centroamérica. Dentro de todas las razones existentes por las que los chinos migran a través del Darién, una de las principales es que la inmigración a los Estados Unidos a través de canales legales se ha vuelto cada vez más difícil para los ciudadanos chinos. Solo en 2023, Estados Unidos rechazó el 79% de las solicitudes de visa de turista provenientes de China.

Asimismo, otro de los motivos más apremiantes de los ciudadanos chinos para migrar es la falta de oportunidades económicas en su país. Ya que este ha experimentado un crecimiento económico significativo en las últimas décadas, pero este crecimiento se ha marcado principalmente por el aumento de la desigualdad. Y precisamente como resultado, muchos chinos se sienten frustrados por la falta de oportunidades y buscan una vida mejor en otros países. No obstante, los datos que, medios como CNN y BBC, han obtenido es gracias a la recolección de testimonios dado que la información sobre la economía china y la migración puede ser difícil de obtener y verificar. Esto debido a que el gobierno chino a menudo censura o manipula las estadísticas, lo que dificulta tener una imagen completa de la situación.

Sin embargo, dentro de la información disponible se encontró una directa relación con las estrictas medidas de control que se aplicaron con el COVID-19 y que se relajaron solo hace un año, estas han golpeado duramente a la clase obrera urbana y a los residentes rurales en China. Pero eso no es todo, ya que muchos migrantes aseguran para la BBC, la existencia de una burbuja inmobiliaria que ha estallado dejando a muchos propietarios con deudas impagables, y a los promotores con proyectos inacabados. Esto ha frenado la inversión y el crecimiento económico en este mercado.

Esta falencia ha empujado a los gobiernos locales a acumular una gran cantidad de deudas para financiar proyectos de infraestructura y estimular el sector, pero ahora es insostenible y limita la capacidad del gobierno para apoyar a la economía. Y es que, con todas las regulaciones que ha instaurado el gobierno comunista actual, según el Banco Mundial el crecimiento del PIB de China se desaceleró a un 3% en los últimos dos años, el ritmo más lento en décadas. Esta caída también se ha visto reflejada en la tasa de desempleo urbano oficial de China “que es del 4%”, pero se cree que la cifra real es mucho mayor.

Precisamente, gracias al testimonio de diversos jóvenes migrantes se ha determinado que son la población más vulnerable, ya que el desempleo juvenil urbano alcanzó niveles históricos el año pasado, lo que llevó al gobierno a suspender la publicación de datos sobre este indicador por lo negativo que es para su reputación internacional. Por esto mismo, el Partido Comunista, en un intento por contener la crisis, ha prometido tomar medidas para fortalecer la economía.

De igual manera, la política también se ha consolidado como uno de los motivos más reiterados a la hora de tomar la decisión de migrar, principalmente por la discriminación y persecución política y religiosa. En China, la discriminación suele ser contra las minorías étnicas y religiosas, incluyendo a los cristianos, los musulmanes y los budistas, pero también se ha “diversificado” incluyendo la represión a los disidentes políticos y a los defensores de los derechos humanos, gracias a esto, muchos miembros de minorías chinas se ven obligados a emigrar para escapar de este fenómeno.

Durante el 2023 cruzaron la selva del Darién 539.000 migrantes, de los cuales el 28,6% son originarios de las Antillas, Asia y África, siendo, además, la nacionalidad china la más recurrente con 22.587 migrantes.

De izquierda a derecha, Qiang, Xiuying y Natalia Penagos

― ¿Fumas? (烟?) ― me preguntó Qiang, por medio del traductor, al tiempo que me entregaba un cigarrillo mentolado y su esposa guardaba una caja de cigarrillos blanca y azul llena de caracteres que no logré identificar; acepté el cigarro y mi compañero también recibió uno que luego fue encendido por Qiang.

―¿Cuánto es por todo? (什么都多少钱?) ― preguntó a través del traductor Qiang señalando con su mano izquierda la pila de cosas seleccionadas.

― Linterna, 10 bolsas de basura grandes, una carpa para dos, dos impermeables, dos pares de botas, un bloqueador solar, serían 36 dólares―, comentó con calculadora en mano el encargado de la tienda que trabaja con Joaquín en la Cositeria. Xiuying sacó de su bolso cuarenta dólares para pagar y se los entrego al encargado. El encargado se fue con el dinero a la caja donde estaba Joaquín, quién le recibió el dinero.

―蚊科, 蚊科, 蚊科, 驱 蚊 (mosquitos, mosquitos, mosquitos, repelente) ―, dijo Xiuying en voz baja a medida que jalaba el brazo de Qiang. Este tomo el celular y en el pronunció lo mismo. ―Repelente de mosquitos― se escuchó del traductor. El encargado ya traía los cuatro dólares de la devuelta, así que abrí mi mochila y saqué de ella un repelente de insectos que había comprado el día anterior, se lo entregué a Xiuying que me observó con una expresión confundida. ―Es mío, se los regalo para que les vaya bien en el viaje (这是我的,我把它给你,这样你就可以在旅途中做得很好) ―, dije al teléfono de Qiang para que lo tradujera.

Qiang sonrió y me ofreció su mano al tiempo que me hacia una reverencia cordial.

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