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El detrás de cámaras en la grabación de “Respira”, una aproximación a la muerte

Por Katherin Vásquez Morales

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Una madre intenta salvar la vida de su hija cuando los pulmones de la niña se van quedando sin aire. Esta es la premisa de “Respira”, el cortometraje con el que había soñado Luis Eduardo Gómez Vallejo, su director, desde hace años.

La respiración ahogada y agitada de la niña resuena por toda la habitación, mientras la madre busca desesperadamente el inhalador. Cinco pares de ojos observan la escena, silenciosos, quietos, se miran entre ellos y sonríen.

“¡CORTE!”, exclama el director.

El cortometraje fue estrenado por el Canal Trece de la televisión colombiana. Se puede ver a partir del minuto 24:04.

Primer día de grabación

El domingo a las 9 de la mañana comienza a llegar todo el equipo de trabajo, siguiendo las instrucciones del llamado general. Algunos se conocen y los que no se presentan.

Lo primero que ven al entrar es una mesa llena de snacks al lado de la sala –mecato dulce y salado, Coca Cola y agua–. Nadie se detiene allí, suben las escaleras de madera oscura y comienzan a desempacar equipos, luces, cámaras, maquillaje y vestuario.

A las 10 de la mañana, el cabello crespo de Jennifer (la actriz que hace de madre) comienza a ser manipulado por Brenda, la encargada del maquillaje, mientras que Celeste (la hija) espera su turno jugando con la pelotita amarilla de la perrita de la casa.

En uno de los cuartos de la vivienda, Julián y “Mostro” comienzan a organizar los equipos visuales. Lo primero que hacen es colocar una gruesa tela negra en el balcon de la habitación, lo que les permitira tener más control de la luz del set.

El director, pendiente de los los detalles de la escenografía.

Ayudados de un soporte de metal, colocan una lámpara china de papel para iluminar la habitación con tonos azulados, cruzándose la luz azul con el amarillo de la lámpara de noche ubicada en el nochero de madera.

Todo en conjunto hace juego con la pared que había pintado el día anterior Vanessa, la encargada de dirección de arte, decorada con un inmenso cielo y pequeñas nubes blancas para lograr un efecto de ensoñación.

“Tengo la temperatura de color de la cámara en 5600”, dice Julián esperando la aprobación del director.

“Listo, déjala así”, le confirma Luis Eduardo, quien tiene amplia experiencia en el sector audiovisual: ha sido productor, director, asistente de dirección y guionista de diferentes programas y documentales para los canales Teleatioquia y Telemedellín, y ha sido periodista de espacios informativos como Noticias Telemedellín  y Teleantioquia Noticias.

Luis Eduardo Gómez Vallejo es profesor de Comunicación Social de la Universidad EAFIT.

Al otro lado de la habitación, Miguel, encargado del sonido, acomoda dos micrófonos, un Rhode en la cama y un boom que lo mantiene sostenido en sus manos. Ambos los conecta en la grabadora Tascam.

Retrasos inesperados

Contra el tiempo, y cuando casi todos los detalles del set y de las actrices están listos, se empieza a escuchar en la entrada ruidos de esfuerzo por parte de Julián y “Mostro”. Entonces entran en la sala con un tapete blanco, grueso y peludo enrollado en los hombros y les sigue detrás Vanessa.

Luis Eduardo y Juan David Orozco, el productor, miran incrédulos a Vanessa.

“Eso no va a caber en el cuarto”, exclama Luis.

“¿Entonces toca sacar todo?”, pregunta Juan David, con una sonrisa divertida pero preocupado por el tiempo.

Vanessa lo único que contesta es: “Si ya saben como soy, para qué me invitan”, mientras sube las escaleras y le hace señas a Julián para que suba el tapete junto a “Mostro”.

Para sorpresa de todos, el tapete encaja en la habitación e incluso queda espacio sobrante.

“Definitivamente el que sabe sabe. El tapete le da mucho más ambiente de sueño a la habitación, que es lo que queremos”, dice Luis sonriendo con satisfacción.

Celeste en una de las escenas del cortometraje “Respira”. Foto de Katherin Vasquez

Celeste se acomoda en la cama para interpretar el papel de una niña con asma que se aproxima a la muerte, se arropa con la cobija azul, coge un peluche verde acomodado en el set, una tortuga, y la nombra.

“Esta es Amelia”, le dice Celeste al equipo de trabajo que la acompaña mostrando sus dientes de leche con una sonrisa.

“Escena 12, plano 4, toma 1”, se escucha decir a las 11:29 de la mañana en el set, dando inicio al rodaje.

Afuera de la habitación, Analú Gurisatti, la asistente del director, ve cada escena en un pequeño monitor negro conectado directamente a la camara con la que se está grabando dentro del set. Toma nota del cambio de la posición de los objetos y los movimientos de las actrices con el fin de no romper la continuidad de la historia del cortometraje.

“Esa queda, sigamos con la otra”, dice Luis satisfecho al cabo de grabar la escena tres veces.

Julián cambia de posición la cámara, colocándola en un soporte de metal unido en forma de L con otra barra de este mismo material, para lograr un plano cenital. La cámara queda con una distancia de un metro y 51 centímetros de la cara de Celeste.

“Escena 10, plano 2, toma 1”, se escucha decir a las 12:04 del día, seguido de un silencio absoluto.

Cuando el director está convencido de que para esa escena tiene la toma perfecta, abre la puerta de la habitación con desesperación para sentir el aire, medianamente frío, que está haciendo afuera del set, sin el bochorno del equipo de trabajo y de las gruesas telas negras que impiden la entrada no solo de la luz externa, sino también de aire.

A la una de la tarde, el hambre y el cansancio invaden el set obligándolos a detenerse.

Celeste emerge

A las 2:15 todos se alistan nuevamente en la habitación para retomar el rodaje. “Esta será la última escena de Celeste para que pueda irse”, dictamina Luis con el fin de que cada quien agilice su trabajo.

“En esta escena la idea es que parezca que Celeste está emergiendo de la cama, por lo que tendremos que quitar el colchón y que alguno se ponga debajo de la cama y empuje a Celeste hacia arriba”, explica Luis.

Las encargadas de dirección de arte sacan el colchón, como Luis lo pidió, y organizan la cobija y la sábana de la cama sobre las tablas. Deciden que Vanessa será quien se ubique debajo de la cama.

Vanessa, arrastrándose por el suelo con esfuerzo, se organiza boca abajo y pone a Celeste sobre su cadera, cubriéndola con la sábana y la cobija azul.

“Escena 5, plano 3, toma 1”.Desde un lado de la cama, Luis lentamente abre las cobijas, mientras que desde el otro, Sara, segunda encargada de la dirección de arte, realiza el mismo movimiento.

Al mismo tiempo, Vanessa, debajo de la cama, alza lentamente la cadera para dar el efecto de que Celeste está emergiendo para “salir a tomar aire” y respirar de nuevo después de por poco morir.

A las 3:14 se comienza con la primera toma de esta escena. Sin embargo, un par de dedos se ven desde los extremos al retirar la cobija, por lo que se tuvo que repetir de nuevo. Para la segunda toma, los pliegues azules de la cobija impiden que se vea el efecto esperado, por lo que todos, con el calor y el sudor en el cuerpo, se disponen a acomodarse de nuevo para repetir la toma.

41 minutos y 5 tomas después, la escena, que ocupa un par de segundos en el cortometraje, salió de la forma esperada.

Detalles finales

Con la noche sobre sus cabezas y casi 10 horas de trabajo sobre sus cuerpos procedieron a hacer las tomas finales para terminar el día de rodaje. Las escenas siguientes las estarían haciendo en una habitación diferente, la de la madre.

En el cuarto ubican dos lámparas, una a cada lado de la cama sobre su respectiva mesa de noche. Estas serán toda la iluminación del set. Con el sonidista y camarógrafo listos dieron inicio a la siguiente escena.

En el set solo se escuchan los movimientos hechos por Jennifer en la cama, de acuerdo a su actuación. Sin embargo, el sepulcral silencio se rompió.

El rebote de una pelota sobre el pavimento negro de la cuadra, comenzó a escucharse en los microfonos de Miguel, el sonidista, quien le hace una seña al director.

Luis le asiente con la cabeza y abre la puerta de la habitación para comunicarse con el equipo de trabajo que estaba fuera viendo los planos desde el monitor. “¿Le pueden decir a los niños de la pelota que estamos acá grabando?, gracias”.

Minutos después, todos retoman la concentración y el silencio, sin embargo…

“¿De dónde es esa música?”, le pregunta el director al equipo de trabajo que está fuera del set.

“Debe ser esa malparida que levanta a toda la cuadra con música a las 5 de la mañana”, dice molesto Julián, el camarógrafo y dueño de la vivienda.

“Por favor, ¿pueden ir a ver quién es el responsable para que apague la música?” indica Luis.

Minutos después la música no ha cesado ni hay forma de ubicar a la persona que hace ruido.

“Cuando estábamos grabando la reina del flow…” comienza a contar Julián, “en el momento en que un ruido de la cuadra interrumpía la grabación, las personas con las que estábamos trabajando que vivían en esa cuadra inmediatamente se paraban a callar al vecino casi que con amenazas para que continuáramos la grabación”, cuenta Julián con sonrisa divertida.

“Vamos a terminar de grabar y ya en postproducción lo arreglamos con sonido por encima”, dice Luis encontrando la solución más rápida para terminar el rodaje, debido a que lo que más faltaba era tiempo. Con la instrucción, todos se acomodan en sus posiciones, quizá algunos maldiciendo un poco a la persona que decidió poner la música que interrumpe la grabación.

Casi dos horas después se escucha “Escena 2, plano 3b, toma 3”, seguido del silencio por parte de los colaboradores del set. Jennifer, en la cama adapta el papel y se levanta en silencio. Lo único que se escucha es la música de la vecina.

“¡CORTE!, esa queda”, le indica Luis al equipo de trabajo, todos los presentes. Los que estaban adentro y afuera del set cerraron el rodaje con un aplauso y un respiro de alivio y cansancio al terminar exitosamente el día de grabación. Luego vendrá la posproducción, pero eso es otra historia.

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