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“El teatro no es una pasión… es una necesidad”: Juan David Toro

Por Manuela Echeverri Vélez

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Según las cuentas de Juan David, hace 26 años hace parte del grupo de actores del Teatro Matacandelas. Sin embargo, su pasión por las artes escénicas empezó desde que era un niño y en su último año de bachillerato llegó a la cúspide de su gusto por la actuación, en la cual aún hoy se mantiene.

“El mundo entero es un teatro, y todos los hombres y mujeres, simplemente, comediantes. Al nacer lloramos porque entramos a un escenario, que no es otra cosa que un vasto manicomio”.

Con esta frase empezó Blanca Nieves, obra del Teatro Matacandelas, un espacio cultural ubicado en la comuna La Candelaria, en medio del despelote y el trajín del centro de Medellín. En esa obra participaba el actor Juan David Toro Velásquez.

Juan David Toro Velásquez en su papel de “Ricarda”.

Esta fue mi segunda visita al Matacandelas. La primera vez que fui disfruté de Solo me acuerdo de eso, una obra que no es propia del grupo de actuación del teatro, sino una producción de Johan Velandia que había llegado a la ciudad por unos cuantos días.

Debido a que no era una obra propia del Matacandelas, en aquella ocasión no tuve la oportunidad de conocer a Juan David, aunque, para ser sinceros, cuando lo vi por primera vez lo estaban llamando Ricarda.

Ricarda fue, sin duda, mi personaje favorito de Blanca Nieves, algo dentro de mí me decía que necesitaba saber quién era el talento que le daba vida a este gracioso personaje.

Al finalizar la obra salí corriendo detrás de Ricarda para conversar con ella, o bueno, con Juan David, el encargado de darle vida al personaje.

A pesar de que muchas personas lo estaban saludando, quizás familiares, amigos y allegados, Juan David tuvo la gentileza de conversar conmigo un par de minutos.

Actor desde la cuna

Juan David nació en el barrio Trinidad, ubicado en la comuna 15 de Medellín. En este lugar, también conocido como el Barrio Antioquia, se crio y pasó su infancia y juventud, acudiendo a la Escuela Popular Eucarística Camilo C. Restrepo.

Creció en una época que él mismo determina como compleja en la ciudad. La situación para los jóvenes no era sencilla y mantenerse alejado de temas como la droga y la delincuencia era difícil.

Para su fortuna, su vida siempre estuvo llena de arte y él fue juicioso con una pasión clara por las artes escénicas, cosa que lo ayudó a mantenerse alejado de los problemas de la ciudad en aquel entonces.

“Desde que era niño me encerraba en mi cuarto a jugar que era un gran bailarín y a la vez hacía de público que aplaudía”, cuenta Juan David con nostalgia. Su padre también es artista, pero plástico, aclara entre risas.

Juan David me dice que mejor se quedó con el teatro y la danza, puesto que con las manos nunca desarrolló las habilidades que tiene su padre, quien es artesano.

Mientras las personas que salieron de la obra se acomodaban en las mesas para tomarse algo y disfrutar del buen ambiente del bar que hay dentro del teatro, le pregunté a Juan David en qué momento se dio cuenta de que el teatro en específico era su pasión.

Él de inmediato, como si hace rato estuviera esperando que alguien le preguntara eso, me contó que “el bicho de la actuación” lo picó en sexto de bachillerato (como se referían antes a grado once) cuando uno de sus compañeros le ofreció participar en unos talleres de teatro.

Aunque ya no lo parezca, él insiste en que antes era muy tímido, pero que fueron estos talleres los que lo ayudaron a irse soltando en el escenario.

Su formación profesional la obtuvo en la Universidad de Antioquia, donde con esfuerzo y dedicación pudo estudiar Arte Dramático. No obstante, la escena laboral para los artistas en Medellín no es fácil, por lo cual Juan David se vio forzado a alejarse por un tiempo de la actuación para trabajar en otras cosas. Pero siempre supo que eso era algo temporal, una momentaneidad mientras su rumbo dentro del teatro se hacía claro.

Le pregunté que cómo había descubierto su pasión por el teatro, pero él me hizo una aclaración importante: “Para mí el teatro no es tanto una pasión, yo lo veo más como una necesidad”.

Sus palabras me hicieron reflexionar sobre lo que era el teatro en su vida y lo que significaba para él, así como quizás lo es también para muchos de los miembros del grupo de actuación del Teatro Matacandelas.

Su llegada al Matacandelas

Seguimos conversando sobre cómo llegó a este teatro. Me relató cómo una vez más fue un tercero quien lo impulsó por este camino, tal cual como sucedió cuando estaba en el colegio. Fue un compañero de la universidad quien le presentó lo que hoy en día él mismo denomina su segundo hogar.

Sus inicios en el Matacandelas fueron con participaciones ocasionales en algunas de las obras que organizaba el teatro, mas no empezó siendo parte del grupo.

Conforme fue demostrando su talento y destreza, se fue ganando la confianza que lo hizo merecedor de un puesto dentro del selecto conjunto de actores y actrices que hoy hacen parte de esta casa teatral.

Juan David ha participado dentro del Matacandelas en obras como El medium muerto, Dicha y desdicha de la niña conchita, La chica que quería ser Dios, Blanca Nieves, etc.

Hay obras más serías que otras y por “serias” me refiero al género. Algunas son de drama, otras de misterio y unas cuantas comedias, como lo es el caso de Blanca Nieves.

A medida que fluía la conversación, Juan David se iba soltando más al hablar. En una ocasión se disculpó por si sus palabras me parecían escasas. Le dije que no se preocupara, y me contó que aún conservaba muchos de los rasgos de timidez.

Él en el escenario es uno y por fuera otro. La actuación le ha brindado la seguridad que muchas veces le faltó en su juventud y, aun interpretando papeles de personajes graciosos y bullosos como Ricarda, se considera una persona introvertida.

Me relató que su principal temor en el escenario es que se le olviden sus líneas, algo que ya un par de veces le ha sucedido. “Cuando se me olvida lo que tengo que decir, me estreso mucho y los pies se me ponen fríos, pero siempre soluciono”.

Tiene varias anécdotas al respecto, pero afirma que de todas las veces que le han pasado este tipo de “cacharros” ha aprendido algo.

A medida que aumenta el ruido dentro del bar del teatro, sube el tono de voz de Juan David. Su trabajo en el Matacandelas es algo por lo que vive agradecido e insiste en que este lugar le ha abierto muchas puertas. Ha tenido el placer de presentarse en escenarios internacionales con obras como Primer Amor, de Samuel Becket, en República Dominicana.

La escena del teatro en Medellín tiene eventos y opciones muy amplias.

Al preguntarle por sus sueños y metas a futuro, con sigilo me dijo que sí las tiene, pero que es un firme creyente del agüero de que si las dice no se le cumplen. Con una sonrisa le comenté que respetaba mucho su tradicional agüero y que sin importar cuales fueran esas metas, esperaba que se le cumplieran.

Nuestra conversación se vio interrumpida por alguien que parecía necesitarlo con vehemencia, al fin y al cabo, él es una persona muy querida por toda la comunidad del teatro. Le agradecí rápidamente por su tiempo y me contestó con una sonrisa mientras se alejaba.

Me senté un rato con mis amigas en una de las mesas que quedaban disponibles dentro del lugar, el cual estaba muy concurrido.

Como Juan David, son cientos las personas en la ciudad que viven del teatro, pero son muchas más las que desearían tener la oportunidad de vivir de su pasión por la dramaturgia.

Todas las fotografías son del Teatro Matacandelas, de su obra Blanca Nieves.

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