Skip to content

Testosterona en tacones

Compartir:
Testosterona en tacones
Testosterona en tacones: crónica ganadora del Premio Nacional de Periodismo Universitario Orlando Sierra 2019.

“Mírame a mí: un hombre negro, grande y viejo, bajo todo este maquillaje; si yo puedo lucir bella, tú también puedes”.
– Rupaul
(Gran impulsadora de la cultura Drag Queen, ganadora de un Grammy).

Entre retoques de polvo, pelucas y tacones, se manifiesta una extraordinaria concepción del arte; la expresión de un híbrido sexual que asciende, esperando ser escuchado en la sociedad.
Prefacio
Me encontraba en el bus con una maleta en la que tenía una faja y unos tacones prestados talla 41 que nunca pensé encontrar. Eran las 4:00 p. m., me dirigía a la estación Acevedo del Metro para verme con la persona que se convertiría, esa noche, en mi “Drag Mom”, clasificación que tienen las Drags para aquella encargada de introducir a alguien –al novato, al interesado, al curioso– en su cultura, ayudándolo a convertirse en una verdadera Drag Queen.

Lo único que me atemorizaba era no verme lindo con las prendas y el maquillaje. Si quería llevar a cabo la inmersión, debía hacerlo de una forma tan limpia y pulida que yo mismo terminara por creerme el asunto.

Así que para nada me motivaba el visualizarme como un tipo feo enfundado en ropas de mujer. Me sentía cada vez más ansioso sobre lo que sucedería esa noche. Durante todo el recorrido del Metro me la pasé viendo las batallas de sincronización labial –o lip sync de canciones–, en las que se enfrentaban las drags del programa Rupaul’s Drag Race, luchando por mantenerse en la competencia.

En mi mente solo tenía el deseo de verme así de regia y hermosa, que la gente al mirarme amara mi Drag, tanto como yo admiraba a las concursantes del reality.
Phiore H. del Rio
Llegué a la casa de Phiore, mi Drag Mom, a las 5:30 p. m., luego de bajarme en la estación Acevedo, pasar tres chatarrerías, una cancha de fútbol, una loma llena de casas con fachadas de ladrillos y haber comprado unas uñas postizas.

En la puerta de su casa, lo vi por primera vez en su versión masculina. En otras ocasiones solamente había visto a la mítica Phiore H. del Río en la página web que tiene con otras amigas drags, llamada Cultura Drag Medellín.

El encabezado de la página dice: “Somos un colectivo independiente y autónomo de artistas, performers y diseñadores y estamos aquí para traer a la ciudad de Medellín la CULTURA DRAG”.
En el sitio, los chicos suben fotos  de sus procesos de transformación y de los eventos a los que asisten, también describen cómo llegaron a ser Drag, teniendo en cuenta el argumento de su personaje.

Fue en este sitio web donde vi a Phiore con un maquillaje asombroso que hacía referencia a una ninfa del bosque. Desde ese momento quise que él fuera quien me llevara de la mano por el mundo Drag.

Phiore es un chico delgado de 18 años. Es  alto,  trigueño,  de  cara  alargada  con rasgos Phiore  H. del Rio  pulidos, ojos saltones, pelo teñido y una gran amabilidad. Solo tiene como profesión ser Drag.
Me contó que de chiquito siempre había sido muy bueno con las manualidades, pero que también había sido muy gay, y que al buscar una forma de incorporar todo en uno, resultó metido en el ámbito Drag.

Luego de conversar por un rato, apresurado, me dijo que íbamos cogidos de la tarde para el evento, que sería en El Poblado a las 11:00 p. m., con ensayo a las 8:00 p. m.
Nacimiento de Gem H. Liaison
Mi cambio. Foto: Alexander Arroyave
Rápidamente, Phiore me sentó en una silla en la cocina, al lado de una mesa donde había tres cosmetiqueras, una con brochas de todos los tamaños, otra con polvos y sombras de varios colores, y otra llena de bases.

Él me prohibió verme en el espejo hasta que terminara de maquillarme; advertido esto, empezó a darle vida a un nuevo personaje.

Inició por recogerme el cabello con una balaca de pasta, para despejar mi cara. Me tapó las cejas con 8 espesas capas de Pegastick, aplicadas cada cinco minutos, con el fin de hacer unas nuevas cejas.

Luego me cubrió toda la cara con base, tapando cualquier imperfección, transformándome en el lienzo donde plasmó toda su creatividad.

Inició remarcando los contornos de las mejillas y aplicando un juego de sombras en mi frente, según él, para dar la sensación de una cara pulida. Continuó perfilándome la nariz, diciendo que la haría parecer más delgada y bonita. Mis ojos los bordeó de muchas bases, sombras y delineador de varios colores para hacerlos más expresivos.

A continuación me colocó unas largas pestañas postizas, que en principio hicieron que mis ojos se sintieran pesados e irritados. Pintó mis labios de rosado mate oscuro y les añadió un poco de escarcha.

Y como sello personal replicó en mí las lágrimas características de su drag. Todo el proceso de maquillaje duró cerca de tres horas.

Mientras me maquillaba pensábamos en mi nombre de Drag. Yo le dije que admiraba a una Drag Queen del reality Rupaul´s Drag Race, llamada Pearl Liaison cuyo nombre en español traduce Perla Liaison.

Siguiendo la lógica de objetos preciosos me quería llamar Gem Liaison, que traduciría Gema Liaison. Phiore me dijo que al ella ser mi Drag Mom yo debía llevar uno de los apellidos de su nombre, por lo cual terminé llamándome Gem H. Liaison.

En medio de la conversación me recomendó que al ser yo Drag Queen lo más conveniente era dejar a un lado mis comportamientos masculinos. Debía reinventarme, y empezar a ser y comportarme como una señorita; según él, yo iba a encarnar y a dejar hospedar en mí a una dama.

Todo este proceso se me hizo eterno; la desesperación por ver cómo estaba quedando era demasiada. Sumada a la tortura de tenía un gran espejo en diagonal, inutilizable.

Finalmente, la creación de Gem H. Liaison tomó cerca de dos horas. Al terminar, Phiore me espeta: “Te ves muy hermosa y perra, ¡me encanta!”, al mismo tiempo que pone un diamante de cristal en mi frente, como la cereza del helado.
Todos me miran
De izquierda a derecha Dalila Velvet, Santa Putricia, Daphne Fotos: Felipe Alarcón.
Encarnando solo una parte de Gem H. Liaison, me oculto tras unas gafas de sol y la gorra; generando cierto anonimato, evito que mi personaje se vea incompleto. Salimos rápidamente de la casa de Phiore faltando diez minutos para las ocho.

Dentro del vagón del Metro las personas comenzaron a observarme con cara de intriga.

Supongo que debido a mis gafas de sol en la noche, el enorme diamante en la frente y mi vestimenta de hombre.

Queriendo ver las reacciones de todos los que estaban a mi alrededor, decidí quitarme las gafas de sol y descubrir mi elaborado rostro a todos los prejuicios.

De inmediato me convertí en el centro de atención; podía sentir cómo las miradas de asombro, asco e intriga chocaban contra mi fachada mientras sus bocas se negaban a manifestar sus pensamientos.

Mientras caminábamos rumbo al Parque Lleras, cada vez fueron más los curiosos que admiraban mi rostro, tratando de encontrarle un por qué.

Phiore y yo llegamos a Alta Gama, una discoteca gay de dos pisos que queda al frente del Parque Lleras, a las 10:00 p. m. El portero me miró la cara y de inmediato nos dejó cruzar. Subimos por unas escaleras en espiral hasta el segundo piso.

Al final de las escaleras había una gran entrada; al cruzarla de inmediato vi que el lugar estaba desierto. Pude obtener una cómoda visión de todo el sitio.

Del techo colgaban bafles y reflectores, al frente había una tarima con unos tocadiscos y dos máquinas de humo. A cada lado del local había un mesero detrás de una barra que emitía una luz azul, iluminando tenuemente el lugar.

Me dirigí a la derecha hacia el fondo, y crucé una pequeña puerta, que al parecer era el camerino. De inmediato me encontré con un equipo televisivo que estaba haciendo una nota acerca de la cultura drag, y tres hombres en media-pantalón, con mallas en la cabeza y rostros femeninos, mirándose a un espejo mientras repasaban sus rostros con las brochas.

Al parecer no éramos los únicos que llegábamos tarde, puesto que en total las Drag de esa presentación eran doce. Pude hablar de cerca con las tres Drag que se estaban maquillando; sus nombres artísticos son Dalila Velvet, Santa Putricia y Daphne D’bones.
Les pregunté cómo definían el drag, y en síntesis respondieron que es una forma artística manifestada bajo la extravagancia y lo mundano, con el fin de entretener y transmitir al público una perspectiva sobre la sociedad, dependiendo de la Drag.

El argumento de cada una es muy interesante. Dalila muestra en su Drag que lo imperfecto puede ser tendencia, al considerarse a sí misma como la anti-Barbie; el de Santa Putricia es su inconformidad hacia la iglesia, ya que la ve como un instrumento de control de masas y no como un sitio de verdadera conexión con Dios; Daphne argumenta su Drag en lo grotesco, mostrando que lo inusual y feo posee un espacio en esta cultura.

El Drag de Phiore no es tan trascendental, pero es hermoso e inspirado en lo mítico e irreal. Al escuchar sus puntos de vista, pude comprender el trasfondo de esta cultura, y ver que más allá de un simple atuendo y un seudónimo, hay un mensaje de reflexión interesante para comunicar.

Entendí el Drag no solo como algo artístico sino también como un canal de protesta contra los estereotipos.
Una extraña pero necesaria aventura
Mientras yo esperaba a que Phiore terminara de maquillarse, fueron llegando las otras drags ya maquilladas y listas para el show. Entre todas abundaba el cuero, la pedrería, los tacones y las uñas postizas; pero cada una añadió su sello personal desde sus extravagantes pelucas, vestuarios acompañados de elementos particulares y maquillaje.
Phiore se maquilla, mientras yo la observo. Foto: Felipe Alarcón.
De todas las drags, la que mejor me recibió y se preocupó por ver que me sintiera cómodo fue Luna O´Hara. Ella estaba vestida de villana con botas de cuero, mini falda, peluca de dos colores y antifaz, haciendo referencia a Harley Queen. Mientras estaba en el evento ella fue muy servicial, pero creo que con una doble intención.

Phiore ya estaba totalmente maquillado, así que nos metimos en uno de los baños de camerino, para quitarnos la ropa masculina.

Ambos quedamos con solo la ropa interior. Él me pasó una peluca lisa negra, una falda larga negra, una camisa manga sisa de rayas azules, y tres media- pantalón.

Lo primero en colocarme fue la faja, la utilicé tan apretada como pude, forzando una figura femenina en un cuerpo ajeno a esta sexualidad.
Después me puse la falda, la camisa y me entaconé. La camisa de rayas no era de mi gusto, y pensando en no quedarme toda la noche incómodo, cogí mi cami-buzo negro, de hombre, lo volteé al revés, le corté tallaje y me lo puse.

Al salir no podía reconocer a esa mujer aparentemente de luto, donde se supone que debería haber una figura masculina de un chico de 18 años. Al mirarme, todas las drag quedaron asombradas con lo bien que me veía, y me relacionaban con la protagonista del show de Los locos Adams y una viuda asesina.

Mi Drag estaba en su punto. Completamente lista, sentí como de verdad Gem se apoderó de mi cuerpo empezando a gesticular y actuar de una manera femenina.

No encontraba explicación de porqué actuaba de esa forma… quizás después de todo me estaba creyendo el cuento.

Estar en tacones fue una sensación muy extraña e incómoda, porque obliga a tu cuerpo a tener cierta postura forzada y elegante. Ya entendía por qué las mujeres se quitaban los tacones en las fiestas.
Gem H. Liaison
Los dedos de mis pies se ajustaban forzosamente a la forma redonda de la punta de mis tacones. Todo el peso de mi cuerpo se concentraba en la punta de mis pies.

El show ya estaba retrasado cerca de 30 minutos; un estado de desesperación empezó a apoderarse del camerino, acelerando a todas un poco más de lo habitual, en medio de la multitud que había en los camerinos incluyendo a los camarógrafos, bailarines y amigos.

Antes de salir a escena, entre el camerino, las Drag empezaron a repartirse pases de perico entre sí. Esto como método de activación, pues según ellas las despierta. Me ofrecieron pero no quise, solo me dediqué a observar.

Luego de esa peculiar preparación las chicas hicieron en mitad del camerino un círculo tomándose de las cinturas; la figura líder de ellas, Jano von Skorpio, dice unas palabras de aliento con las cuales llena de fortaleza a las chicas diciéndoles que se van a devorar al público y que van a arrasar con el evento.

Dichas estas palabras, todas juntas gritan a una sola voz:
“¡Qué perra, qué perra, qué perra mi amiga!”.
Jano Von Skorpión, Foto: Felipe Alarcon
A la hora cero, Jano Von, la líder, salió y se subió a la tarima; allí mediante anécdotas graciosas, referenciando la homosexualidad, explicó cómo el grupo salió de un combo de puras “pasivas”, que queriendo ser escuchadas y al mismo tiempo admiradas, llegaron al drag.

Dijo que Cultura Drag Medellín haría de esa noche algo inolvidable. Sin más ni menos, Jano se bajó en medio de gritos de admiración, y vuelve al camerino.

Eran las 12:10 p. m. Fui el encargado de avisar al dj la entrada de las chicas; al salir, me encontré con un sitio lleno de gente, en su mayoría hombres. Las luces de colores alumbraban intermitentes. Giraban e iluminaban algunas secciones del lugar.
Mediante algunos roces de luz, logré distinguir algunas personas de la multitud, que la verdad no me esperaba encontrar en este sitio, como por ejemplo compañeros de rugby y de la universidad, que no me esperaba encontrarme allí.

Aprovechando mi seudónimo, me deslicé entre la multitud que me abrió campo, mientras admiraban mi drag. Llegué donde el dj y le di la señal de soltar la música. La puerta de camerinos se abrió, de allí salió un misterioso y largo bulto que se dirigió a la tarima. Cuando llegó a la parte trasera de la tarima, empezó a sonar la canción Lady Marmalade.

De inmediato el bulto se descubrió y eran las doce drag. Los gritos de admiración retumban en el lugar. En grupos de a tres se van montando a la tarima, con gestos sexys, sonrisas y juegos seductores, fingiendo cantar la canción.

Cada una añadía a su performance algún movimiento especial; se abrían de pies, algunas emboban al público besandolos y otras recurrían a la comedia.

Mientras vocalizaban la canción, las chicas se fueron esparciendo por toda la discoteca hasta llegar a las plataformas. Allí se subieron a las barras de la discoteca, e incorporando los tubos a su presentación hicieron pool dance. El público enloqueció, cautivado con aquella presentación.

La canción terminó, las chicas se bajaron de la barra y se fueron muy sexys para el camerino. Allá se felicitaron unas a otras por el trabajo que hicieron.

Se cambiaron de vestuario, para lo que sería la presentación individual, en la que cada una destacó su talento de drag como la atracción, gimnasia, baile, vestuario y maquillaje.
De nuevo civil: el final
Luego de todos los performances, me sentí muy cansado e incómodo. Era muy satisfactorio la admiración que tenían las personas hacia mi drag, pero en realidad no esperaba que esto fuera algo que me dejaría tan exhausto.

Cerca de las 3:00 a. m. decido quitarme todo el drag. Me dirigí hacia el baño, removí de mi cuerpo la peluca, la falda, los tacones y la faja. Maté a Gem H. Liaison mientras revivía a Alexander.

El no sentir la faja que apretaba todo mi abdomen y los tacones que comprimían mis pies, me hizo sentir una persona libre. Me puse la ropa con la que llegué y decidí salir del baño.
Alexander Arroyave Correa Foto:Marcela Ochoa
Las chicas no podían creer que detrás de toda esa hermosa fachada había un joven que les pareció atractivo a simple vista. Me dispuse salir a la discoteca e inmediatamente empecé a sentir que el entorno ya no me trataba con admiración.

Varios hombres que en principio me pedían fotos cuando estaba de drag, ignorando saber que yo era ese personaje, se me acercaron preguntando por mi nombre e invitándome a bailar y a tomarnos unos tragos para luego vernos a la salida. Yo los rechacé.

Entré al baño para remover los restos que quedaban de maquillaje. Mirándome en el espejo escuché que me llamaban, giré y al fondo del baño, en los orinales, había un sujeto moreno alto y de contextura gruesa, exhibiéndome su pene erecto.

El me indicó que nos encerráramos en un baño; pasmado, salí corriendo del baño sin poder procesar nada de lo que había pasado. La fiesta había terminado; La Mordaza culminó alrededor de las 4:00 a. m. En el establecimiento solo quedamos las drag y yo.

Fue justo ahí, en medio de la discoteca desierta, donde poco a poco los personajes de ensueño que provocaron admiración, regresan a sus guardarropas.

Las chicas vuelven a ser los hombres del común, casi todos con oficios varios, pues el drag, como profesión, no es rentable en Colombia.

Poco a poco cada uno dejó el lugar donde tuvo su puesta en escena y oportunidad de juzgar a la sociedad, creativamente, desde unos pedestales llamados tacones, hasta que de nuevo, en camerinos, se vuelva a escuchar “¡Qué perra, qué perra, qué perra mi amiga!
Galeria
Híbrido Sexual Foto: Felipe Alarcón
Fotografías en el camerino.
Fotografías en el camerino.
Compartir: