Estoy volviendo a la vida
Por: Ruth Sofía Aristizábal Gómez
Estudiante de Comunicación Social de EAFIT
He sido silenciosa y tranquila, recorriendo por años un trayecto que se ha modificado, un cauce alterado, habitando un camino. Esto lo he hecho por tanto tiempo que ya me he convertido en paisaje. Soy una de las muchas fuentes hídricas de Medellín: la quebrada La Volcana.
¿El puente pequeño cerca a la entrada de la avenida Las Vegas que conecta con la placa polideportiva? Por ahí, debajo, pasa esta quebrada. La mayoría transita por allí o. Algunos pudieron haber egresado de EAFIT o solo haber visitado el campus, pero nunca haberla notado o no tener tan buenos recuerdos de ella debido a su olor o su aspecto. Pero independientemente de esto, ella siempre ha estado y estará ahí.
La Volcana comienza su recorrido en el alto de Las Palmas a más de dos mil metros sobre el nivel del mar, y fluye como venas hasta el campus de la Universidad EAFIT, unos metros antes recibe las aguas de otra quebrada, Los Balsos, y se prepara para dar su último suspiro como quebrada para integrarse y desembocar en el río Medellín.
Recorre un total de cinco kilómetros, donde sus paisajes varían tanto como el estado de sus aguas, pues ha estado a merced de las condiciones mundanas que la rodean. Ella, como todos los cuerpos de agua, tiene memoria y cuenta desde su historia lo que fue el inicio de la ciudad, lo que es y será como sociedad.
Su primer trayecto es cristalino y fluido en vertical, en la vereda San Joaquín del municipio de Envigado. Tiene el sonido suave del agua cuando golpea las rocas. Su entorno es natural, rodeado de pasto, árboles y especies propias a su naturaleza. Está naciendo, está empezando.
Sin embargo, esto cambia a medida que avanza su recorrido. Comienza a fluir serena hasta que se encuentra con las primeras unidades residenciales donde, en algunas, aún mantiene un entorno natural, pero ya empieza a ser aislada por medio de mallas, interrumpiendo la circulación de los animales que viven en su cuenca. Escombros y sedimentos modifican también su cauce y, según la temporada, cambia su aspecto que algunos días tiene hasta espuma, se podría llegar a pensar que es producto de la fuerza de sus aguas, pero no es así. Aquí se reflejan las consecuencias de las sustancias vertidas desde las viviendas por ciudadanos sin mucha consciencia sobre el destino de los vertimientos en los sistemas de recolección (alcantarillado). Hay basuras y su ecosistema ya no se preserva como en un inicio. En su transcurso, la quebrada se va transformando de acuerdo con su entorno, dándose un tinte más moderno y camuflándose entre la ciudad.
Años y siglos atrás
No obstante, La Volcana no siempre fue así. Su existir hace unos años era salvaje y libre como todo lo que aún no ha sido intervenido por el hombre. Su cauce tenía curvas pronunciadas que permitían la creación de vegas y pequeños descansos donde disminuía la fuerza de su caudal, propiciando el espacio para la creación de ecosistemas acuáticos y terrestres propios de su naturaleza. De esto poco queda, pues con los cambios urbanísticos de Medellín, La Volcana también ha vivido transformaciones, siendo canalizada en algunas partes de su recorrido, para poder dar paso a la construcción de edificaciones, adaptándose al concepto de innovación y modernismo.
Muchos seres vivos se han visto afectados por estos cambios. Según el periódico Vivir en El Poblado, en la quebrada se han encontrado registro de diferentes especies que han sobrevivido a pesar de las condiciones del agua, tales como los «corronchos» un tipo de pez, «chuchas de agua» y, en una ocasión, un cangrejo que fue llevado a la Universidad de Antioquia para su estudio.
A esto se le suma la contaminación causada por las malas prácticas de las personas que como producto de su vida doméstica o actividad empresarial arrojan químicos, desechos, paños, tarros de medicamentos, entre otros, ocasionando la obstrucción del cauce y envenenado las aguas, lo que reduce el oxígeno en el agua e imposibilita que las especies puedan crear su hábitat en ella e, incluso, mueran en el intento de hacerlo.
La situación no es exclusiva de esta quebrada. Los efectos del cambio climático ha llegado a un punto tal que los habitantes de las urbanizaciones aledañas perciben más el riesgo debido a posibles crecientes y deslizamiento, no solo de La Volcana, sino también de las otras fuentes hídricas que recorren El Poblado, debido a que sus condiciones podrían tener consecuencias peligrosas para los habitantes por falta de mantenimiento, cultura y prevención, dirán algunos; o por fallos en un modelo de ocupación, dirán otros. Desde cualquier óptica la relación de la especie humana con el sistema ambiental no ha sido la mejor.
Pero hay esfuerzos. Así, con el fin de ayudar a la mejora de las condiciones de La Volcana, EPM instaló, en ambos lados de la quebrada, colectores de aguas residuales, lo que mejora la infraestructura y evita la obstrucción del cauce y las inundaciones. De esta forma, se logra disminuir la materia orgánica que se vierte a la quebrada y los malos olores que emanan de ella. Es un primer paso en la recuperación, en hacer reversible el deterioro al que ha estado sometida.
Por debajo de la ciudad
La canalización de fuentes hídricas impacta en el ecosistema que allí se genera, provocando una cicatriz irreversible. Brindarle a La Volcana la posibilidad de volver a su cauce natural daría paso a que poco a poco vuelvan las especies y los microrganismos que en un pasado vivieron en ella, y mitigar el riesgo de desbordamiento, pues su vegetación, raíces y suelo propio están adaptados para absorber la mayoría de sus crecientes.
Vivir tantos años da pie a muchas historias que contar, entre ellas la inundación del 23 de noviembre de 1988, donde todo el primer piso del bloque 26 quedó bajo el agua debido a un fuerte aguacero que provocó una gran creciente. Los carros flotaban, la documentación de Educación Continua nadaba entre archivadores y sillas. Aproximadamente 120 centímetros de agua sirvieron para darle el nombre de La Pecera a estos salones del campus.
Actualmente, La Volcana se encuentra rodeada de edificaciones, carros, motos, personas, centros comerciales y demás, pero todo tiene un principio. En sus inicios las cosas eran muy diferentes. Este entorno moderno no existía. Eran pocos los habitantes y el ritmo y estilo de vida de quienes allí vivían era muy diferente.
La Volcana fue fuente de vida para los indígenas y para los las demás personas que, a lo largo de los siglos, han vivido a su alrededor, agua infinita y pura para saciar su sed. Era importante y visible para ellos. Tenían una relación directa y dependiente. Lo que le sucediera a la quebrada impactaba a las comunidades, hogares y cosechas. Su existir era vital y referente para quienes buscaban donde asentarse para vivir, abastecerse y sembrar.
En una de las más significativas intervenciones urbanísticas de los últimos años en el sector, el edificio de Idiomas EAFIT, un equipo de excavación arqueológica halló dos vasijas fúnebres y otros elementos como dagas, botijas, cuchillos, dijes y lozas inglesas cerca al área de Los Guayabos, contiguo al puente de la 4 sur. En el caso de las vasijas, estas tenían al menos 1.200 años de antigüedad. Pablo Aristizábal, arqueólogo que lideró esta búsqueda, afirma que «las civilizaciones y las aldeas siempre se han desarrollado cerca de un gran río donde le desemboca otro, exactamente lo que se está viendo en EAFIT», pues esto representaba agua pura, la cual podían tomar y utilizar para sus cosechas, asegurándoles supervivencia. El agua siempre ha sido vital para los asentamientos humanos.
Incluso, EAFIT, antes ubicada en una casa en la carrera 45 entre la Playa y Maracaibo (los primeros años de la entonces Escuela de Administración y Finanzas fueron en el centro de Medellín), se trasladó a La Aguacatala , a comienzos de la década de los sesenta del siglo pasado, a un terreno que antes era una vega y que hacía parte de una finca llamada Riobamba, y cuenta Jorge Iván Rodríguez, uno de los fundadores de la Universidad, que la quebrada representó un recurso aprovechable, pues tendrían riego y abono gratis para todo el campus que visionariamente construirían. Además, se puso un pequeño puente para que los estudiantes pasaran sin riesgo, debido a que cuando las aguas se subían en invierno, ocasionaban inundaciones que dejaban afectados los primeros pisos de las instalaciones.
Esto, y diferentes factores para la construcción y la ampliación del campus y las urbanizaciones aledañas, llevaron a que se optara por la canalización de la quebrada con un recubrimiento de cemento, pero con el cauce a la vista. El hecho es que La Volcana y demás fuentes hídricas continúan siendo fundamentales en todo el ciclo de nuestras dinámicas actuales como ciudad, inclusive se trata de un asunto relacionado con los actuales Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como Agua limpia y saneamiento (6), Ciudades y comunidades sostenibles (11) y Vida de ecosistemas terrestres (15), y con planes de manejos hídricos.
A razón de esto, EAFIT ha propuesto en su Plan Maestro 2024 la posible descanalización de La Volcana, pues al entrar en la línea de sostenibilidad, en 2004, adquirió el título de Universidad Parque, y ha venido creando componentes estratégicos que buscan el equilibrio entre los espacios libres y construidos para generar zonas donde se valore el paisaje natural y original. Descanalizar La Volcana implicaría una transformación en el entorno no solo en la parte ambiental y urbanística, sino también en lo social, pues como comenta el sociólogo Diego Ríos «antes se les veía a las quebradas como algo sucio, de alcantarilla, donde iban los desechos. Ahora debemos crear consciencia en relación con el significado de estos espacios», dándole visibilidad y ayudando a la mejora de sus condiciones para cambiar la percepción que se tiene sobre estas fuentes hídricas, y que compartir un mismo espacio con La Volcana sea motivo de conexión con lo natural y apropiación del campus.
Así mismo, Juan Sebastián Bustamante, del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de EAFIT, afirma que «lo que estamos pensando desde esta actualización del Plan Maestro es que efectivamente la quebrada se nos convierta en un proyecto estratégico para toda la Universidad: para alumnos de pregrado, para profesores, para investigadores, para todas las diferentes escuelas que tenemos, y que eso nos permita conectarnos con el área metropolitana, con Antioquia, las empresas privadas y las personas que habitan a lo largo de nuestra cuenca, para ayudarlos a entender cómo debemos manejarlas».
Ser una Universidad Parque implica un gran compromiso con la fauna y la flora, pues lo que se haga dentro del campus, directa o indirectamente, va a tener un impacto en todo el ecosistema de la ciudad e incluso del país. EAFIT tiene en sus manos una muestra a escala de toda la riqueza colombiana, y conscientes de esto ha marcado en sus objetivos cuidar y preservar la vida que allí habita, siendo el agua el recurso clave y fundamental para la continuidad del existir.