Eran las 11 am. Las personas se conectaban desde sus dispositivos celulares. Empezaba la subasta. Cada ganadero mostraba su venta de ganado, de repente aparecía una peculiar vaca con un tamaño imponente, 150 centímetros de largo, 800 kilogramos, cuerpo robusto y musculoso. Era la Sin Nombre, el mejor ejemplar de aquella mañana. ¿Quién lograría llevársela? En ese instante nadie lo sabía, los numerosos ofertantes se aprestaban a lanzar sus posiciones: “¡La compro!”, exclamó un ganadero de Puerto Triunfo. Sin tener mucho éxito, a pesar de los 47 millones de pesos que ofreció, cifra que no resultó suficiente, como tampoco la cifra de su competidor que intentó llegar a los 55 millones de pesos, sin vencer a su rival. Transcurría así otra jornada atípica en el sector de la industria ganadera en tiempos de pandemia.