A ciegas por el Darién

Por Jerónimo Hernández

“La discapacidad no te puede cohibir de hacer tus cosas y lograr tus objetivos, así sea poco a poco, tratando de dar paso firme, porque la selva es escabrosa; hay muchos peligros, entonces hay que ir con demasiada prudencia, pero hay que seguir pa´lante”

Se volvió muy común para los pobladores ver a migrantes, principalmente venezolanos, acampando en la arena de la playa de Necoclí, algunos con una buena condición económica y otros con lo justo para sobrevivir. Pero si alguna de las historias que convergen en el municipio con la llegada de los migrantes llama la atención es la de los hermanos venezolanos Vito y Miguel Patini; este último sorprende caminando por las calles ruidosas del malecón con un bastón para ciegos, un morral enorme, y una determinación increíble.

¿Con quién viaja y cuál ha sido su recorrido para llegar hasta Necoclí?

Viajo con mi hermano mayor Vito, el que tú has visto por ahí conmigo. Nosotros arrancamos desde Arequipa, Perú, llevamos ya 14 días desde que salimos de Arequipa y cuatro o cinco días acá en Necoclí. Tomamos esa decisión de viajar nuevamente porque en Perú la situación no era buena, no era la expectativa que uno buscaba; hubo un tiempo en que la calidad de vida no era la mejor, pero se mantenía; a raíz de la pandemia las cosas han venido empeorando, los precios subiendo y por eso tomamos la decisión de viajar a los Estados Unidos, con un mínimo de recursos, pero con mucha voluntad y fe.

El hecho de mi discapacidad no es para mí un impedimento para que uno pueda lograr sus objetivos.

Hablando de su discapacidad, cuénteme más sobre ella…

Sufro de glaucoma, y por eso tengo discapacidad visual. Podré ver un 10 % a lo mejor, porque veo muy nublado. Por ejemplo, yo sé que estás aquí al lado mío, pero no puedo distinguir nada de tus rasgos, ni tus ojos, ni tu boca, ni tu cara, solo una sombra.

¿Cuál es la idea de ustedes de ir a Estados Unidos, y tienen un lugar a dónde llegar? 

No tenemos mucho, tenemos una amistad, pero en realidad vamos mi hermano y yo a lo que salga, dispuestos a trabajar. Yo a mi manera, con mi discapacidad, buscaré una forma de hacerlo, de hecho, siempre desde que tengo mi enfermedad he trabajado así. Cuando llegue allá, tendré que buscar la forma de hacer lo mismo. Mi enfermedad es progresiva; al principio yo veía normal, con un poco de dificultad, pero como todas las personas, incluso conducía, pero en los últimos años se me ha disminuido mucho el campo visual, entonces eso sí me cohíbe de muchas cosas, pero como te digo siempre busco la manera de solucionar las cosas. 

La verdad es que no sabemos si nos vamos a quedar allá por completo. Venezuela es el país de uno y uno siempre va a querer volver, pero todo depende de las circunstancias y de cómo pasan las cosas; si a uno le va bien, va fluyendo y uno va “revolucionando” allá. Más adelante uno volverá a su país, todo depende de las situaciones económicas, políticas y todo eso. También influye muchas veces la suerte, que uno llegue a un lugar donde uno pueda trabajar bien, progresar rápidamente y uno aprovecha esas épocas; son muchos factores, entonces no te podría decir.

¿Qué hacían en Perú antes de emprender el viaje?

Trabajábamos en algo así como una panadería, hacíamos alfajores, galleticas, pasteles, teníamos nuestro propio negocio, lo creamos allá poco a poco y fuimos evolucionando; vendíamos bastante, pero claro, como empiezan los costos a subir se nos hacía muy difícil seguir con el negocio, y como se presenta esta oportunidad de que “entre comillas” están recibiendo a los venezolanos allá en Estados Unidos, hay que ir a intentar en otro sitio.

Vendimos todo lo que teníamos allá en Perú y con ese dinero fue que pudimos empezar la travesía; tampoco fue mucho, pero sí ha servido para solucionar muchas cosas.

¿Cómo ha sido su recorrido con su condición?

Básicamente nuestro recorrido ha sido montándonos a los camiones. En los peajes los conductores paran y uno les pide permiso para montarse y ellos nos ayudan por mi condición; hay algunos migrantes que no piden permiso y se suben a escondidas, pero en el caso de nosotros siempre preguntamos primero. Tuvimos bastante suerte porque hemos conseguido varias “colas”, varios aventones largos de 20 horas en un camión; nos teníamos que amarrar con cuerdas arriba para no caernos en las curvas porque uno se duerme. También hemos tenido que caminar bastante. Caminar 30 o 35 kilómetros en un día. Hay sitios en los que uno se queda varado, autopista pa’ allá, autopista pa’ acá, y hay que moverse; caminamos, caminamos y caminamos, todos los días avanzamos. Donde más nos hemos quedado es acá en Necoclí.

¿Por qué se han quedado tanto tiempo en Necoclí?

Porque se nos ha hecho difícil el paso en la lancha, no sabíamos que era tan formal, que había que comprar su tiquete, que era tan controlado, no lo sabíamos; entonces no nos alcanzaba el dinero y estamos tratando de “revolucionar” (rebuscar) para conseguirlo. Calculamos que en unos dos o tres días podemos salir; también hay que conseguir los mínimos recursos para poder pasar la selva; llevamos unos enlatados, unos pocos insumos, pero ahora sí hay que esforzarse más porque la cuestión es más fuerte y, bueno, con la ayuda de Dios y pensando positivamente podremos cruzar hasta Panamá y ahí continuar.

¿Cómo espera asumir este reto con su discapacidad?

Bueno, pues como lo vengo asumiendo, con mucha voluntad, y como digo: el hecho de que uno tenga una discapacidad no impide que uno pueda lograr sus sueños. Muchas personas piensan que como uno tiene una discapacidad, se preocupan y eso, pero yo les doy un mensaje: la discapacidad no te puede cohibir de hacer tus cosas y lograr tus objetivos, así sea poco a poco, tratando de dar paso firme, porque la selva es escabrosa; hay muchos peligros, entonces hay que ir con demasiada prudencia, pero hay que seguir pa´lante, sin miedo para conseguir los objetivos que uno quiera.

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A pesar de su condición, Miguel se aventura a atravesar la selva del Darién como lo hacen miles cada día, pero la impiadosa selva no entiende de razones humanas y el esfuerzo que tendrá que hacer va a ser muy grande; probablemente se demore más de los ocho días estimados para la caminata a través de la selva; lo único certero es que él está empeñado en seguir caminando, a pesar de no ver. Solo el tiempo dirá si logró su objetivo de cruzar el Darién a ciegas.

Nota para un recuadro:

 “Mejor quédense donde están”, dijo en su visita a Necoclí el embajador de Estados Unidos en Colombia, Francisco Palmieri, refiriéndose a los extranjeros que planean pasar por la selva del Darién, frontera entre Colombia y Panamá, para llegar a EE.UU. Esta recomendación es dada por la decisión que en octubre del 2022 tomó el gobierno de Estados Unidos de cerrar la frontera con México por 90 días.

Esta entrevista con Miguel fue realizada en los primeros días de octubre, cuando aún no habían cambiado las políticas migratorias y había miles de migrantes en las playas de Necoclí.