Por Isabela Henao
Dos realidades bien distintas están a metros de distancia, divididas solo por un pequeño puente. Son las dos caras, las dos playas de Necoclí: una, la del turismo que tiene los recursos para estar bien, y la otra la de los migrantes de escasos recursos que permanecen en precarias condiciones. Muchos expresan que el hambre los persigue casi todos los días.