Por Juan Daniel Arias Mejía
En las playas de Necoclí, la mayoría de los migrantes que amanecen sobre la arena quieren llegar a Estados Unidos. Para eso es que cruzan el golfo de Urabá y después el Darién. Sin embargo, algunos tienen otras motivaciones.
Alexis Serrano, un periodista del estado de Yaracuy, en Venezuela, quiere atravesar la selva y devolverse sin cruzar el río Bravo. Lo hará para divulgar la situación de los miles de migrantes que hacen esa travesía. Piensa que esos venezolanos que viven y trabajan lejos de su hogar levantarán algún día su país, pero primero tienen que derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. Según cuenta, se están organizando, y mantiene su fe firme en que ya vendrá el tiempo en que Dios les ayude a liberar su país.
El tiempo nos dirá a qué llegan sus esfuerzos.
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Soy Alexis Serrano. Alexis Calé Serrano Díaz. Me gradué en 2003, trabajé en prensa. Yo era dueño de una emisora de radio y un canal de televisión en San Felipe, en el estado de Yaracuy. La emisora se llamaba Chévere 94.7 FM, y el canal de televisión se llama Teleyaracuy.
Yo no creo que llegue a Estados Unidos, pero sí quiero cruzar el tapón. Puede ser hasta Panamá y de ahí me devuelvo si Dios quiere. No sé si siga un poco más allá. A Estados Unidos no.
¿Qué más te puedo decir de mí? El concepto mío es irrelevante. Lo que importa es el fin; el objetivo.
¿Irrelevante en qué sentido? Irrelevante es que el concepto no importa; lo que importa es el objetivo. Una oración no importa; lo que importa es la sintaxis, porque si tú la armas de una manera que no cuadra, no llega a la persona, entonces la sintaxis es lo que realmente tiene valor. O sea, quién soy, cómo me llamo, es irrelevante. La relevancia está en el objetivo, en el logro, en la meta.
Estoy aquí con ellos porque quiero mostrar el Darién, pero no a nivel informativo. Porque para tú dar una opinión certera, concreta y concisa sobre algo, tienes que vivir la experiencia. Y en Venezuela estamos caídos, pero no derrotados.
Y aunque muchos no lo crean sí hay una oposición seria. Una oposición seria que sabe que este no es momento de votos ni de política.
Hay una oposición que no es oposición, que va y negocia con la tiranía, pero ninguna de las dos partes representa al pueblo. Ya la tiranía se infiltró en todos los niveles de la sociedad, en todas las estructuras políticas, opositoras, todos los poderes. Todos los poderes están tomados por ellos.
Hay otra oposición que estamos organizándonos a otro nivel. Espero que esto no acarree un conflicto armado como el que sucedió en Colombia durante años, pero al final la sociedad tiene que sacar a la tiranía.
Lamentablemente tendrán que pasar cosas. Pasará lo que tenga que pasar. Habrá más miseria, más hambre, habrá más sangre de la que ya ha habido. Pero es algo que tiene que pasar.
Con votos no vamos a sacar a esa gente. Con política no vamos a sacar a esa gente. Pero, cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho. Nos estamos organizando y si Dios quiere esto no va a durar mucho.
Somos más de diez millones de venezolanos que hemos salido de Venezuela. Y somos los venezolanos los que vamos a sacar a esa gente de allá. No son los colombianos. Gracias al apoyo que nos han dado Colombia, Ecuador, Chile, Estados Unidos. Pero somos nosotros los que tenemos que sacarlos.
Y desde afuera, de donde salimos, de donde emigramos, aprender a bajar la cara, a tener humildad, a dejar de ser altivos, de creernos lo que no éramos, de creernos más que otros. Lamentablemente los gobiernos populistas que nos gobernaron durante cuarenta años influenciaron a que familias enteras vivieran de bonos y dádivas del gobierno; no de trabajar.
El venezolano, ¡pa qué!, mi pueblo es flojo. Llegamos a Colombia y aquí trabajan doce horas, catorce horas. Cuando trabajan en construcción, doce horas. En Venezuela construcción se trabaja de siete de la mañana a mediodía. Los del campo trabajan medio día. Aquí todos estamos aprendiendo. Y el grupo que está aprendiendo es el que va a levantar a Venezuela.
Mira a ese señor, por ejemplo. Sale a pescar todos los días a las cuatro de la mañana, y hay días que no trae nada. Pero nada, nada, nada. Hoy por lo menos le fue bien. Trajo cangrejos. Comparte con los venezolanos, los venezolanos comen aquí, hacen sus fogatas.
Mostraré esto en redes sociales y en su momento, cuando estemos plenamente organizados en los 24 estados y recibamos el apoyo que estamos recibiendo como ayuda de otro nivel, ahí pasará lo que pasará, y la Victoria, Libertad, Venezuela llegará a nuestro país.
No se te olvide ese nombre: Victoria, Libertad, Venezuela.
No soy solo yo. Como te digo, somos un grupo organizado, y organizado a varios niveles, en varias estructuras. Lamentablemente recibimos un traspié con la llegada de Petro, su presidente actual. Teníamos un apoyo bastante grande del anterior. En Brasil también recibimos apoyo a otro nivel, y bueno, vamos a esperar a ver qué pasa con Bolsonaro. Si gana Lula es un traspié. Todo esto es difícil, pero no imposible.
Yo atravesé Colombia pidiendo aventón, durmiendo en refugios, compartiendo con mi gente en los refugios de la calle. En mulas con los que llaman hinchas de ustedes. Vi el éxodo en el 2017 cuando la constituyente. Trabajé en de todo un poco, viviendo la experiencia. De todo un poco y siempre buscando organizarnos hasta que poco a poco hemos recibido el apoyo, como estructura, pero a todo nivel, no solamente a nivel político, porque vuelvo y te repito, con política y con votos no salen ellos.
Y hemos avanzado, a paso lento, pero seguro.
El periodismo lo dejé cuando cerré la emisora de radio, en 2017. Ahí estuve en Colombia, en Cúcuta. Y de allí, bueno, menos mal que la cerré, porque como a los 6 meses cerraron varias emisoras de varios amigos. Presiones políticas.
Si tú tienes un medio de comunicación, de 24 horas que transmites, diez horas son cadenas de parte del gobierno, y si tú no transmites las cadenas te llevan a la policía política.
En ese momento se llamaba DISIP, ahora se llama FAES, y te levantan un acta. Te dejan detenido una hora, hora y media, y a la tercera falta, ya, condenado por incitación al odio y desobediencia civil. Veinte años de cárcel.
Chávez fue el que modificó la constitución y colocó de manera tácita eso en el código orgánico procesal penal. Él colocó esos delitos. También lo de que no se puede ir a marchar.
Yo recuerdo una de las cadenas más emblemáticas. Empezó a las doce del mediodía, eso fue en la Asamblea Nacional, ese fue Chávez, y duró como hasta la 1:30 de la mañana. Más de doce horas hablando ahí en la Asamblea Nacional. Todos los canales, privados, del Estado, todos tenían que transmitir. Y al día, en la mañana, en las tardes, encadenaban otra vez. Entonces dime, ¿qué anunciante? Aparte de eso hay inflación, devaluación, entonces la primera rama que el comerciante opta por suspender es publicidad, mercadeo, todo eso lo elimina.
Pero ellos después cambiaron la política comunicacional. Dejaron la pelea con las emisoras y empezaron a comprarlas. Sí transmiten, pero con Maduro ha mermado bastante. Chávez es el que era como que, no sé, era su delirio, como una neurosis. No sé cómo lo catalogarías psicológicamente, pero el tipo era así. Le encantaba una cadena, le encantaba una televisión, el Aló Presidente. Este ya eliminó esto del Aló Presidente y bueno. Aparte de eso crearon otras estructuras. Hay como 8 canales del Estado. Y compraron Globovisión, que era uno de los más acérrimos opositores. Entonces en vez de pelear con ellos los compraron.
Además, Chávez inventó el gobierno cívico-militar. Sacó a los militares de los cuarteles y los colocó en ministerios, en instituciones, y de esa manera hoy ellos dominan y reprimen a la fuerza armada. A los generales, tú tienes la cuota de la gasolina, tú tienes la cuota del oro, tú tienes la cuota de los alimentos. Con eso le da sus dádivas a cada general y cada general mantiene a sus tropas reprimidas.
Esa es la única manera en que ellos pueden reprimir al pueblo, a través de las fuerzas armadas.
Tú andas en las alcabalas de la Guardia Nacional y en todas dice “aquí no se habla mal de Chávez”. Así tal cual. “Aquí no se habla mal de Chávez”.
Tú llegas al SENIAT, que es el de impuestos y tributación, y en la entrada dice “aquí no se habla mal de Chávez”. Hay ciertas escuelas que también dicen eso. Sí, escuelas. “Aquí no se habla mal de Chávez”. Escuelas de niños, colegios.
Desde que Chávez llegó ahí eso viene programado. Las milicias, los círculos bolivarianos. A los malandros los armaron, les dieron poder para reprimir. Cuando había manifestaciones, todavía había oposición, esos malandros iban y sacaban sus pistolas dadas por el mismo gobierno y le caían a plomo a la gente. Y después el gobierno se lavaba las manos diciendo que no, que eso eran la misma gente de la oposición que se mataban. Los mataban.
Ahora Venezuela es el país con la red eléctrica más desasistida del continente, totalmente remendada. A nivel de vías, de transporte, eso está totalmente desasistido, los puentes están socavados, las carreteras no sirven, están desmontadas, llenas de huecos, las autopistas las perdieron. A nivel de salud, a un ciudadano que le corresponde diálisis todos los días le dan dos veces a la semana. A uno que le toca una vez interdiaria o tres veces a la semana le dan una vez a la semana. De cuatro unidades de diálisis una sola funciona, y funciona a media máquina porque no tiene insumos. Las unidades de radioterapia, de quimioterapia no funcionan. Las maternidades no funcionan.
No hay que ser adivino para saber que es una bomba de tiempo lo que ellos han creado allí. Un país que producía tres millones ochocientos mil barriles de petróleo cuando llegó Chávez al poder, en la actualidad produce quinientos mil barriles diarios, de los que le dan doscientos mil barriles diarios a Cuba. No es que soy adivino, ni pitoniso, ni nada de eso, pero simplemente es un país que no produce.
Entonces eso tiene que acabar y eso va a acabar, en el momento en que Dios ya decida que se acabó el tiempo.
Mira, hay un poder que sobrepasa cualquier otro poder humano. Muchas veces el ser humano le busca explicaciones humanas a algo que está fuera de contexto y fuera de cualquier entendimiento de nuestra limitada mente humana. Ese es el poder de Jesús de Nazareth. El tiempo de Dios es perfecto. Hay un tiempo y un momento para cada tiempo. Pero solamente es ese poder, el poder de Jesús de Nazareth, que dice cuándo es el momento y el tiempo para eso.
Cuando el ser humano y en el caso personal cuando buscamos acelerar, presionar, para que se dieran las cosas, no se daban. Conseguíamos traspiés, no conseguíamos apoyo. Lo primero fue organizarnos, saber quiénes éramos y dónde estábamos. Y de allí bueno, esto, lo otro, qué vamos a hacer, y no se daban las cosas, porque no era el momento de ese tiempo. Pero Dios va dando los momentos y los tiempos para que todo vaya sucediendo.
De repente, de una manera, como te digo, fuera de entendimiento humano, en seis meses logramos lo que no hicimos en dos años. Después otra vez. Pero Dios va poniendo el tiempo y el momento para ese tiempo. En este momento todavía estamos en el tiempo de organización, hemos avanzado mucho, hemos conseguido muchas cosas, y cuando sea el tiempo y llegue el momento de ese tiempo, entonces empezarán a pasar otras cosas de otro nivel, pero todo va de acuerdo a un plan.
Hemos avanzado mucho y vamos avanzando de manera garrafal. Por momentos nos estancamos, por momentos parece que las cosas como que no avanzan, pero, como dice la Biblia, cuando soy débil es cuando soy más fuerte. Cuando en tu debilidad entregas todo eso: el cansancio, la fatiga, el hambre, cuando crees que ya no avanzas, cuando dices “ay, ahora cómo hago, no tengo plata, voy a llamar, a lo mejor puedo conseguir dinero”. Pero no. El objetivo es no. El objetivo es hacerlo como lo hacen ellos, como lo hace el venezolano de a pie que tiene cuatro o cinco niños y no tiene nada, no tiene en dónde apoyarse.
Muchas veces la ONU, sus gobiernos, nos han apoyado y por toda la vida de mi vida yo con todo mi amor les estaré agradecido y mi pueblo les estará agradecido. Pero muchas veces hay venezolanos que pasan hambre, niños que no comen. Si tú vas a Quito, a Guayaquil, a Lima, vas a conseguir familias enteras en situación de calle.
Pero aun en situación de calle están mejor que estando en esa tierra, en la tierra de Bolívar que un día libertó todo este continente.
Y ese día, cuando llegue el momento, sucederán las cosas que van a suceder para nuestra tierra. Será restaurada, habrá progreso, habrá paz, habrá amor, llegará el momento del perdón, porque hay que perdonar para poder continuar. Nadie puede construir con rencor, con odio, con venganza. Llegará el momento del perdón, pero este no es el momento de perdón. Hay momentos para la paz y hay momentos para la guerra. Hay momentos para destruir y hay momentos para construir. Hay momentos para amar y momentos para odiar. Hay momentos para romper y momentos para cocer.
Este no es el momento de los políticos, ni de los votos. Es el momento de comenzar a organizarnos, y en su momento pasaremos a otro nivel, a un nivel donde vendrá, como te dije, hambre, miseria, vendrá sangre, vendrá muerte, mucha más de la que ya hay y de la que ya ha pasado por mi país. Pero después de eso vendrá la restauración.
Creo que lo principal ahorita es siempre hablar con la verdad, no mentir. Por muy dura y difícil que se escuche, hay verdades que son necesarias. Pero los políticos no pueden decir esas verdades, porque siempre buscan resguardar su imagen, y si dicen cosas que tienen que decir, entonces eso los hará impopulares, y un político que no sea popular es un político sin votos.
Entonces ¿qué necesitamos? Necesitamos personas que sean libres, porque solo los libres podrán libertar. ¿Qué te digo libre? Libre es que no tenga propiedades, que no tenga familia. Libre es que no tenga responsabilidades.
Mi familia está fuera del país. Lo que tenía material allá quedó. Pero si tú tienes un arraigo y tú por encima de lo que tienes que decir con la verdad tienes que cuidar intereses, entonces no eres libre.
Y ese es un gran problema que tenemos hoy en nuestra sociedad. Dependemos de apegos, de responsabilidades, de cosas materiales. Eso no nos hace libres.
Como te decía, el venezolano salió a aprender. Si tú te pones un poquito en el zapato del venezolano y dejas la clase social que tú tengas o tus estudios, te pones un poquito en los zapatos de las personas que estás viendo aquí, no es fácil. Imagínate que tú dejas lo que tú has aprendido, lo que tú eres, lo que tú conoces, tu esencia como persona, tu familia, tus propiedades, sean cuales sean. Tienes cinco pares de zapatos, te gustan mucho dos pares de zapatos, pero tienes que dejar uno. No puedes llevar los dos. Tienes dos casas o tienes una casa pequeña o vives alquilado, pero tienes cama, tienes televisor, ¿entiendes?
Y tienes que hacerlo porque es imperioso, es una necesidad superior que te obliga a hacerlo porque realmente no tienes cómo asistir a tu familia a nivel básico. No te estoy diciendo que asistirla a nivel de “ah, bueno, vamos a comprarle el maquillaje a la niña, vamos a pagarle el colegio”, no. No tienes ni siquiera cómo sostenerle su alimentación diaria. Si se enferma, estar enfermo en Venezuela es un lujo.
Entonces la gente deja todo, todo, todo. Deja casa, deja caro. Muchas veces tú tienes un carrito y lo estás vendiendo en 1500 dólares, 1000 dólares, 2000 dólares, y llega un boliburgués y te dice “mira, yo te lo voy a comprar porque eres muy amigo mío y te doy 100 dólares”. Chamo, pero no, tú sabes que eso vale más.
Casas que a nivel comercial, no soy tasador, pero a nivel comercial una casa en una ciudad valdría unos 30, 40 000 dólares, le calculo yo. Y las venden en 2000, 3000 dólares. Es eso o dejarla allá. Porque ¿qué haces con una casa si no tienes cómo mantenerla? No tienes cómo suplir de alimento a tu hijo.
Que tu hijo te diga “papá, ¿qué vamos a comer hoy? Tengo hambre”. Tú no le vas a decir “No, es que Maduro, es que Chávez, es que tengo mucho dinero, pero no hay qué comprar”.
Por eso digo que el paso de los migrantes es un tema coyuntural. El gobierno de Petro había anunciado que iba a exigir pasaporte para entrar a Colombia, o sea que prácticamente está eliminando el permiso especial de permanencia que había decretado Iván Duque. Pero el migrante viene saliendo por una necesidad superior e igual va a pasar.
Cuando yo llegué a Ipiales, no hace mucho, llegué a un terminal lleno de venezolanos que venían bajando. Como a la media hora, cuarenta minutos, llegó un grupo de haitianos. Después los conté, los organizamos. Eran 82 haitianos, familias enteras, niños, grandes, de todo, señoras, señoras mayores. Y a los haitianos el gobierno colombiano no les vende pasajes en las taquillas, teniendo el dinero. Y llegaban por todas las empresas y no, no se les vende a los haitianos.
Bueno, se quedaron allí un rato, y yo hablé con Oxon en inglés un poco. Ellos hablan en francés y nadie les entiende nada. Yo tampoco entiendo francés. Entonces hablé con Oxon, que hablaba inglés y dijimos “no, bueno, vamos a buscar un hotel”.
Estaban cansados. Ellos venían de Ecuador. Inicialmente venían de Brasil. Habían atravesado Brasil, Bolivia, Perú y Ecuador. Y fuimos a buscar un hotel y, aunque tú no me lo creas, en los hoteles no reciben haitianos.
“Hermano, pero yo tengo la cédula venezolana, yo pago la habitación”.
“No, no. Si migración llega nos cierran”.
Y fuimos, no te exagero, como a quince hoteles, y ninguno aceptó a los haitianos. Teniendo dinero, porque ellos no vienen como nosotros, sin dinero. Y después de eso estábamos allí en la terminal y hablamos con el jefe de seguridad, porque el terminal de Ipiales lo cierran a las once de la noche, cuando sale el último bus. Hablamos con el jefe de seguridad para que los dejara pernoctar, por lo menos a las mujeres y a los niños. Que no se podía, que no sé qué. A lo último bueno, accedió.
Después de eso, mira, llegaron personas inescrupulosas a cobrarles de Ipiales a Pasto cuarenta dólares americanos, cuando el pasaje de Ipiales a Pasto en taquilla vale 10 000 pesos. Y se iban. Había uno que les estaba cobrando 350 dólares de Ipiales a Medellín, por persona. Entonces, creo yo, que el gobierno colombiano, sin llegar a poner un punto de desorden en la política de tu país, porque no soy colombiano para hacerlo, está promoviendo que esas personas sean estafadas, que esas personas sean engañadas. ¿Por qué no darles un salvoconducto de migración ahí en Rumichaca por diez días? Ellos no vienen a quedarse aquí, ellos no vienen a quedarse en Colombia, ellos no vienen a buscar trabajo aquí como nosotros los venezolanos. Ellos vienen es de paso. Ellos van hacia Estados Unidos.
Pero entonces si no les venden, terminan víctimas de eso. Al otro día yo vi cómo se iban yendo en grupito a cuarenta dólares hasta Pasto, a 350 dólares hasta Medellín.
En Medellín igual, la misma historia, tú los ves, llegas a la terminal de Medellín, ellos toman autobuses foráneos en una bomba que está cerca del terminal. Donde hay una panadería, está una bomba allí. Ahí toman autobuses foráneos para poder seguir el viaje. A nosotros nos cobran en la terminal 90 000 pesos, hasta acá.
Yo averigüé. Me quedé una noche en la terminal de Medellín y al otro día seguí mi camino como nueve días. Y afuera al venezolano le cobran 60 000 pesos en los autobuses foráneos que son habilitados, son personas que llegan y cargan ahí, que no es por terminal ni nada de eso. Y a los haitianos les cobran 160 000 pesos por montarlos en esos buses foráneos. Entonces, creo yo que es como acrecentar la actividad ilegal, o sea, impulsar que haya actividad ilegal para transportar a esas personas que van migrando.El migrante, si le piden pasaporte o le cierran la trocha o abren el puente, igual va a pasar, porque él viene saliendo por una necesidad superior, y no lo va a detener una trocha ni lo va a detener un cierre de un puente ni lo va a detener un ejército que esté ahí.