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De una celda, a marchar por la legalización de la marihuana

La tradicional marcha cannábica de Medellín, que reúne a unas 100 mil personas, este año está en veremos. El paro nacional ha cambiado las prioridades de los usuarios de la marihuana, pues el pasado sábado, 8 de mayo, no hicieron su habitual recorrido para pedir la legalización, sino que marcharon para apoyar las manifestaciones en contra del gobierno de Duque.

El anuncio del cambio de objetivos lo hizo David Ponce, uno de los fundadores de la Comunidad Cannábica Colombiana, a través de un Facebook Live. “Hemos decidido aplazar la marcha cannábica para nueva fecha, porque la situación del país no está para estar marchando solo por la marihuana; la marihuana es un objetivo muy importante, sin embargo, en este momento histórico el país necesita que la lucha se concentre en una sola voz”, dijo. Además, hizo un llamado a la comunidad a manifestarse en paz “en contra del Estado opresor, del mal gobierno y del abuso policial constante.

El recorrido que realizó la comunidad comenzó a las 2:30 p. m. en el teatro Pablo Tobón Uribe y finalizó a las 6:00 p. m. en el Parque de las Luces. La marcha transcurrió pacíficamente y se vieron pancartas que decían: “Haz un porro no la guerra”, “quien repudia la legalización apoya el narcotráfico” y “la marihuana no es peligrosa, los tombos, sí”.

Curiosamente, esa represión policial que se expresó en los carteles fue la misma que en 2008 alentó a los usuarios de cannabis a participar en el movimiento que busca la legalización del uso recreativo. De hecho, dos de sus fundadores, David Arango y David Ponce, estuvieron en una celda por consumir y portar marihuana; esto los motivó a emprender un camino de activismo para demostrar que el consumo de esta planta no debería ser ilegal.

Conversamos con ambos sobre cómo nació la marcha en Medellín y cómo se ha transformado esta lucha a través de los años.

Marcha Cannábica, 8 de mayo de 2021
El colectivo tuvo sus inicios con fines relacionados a las luchas sociales, el cannabis era solo el aspecto que juntaba a sus integrantes.

David Arango                              

Somos un colectivo, somos muchas personas apoyando la causa. Nunca hemos querido ser un colectivo oficial, la comunidad cannábica quiere ser libre, que cualquiera pueda pertenecer a ella, así no haya salido del clóset psicoactivo.

La primera marcha fue en el 2008. Nació porque yo estaba trabajando, salí a almorzar, me trabé y me cogió la Policía en un parque. Me llevaron y me encanaron; yo estaba haciendo la práctica y no pude volver al trabajo. Todo el mundo estaba preocupado, “¿por qué este marica salió a almorzar y no volvió?”. Yo estaba encerrado en esa celda al lado de un man que estaba encanado porque era de las Farc y otra manada de güevones que estaban robando en centros comerciales. Yo pensé: “parce, yo me estaba fumando un bareto, ¿por qué tengo que estar acá encerrado con estos parceros? Que me encanen el día que cometa un delito.

Entonces empecé a juntarlos, porque yo seguía a varios grupos de marihuaneros y eso dispersos no hacemos nada, porque si son un montón de grupitos no somos nadie. Lo único que hice fue crearle ese nombre, Comunidad Cannábica Colombiana, para tener una representación y unirnos a la Marcha Mundial de la Marihuana, que se hace en muchos países del mundo el primer sábado de mayo. Así empezó la marcha, en esa celda.

 

Marcha cannábica en Medellín
Las últimas versiones de la marcha ya casi alcanzan los 100 mil asistentes en Medellín

La primera marcha fue espectacular, porque fueron 1.500 personas, que son muchas para ser la primera. Nos invitó la Policía y nos dieron los permisos súper fácil, entonces las primeras marchas fueron muy relajadas. Después se empezó a multiplicar. A la última fueron casi 100 mil personas. Al principio nos mandaban policías bachilleres a cuidarnos, después nos mandaron policías, pero los policías se ofenden mucho, porque la gente les fuma bareta encima, en la cara, y decían que era una falta de respeto. Al quinto año, les dijimos: “Parce, si se ofenden mucho, no vayan, nosotros nos portamos bien”. Desde el quinto año en adelante dejó de ir la Policía. Ellos se hacían alrededor de la marcha y, eventualmente, dejaron de ir.

Esas primeras dos marchas después de eso fueron súper felices. Después la gente se dio cuenta de que no iba la Policía y se fue a la verga la marcha, porque ya no se volvió la marcha de la marihuana, que es lo que nosotros queremos: legalizar la marihuana, sino que se volvió la marcha de las drogas. Entonces, la gente nos ve desde afuera y es muy gonorrea, porque ve gente fumando bareta, oliendo tussi y una manada de pepas, que yo las respeto, porque cada quien tiene su vicio, pero nosotros estamos luchando por la marihuana.

La marcha se desvió, pero se sigue haciendo, porque es para visualizar que existimos. Somos 100.000 personas, no hay cárcel que nos tenga, ¿dónde van a meter a 100.000 drogadictos? Teniendo en cuenta que de esas 100 mil, 99 mil tienen trabajo. Que son marihuaneros, sí, pero la mayoría de esos marihuaneros tienen trabajo, que son desde obreros hasta publicistas, o sea, son gente totalmente funcional.

Cuando salgo de mi trabajo, ¿por qué no voy a poder fumarme un bareto, si me puedo tomar una pola o cualquier otra cosa? Tengo derecho a fumarme un bareto sin que afecte mi trabajo, que es lo que nosotros queremos mostrar y enseñar, que la marihuana no nos define, que nos encanta. Yo tenía un verbito que los marihuaneros no existen, porque, entonces, ¿mi papá es cafetero porque toma café todos los días? No, no es cafetero, es un usuario del café, consumidor de café. Por eso nosotros nos consideramos usuarios de cannabis.

La marcha nos la infiltran, nos la vienen infiltrando desde que se volvió una marcha de drogas. Entonces, algún ente estatal nos infiltra la marcha y son los que causan estampidas. Nosotros los hemos visto, son diez güevones, que empiezan a gritar: “el Esmad” y empiezan a correr, pero no hay ningún Esmad. Lo que nos ha vandalizado la marcha es eso.

Hay grafitis, porque muchos grafiteros son marihuaneros y cualquier marcha tiene eso, puede que cause daños, pero de todas las marchas, la de nosotros es la más pacífica. Eso nos lo comprueba año tras año la alcaldía. Solo somos una manada de humanos que quieren salir a trabarse y a mostrar que somos muchos, que no somos un problema de encerrar. Somos un problema, si se quiere, de tratar. Hay muchos parques, entonces, deme unos parques, hay unos que tienen jueguitos de niños, listo, esos no. Deme otro, deme un espacio para yo poderlo hacer. Váyase para la casa, eso dice la ley. Listo, yo me voy para mi casa, pero si yo vivo con mi abuelita que tiene asma, entonces qué, ¿vaya y mate a su abuela? ¡No!

Llevamos 14 años haciendo esa marcha. Creo que en 14 años hemos avanzado muchísimo, porque hace 14 años solo se conseguían cueros en el centro, hoy ya hay grow shops por todas partes, smoke shops y grupos de cultivo y una cultura cannábica que se creó. El cultivo es una cosa muy bacana que no aplica para ninguna de las otras drogas, yo no puedo sembrar guaro en mi casa ni pola.

Sin embargo, todavía nos ponen problema en la calle y somos la muletilla de la Policía. Atrapar a un ladrón debe ser muy gonorrea: el man corre, tiene una navaja, un fierro y todo. En cambio, un marihuanero es un güevón que está sentado en un parque tirando caja con los parceros y si llega la Policía no va a correr, de buena que no estamos de ánimo para salir corriendo, entonces somos una presa fácil de la cadena alimenticia. Y es la cosa más injusta, si de verdad quisiera atacar el problema de las drogas, irían a las plazas a coger a los jíbaros, atacarían a los poderosos, a los narcos. Coger a marihuaneros es una muletilla que tienen ellos para no trabajar.

Siempre les he dicho que nos saquen de ese caldo de las drogas, porque la pelea de las drogas es muy grande, y la cocaína es una cosa muy poderosa y de plata, pero lo que te digo, uno no puede hacer cocaína en la casa, pero marihuana sí. Entonces a nosotros nos deberían sacar de esa pelea y si se quieren seguir dando bala los tombos y los narcos, pues, parce, no sé. El poder está en eso, en que ellos digan que están salvando al mundo, porque persiguen las drogas y nosotros ser el ejemplo de lo malo que está el mundo por ser drogadictos. Lo que se debería hacer con las sustancias no es solo regularlas, sino también enseñarlas a usar.

Mujeres en la marcha cannábica
Este año, la marcha fue aplazada, pero se marchó con el propósito de apoyar las movilizaciones sociales en la que se encuentra el país

David Ponce

Soy psicólogo egresado de la Universidad de Antioquia, adelanto estudios de maestría en Culturas y Drogas en la Universidad de Caldas, en Manizales. Soy un ciudadano de derechos como todos, con una vida, con una familia, con muchas cosas. Hace más de 15 años decidí hacer parte de lo que denominamos el activismo cannábico, o sea, hacer acciones en pro de la información o la educación en torno al cannabis. Además, trabajar en pro de la creación y el cambio de políticas en torno a las drogas.

Hace más o menos 13 años empecé con Kolinos en Pie de Lucha, KPL, en la Universidad de Antioquia, y posteriormente me uní a la Comunidad Cannábica Colombiana. Ya este año cumplimos la décimo cuarta marcha Mundial de la Marihuana. De ahí, empezamos a sumar actividades en torno a esta lucha por el cannabis, que ya nos ha llevado un largo tiempo.

Soy asesor de empresas de cannabis medicinal actualmente. También, tengo una empresa que trabaja en el área del cannabis medicinal con algunos amigos que desde hace años veníamos trabajando el tema. Eso soy, realmente, un apasionado por la marihuana. Cuando inicié mi universidad, ya conocía el cannabis, pero no lo fumaba todos los días. Lo fumaba bastante, pero no todos los días. En la universidad empiezo con un consumo más constante.

Extrañamente, no sé si algunos lo recordarán, en 2006, creo, el gobierno presentó la reforma a la educación. Extrañamente, también, se llama Ley 30, como la de estupefacientes. Esa no prosperó, hubo varios paros universitarios, en ese momento, yo ya estaba en la universidad. Entonces, salimos a manifestarnos en contra de eso y, créanlo o no, siempre hay cierta resistencia en los ambientes universitarios del consumo de marihuana y más en esa época.  Entonces, fumabas y te veían como medio maluco, como medio feo y los marihuaneros también queríamos protestar, nos reunimos todos y dijimos: nos vamos atrás con nuestras banderas, ya reconozcamos que somos marihuaneros. ¿Cuál es el grupo? Los peludos, no, porque nosotros no somos todos peludos; los rockeros, no, porque no todos somos rockeros; ¿qué es lo que nos junta?, la marihuana. 

Entonces, KPL, Kolinos en Pie de Lucha. Y era eso, me parece muy interesante porque es un colectivo que se forma en relación con unas luchas sociales y no en relación con el cannabis, el cannabis nos juntaba, pero no era como que: ¡vamos a legalizar la marihuana!, no, esa no era la idea, la idea era tumbar el proyecto de Ley 30. Pero eso también nos lleva a sentarnos a hablar, a decir: parce, he tenido plantas en mi casa; mira, yo encontré esto sobre el cultivo; y el otro: yo he leído estos libros; el otro: yo he leído aquellos. Entre todos empezamos a darnos cuenta de eso y empezamos a hacer actividades, como cocinar con marihuana. Con todo eso, empezamos a dar mucha información y nos parchamos, creo que eso de ser amigos, juntarnos, fumar marihuana. 

Cuando tenía 19 años, bajando de una finca, nos sobró un cuarto de marihuana. Siempre me he preguntado cómo estaba de buena la fiesta para que nos hubiese sobrado tanta marihuana. No entiendo por qué sobró tanta marihuana. Hago la estupidez más grande del mundo, que es pegar un bareto e írmelo a fumar en una esquina sentado con la maleta. La marihuana ni siquiera estaba oculta, estaba en una bolsa, tú sólo la habrías y ahí estaba la bolsa. Pasa un policía, nos captura, solo la abre y nos dice: me los voy a llevar. No valió nada, yo obviamente no tenía el conocimiento que tengo ahora sobre marihuana, me llevan a la URI y estoy todo el día en ese cuento. Un abogado de oficio me dice: ¿se quiere ir para la casa?, declárase culpable.  Yo era un joven asustado, pero al final me fue bien en el calabozo, pero uno sí estaba cansado y sabía que la mamá estaba afuera súper emputada. 

Yo me declaro culpable y me voy para la casa. Por 20 gramos de marihuana, lo que me hubiese podido sacar en ese momento era la Ley de Aprovisionamiento, pero este abogado de oficio no se la sabía o no le interesó. Eso hace que hoy no tenga derechos políticos, literalmente. O sea, si usted quiere participar de un cargo de elección popular no puede haber sido condenado por ningún tipo de delito, el único delito por el que puede haber sido condenado es un delito político. Es decir, un corrupto, que se robó 300 millones de pesos, le ponen que en 10 años no puede contratar con el Estado. Yo, por aceptar cargos por 20 gramos, no puedo ser ni concejal ni diputado ni alcalde ni gobernador. No significa que sea mi único interés, creo que todos debemos ser partícipes y tener algún interés político, pero no significa que se reduzca a eso.

 

Cartelera en pro de la legalización de la marihuana
El colectivo busca hacer activismo todos los días del año, no solo con respecto a la legalización, sino fomentando la educación sobre la planta

Eso pasa en el 2009, y a los dos meses es la Marcha Mundial de la Marihuana, me entero por redes sociales y, obviamente, lleno de pasión, de rabia, de ira, no sabía que me habían quitado mis derechos políticos, pero sí porque me habían atrapado con 20 cagados gramos de marihuana, salí a marchar. Se pasó muy rico en esa marcha y me enamoré del movimiento, porque cada uno se siente parte de cualquier subgrupo, no sé, en mi juventud fui metalero. 

El cannabis me pareció un hermoso lugar y una hermosa familia, ahí empezamos a activar, a mover las cosas en las redes de una manera tranquila y alejada, porque recuerdo que estaba terminando mi carrera y estaba en el proceso de mis prácticas, entonces estaba algo ocupado. Después me gradúo y puedo tener un poco más de tiempo, por lo que intento integrarme muy fuerte al movimiento de la comunidad cannábica. Habíamos salido a marchar en 2009, en 2010, los habíamos apoyado con publicidad, pero, para el 2011, dijimos: “Si vamos a hacerlo del todo, vamos a hacerlo bien”. 

Entonces, sacamos un comunicado de prensa, literalmente, a todos los artistas en ese caso, en español, que tuviesen canciones de marihuana, así no los conociera. Por la marcha de la marihuana les empecé a escribir a todos. Me contestó Andrea Echeverri, de Aterciopelados; me retuiteó Morodo. Muchas cosas que parecen que son pequeñas, pero que eran muy significativas. En el momento era imprimir los volantes y había un partido del Medellín e íbamos a repartir volantes, ir a los skateparks, ir a los parches de rap que había en la ciudad y a los fumaderos de marihuana: Carlos E, La Villa y en las universidades públicas, porque en todas las universidades públicas del país hay un “aeropuerto”, que es donde se reúnen todos los marihuaneros. 

Esto generó que asistieran a la marcha entre 10 mil y 15 mil personas. Lo último fue tomar la decisión y decir que la Comunidad Cannábica Colombiana no puede ser un colectivo que aparezca solo el día de la Marcha Mundial de la Marihuana. De ahí, empezamos a decir que el activismo es 365 días al año, no solo en la marcha.  Empezamos a hacer talleres de cultivo, asistir a charlas, dar charlas. Aparte de la Marcha Mundial de la Marihuana, con toda la publicidad que le hacíamos, sabíamos que los otros eventos no tenían tanta publicidad. Este año ya he hecho 6 talleres de cultivo, pero hasta que empezó la pandemia, ya habíamos alcanzado los 120 talleres de cultivo gratuitos en Medellín. Entonces, eran talleres a los que iban 50 personas, todos eran mis amigos, se forma un fumadero y nadie aprendía nada.

A mí me encanta la marihuana de uso recreativo, porque realmente me recrea, aunque me la fume trabajando, hace que el trabajo sea más divertido; aunque me la fume leyendo, hace que la historia sea más divertida o viendo una serie o haciendo el amor o no sé. Cuando siempre estás disfrutando de las cosas, por más críticas que hayan, por más mal que haya, tienes amigos, sigues saliendo con gente a sonreír, a parchar, a conocer más gente, tienes ídolos y tienes la oportunidad de sentarte con esos ídolos a fumar marihuana y hablar. Entonces, son esas cosas, cuando la marihuana te sigue alimentando, esa pasión no se pierde.

Por Maripepa y Kris Kras

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