Por: Ana María Córdoba, Valentina Mejía y Sara Ramírez
“La Diva” nació el 16 de noviembre de 1969, su nombre era Jhon Jairo Echeverry. Él, desde la edad de 6 años, se dio cuenta de su gusto por los hombres y lo que más temía era que su madre, sus hermanos y sus abuelos lo rechazaran y discriminaran, pues, pensaba: “Sí mi familia no me acepta, me voy de la casa”. Hoy, es feliz. Su familia la aceptó tal y como lo esperaba y llevan una excelente relación: “Ellos me aceptaron y para mí eso es lo más importante”.
Guacarí, es un municipio del Valle del Cauca con una población de 35.662 habitantes; se encuentra aproximadamente a 45 kilómetros de la ciudad de Cali. Por las calles de este lugar camina Mayra, -la Diva Echeverry-, como la conocen en el pueblo que la vio crecer. Le gusta vestir de color negro y botas largas. Con su maquillaje siempre reluciente y llamativo y moviendo su cabello, camina saludando y sonriendo a sus vecinos, como si en realidad el sobre-nombre tuviera un buen peso. Ella, mide 1.74 de estatura, sus ojos de color café oscuro y su piel de tez trigueña marcada por las cicatrices de su adolencia.
Durante su infancia, fue abusada en dos ocasiones; ¡fue violada a los 7 años! por un hombre de 37 años que siempre iba a su casa. Mayra relata, -que este hecho- la marcó de por vida, tanto física como emocionalmente, llevándola internarse en lugares psiquiátricos.
La Diva de Guacarí, cuenta que tenía profesores que la pretendían, pero ella siempre supo manejar la situación. Se sentía aceptada tanto en lo familiar, como en lo social, pero también tuvo personas a su alrededor que la criticaron y la menospreciaron; sin embargo, su autoestima actual le hace recordar la canción de Francy, -“La voz popular de América”-: -“Que hablen de mí, eso me resbala”-, ella lo dice cantando.
Cuando estaba en la escuela se comportaba como toda una mujer, le gustaba estar con sus amigas y siempre quería imitarlas; su actitud amanerada y sus movimientos femeninos eran muy notorios. En su época de colegio, nunca le dijeron nada por su condición, aunque no faltaban los compañeros que la fastidiaban, pero eso no la afectó.
9 años después…
Mayra tuvo tiempos donde sufrió depresión, en varias ocasiones intentó suicidarse cortándose las venas por una decepción amorosa. A sus 16 años tuvo un altercado con su hermano Santiago, ambos se tiraron y se fueron a los golpes, fue algo raro, porque nunca había pasado, luego de la discusión tuvo una depresión inusual, sentía que el mundo se le acababa; salió y se sentó en el andén de su casa, en vista de todo lo que sufrió en su niñez, las violaciones, nacer en el cuerpo equivocado, estas situaciones la llevaron a prenderse fuego. Entró a la casa por fósforos y gasolina, luego salió de nuevo hacia al andén. Su familia le echó llave a la casa, porque pensaron que ella se había ido. Afuera se prendió fuego delante todos sus vecinos, salió corriendo por la calle ardiendo en llamas. Los vecinos, al verla arder la ayudaron, la apagaron y la llevaron al hospital, donde le realizaron varias cirugías y estuvo tres meses en cuidados intensivos.
Eso fue un 26 de diciembre, época donde todas las familias permanecen unidas, pero en esta ocasión la de -“la Diva”- estaba dividida. Los doctores le decían que lo más probable era que no llegara a caminar y que le daban días de vida por la gravedad de las quemaduras. Cuando Mayra despertó, lo primero que pidió fue una biblia y un rosario, las enfermeras quedaron sorprendidas al saber que ella lo único que expresaba era que nadie la quería, mas no se quejaba del dolor.
En el hospital, la Diva sentió un olor muy fuerte, no sabía si provenía de la habitación de al lado o era ella que se estaba pudriendo. Luego entró una enfermera y le dijo: “Jhon, tenemos que hacerle curación”, pero no la podían anestesiar, porque ya había desayunado y la anestesia debía de ser en ayunas, así que le hicieron la curación sin sedación. Mayra expresa que la tortura fue impresionante, que el dolor que no sintió cuando se estaba quemando lo sintió en la curación y, de allí venía el mal olor.
Después de llevar un tiempo en el hospital entró Santiago, su hermano, quien fue a visitarla. Mayra no sentía rabia en contra de su hermano. Asimismo, muchas de las personas del pueblo fueron a visitarla y otras le enviaban mensajes por escrito.
Mayra era famosa en el hospital, porque ya la conocían y tenía confianza con el personal, hasta se enredó con un doctor y un enfermero, recuerda esos momentos entre risas. Luego de estar tres meses internada le dieron de alta y pudo regresar a su casa.
Actualmente, es una persona muy extrovertida y esto le permite tener muchos amigos, con los que le gusta salir de fiesta y tomarse unos tragos, su género musical favorito es la salsa, ya que por ser caleña la lleva en la sangre, como su color favorito, el rojo, que hace referencia al equipo de sus amores, América de Cali.
Mayra es transformista, tiene un hobbie poco común: – la fonomímica -. Representaba a la mujer en todas sus expresiones y su vestimenta. Sin tener ninguna cirugía estética, porque prefiere ser “natural”, ha participado en diferentes concursos departamentales y nacionales que la han hecho reconocida por su talento.
En noviembre de 2019 cumplió 50 años, ha tenido varias relaciones sentimentales y la última de ellas duró 9 años, a pesar de que la familia de su pareja se opuso. Asegura que: “lo prohibido es lo mejor”, lo dice con una risita curiosa. A pesar de que su relación terminó y él consiguió a alguien más, se siguen extrañando, continúan en contacto y quedaron como muy buenos amigos.
Mayra se destaca entre las personas de su población por ser una mujer extrovertida, alegre, sobre todo, coqueta. Por eso, hoy es reconocida como -“La Diva de Guacarí”-. Muchos hombres desean estar con ella, pero dice que no es fácil, pues, se ha convertido en una de las mujeres más deseadas de la región.
A pesar de las circunstancias, ha superado cada uno de los obstáculos que se le han presentado; esto la ha hecho una persona más fuerte y su autoestima ha crecido demostrando su fortaleza y capacidad de aceptación. En su pueblo natal es una persona popular por ser parte de la comunidad LGTBI, y así mismo, ha acompañado e impulsado a personas que están pasando por este mismo proceso. Mayra, con una sonrisa, agradece a su comunidad por acogerla todos los días y reitera lo feliz que se siente por ser querida en medio de tanta violencia que viven las personas trans en el mundo.