Hay algo de la palabra sexo que nos hace querer mirar un poco más, que activa en nosotros el interruptor del tabú, de la malicia y el deseo. Una luz se enciende cuando leemos la palabra asesinato, crimen, delito o secreto. La curiosidad nos envuelve y pareciera que hay poco que podemos hacer para evitarlo; debemos saber, ¿qué pasó? ¿quién murió? ¿sexo?