“Él no me decía nada, me hacía sentar, leer, me daba plata y me dejaba en coordinación, entonces yo siempre prefería poner problema en las clases, no prestar atención, crear conflicto con mis compañeros y que me sacaran del salón para volver y tener dinero”.
Ella cerraba los ojos y lo único que quedaba en el ambiente era el olor a café con leche y tabaco. Todo pasaba cuando la casa era más silenciosa, cuando la gente hacía la siesta y el mundo entraba en un letargo absoluto.
La casa de una abuela suele tener olor a familia, a postres, a a costumbre de estar juntos, a encuentro, tiene sabor a receta de tradición, a mimos y alcahuetería. La casa de una abuela convoca recuerdos de ternura, calidez y amor, pero hay quienes tienen recuerdos que prefieren olvidar.
Era de noche, la calle Barranquilla, en el centro de Medellín, sin salida, un policía en cada esquina y más de 50 niñas corriendo para no ser alcanzadas: unas con mini falda, tacones y escotes prolongados, otras de tenis, shorts y camisas ajustadas que evidenciaban su niñez…
Catalina González es una trabajadora social con experiencia el sector público y privado, durante su vida ha visto de cerca el flagelo del abuso sexual infantil, en esta entrevista, entre historias y reflexiones, nos permitirá entender que es un asunto que está más cerca de lo que pensamos y es mayor de lo que creemos por su impacto en todos los ámbitos de la sociedad. “Me han tocado muchos casos”, una respuesta que tomó sentido a lo largo de la entrevista no solo por el número sino por el impacto emocional de cada historia.
“Creo que el abuso sexual se da en todos los estratos socioeconómicos, y antes de los 14 años, a veces con engaños o a veces a través de la violencia”.
Este proyecto tuvo como texto guía el libro: La infancia rota, de Isabel Cuadros y Martha Ordoñez publicado en el año 2006. Fue de gran ayuda para entender conceptos generales y dinámicas del funcionamiento del abuso sexual infantil en Colombia. El rastreo documental, la recolección de datos, las encuestas de percepción y la conversación con expertos y personas que decidieron contar su historia, fueron metodologías usadas para acercarnos a una realidad cruda que se camufla en nuestra sociedad. Agradecemos a las psicólogas Alejandra Arango y Ana María Villegas, a la trabajadora social Catalina Gonzalez, a las entidades que nos ayudaron con información y a sus canales oficiales, a cada uno los profesores del Énfasis en Periodismo Digital y a todo aquel que haya participado en el proyecto y que por cuestiones de privacidad no será mencionado en este mensaje.